RAZÓN
VocTEO
 

De este término tenemos casi tantos significados como perspectivas filosóficas ha producido la historia del pensamiento. En el intento de dar una definición genérica y sumaria, podemos decir que esta palabra significa aquella facultad constitutiva del ser humano, por la que éste conoce y juzga de lo real de manera discursiva Y gradual.

Entendido de este modo, él conocimiento racional o el razonamiento se distingue del conocimiento intuitivo o inmediato y toma el carácter de mediación.

Se comprende bastante fácilmente que la antigüedad griega identificara los términos razón y discurso, expresándolos tanto al uno como a la otra con la palabra logos, que en el cristianismo recibirá una connotación absolutamente original y, desde luego, ajena a la perspectiva inmanentista y neopagana, propia por ejemplo de los ambientes estoicos.

Si la época de la cristiandad subrayó con energía el carácter creatural de la razón humana, como huella de Dios en el hombre o del Logos divino en la mente humana, la modernidad filosófica ha ido afirmando gradualmente la separación entre la razón y la fe y la autonomía absoluta de la razón, significativamente expresada en la fórmula kantiana de la «razón pura», señora absoluta dentro de cuyos límites es preciso investigar sobre la misma autenticidad de la religión. La Ilustración se convertirá entonces en el siglo de la razón, que celebrará su apoteosis victoriosa en el famoso episodio de la entronización de la diosa Razón en el altar de Notre Dame (10 de noviembre de 1793).

La idea de una razón separada parece haber entrado hoy fuertemente en crisis, dado el terror producido por el ejercicio de la sola razón; sin embargo, la fórmula de la razón creyente o de la razón redimida, propia de la filosofía cristiana, sigue encontrando notables dificultades y no sólo entre la filosofía laica. Para el teólogo sigue siendo imprescindible el papel de Cristo respecto a la razón humana. De este modo, si por un lado la razón humana se presenta -bajo el signo del pecado- como débil y enferma en su búsqueda de la verdad, una vez que se ha realizado la redención, Cristo libera a la filosofía dotándola de una razón restaurada Y consolidada en todas sus potencialidades.

Desde el punto de vista del método teológico, se utiliza el término «razón teológica» en el momento especulativo de la teología, es decir, cuando el teólogo, una vez escuchado y penetrado lo más profundamente posible el misterio (momento positivo), trabaja por la conexión, sistematización, organización y reproposición del dato de fe, formulando debidamente su expresión. También en este momento -como en el anterior pero desde otra perspectiva- el teólogo necesita acudir a una sana y profunda filosofía, para que su trabajo no se reduzca a una recopilación erudita de los elementos sacados del estudio de las fuentes.

N Ciola

Bibl.: M. Blondel, Exigencias filosóficas dei cristianismo, Herder, Barcelona 1966; M Nédoncelle, ¿Existe una fiiosofía cristiana. Andorra 1958; M, A. Quintanilla, A favor de la razón, Madrid 1981; Instituto Fe y Secularidad, Convicción de fe y critica racional, Sígueme, Salamanca 1973.