PRESENCIA REAL
VocTEO
 

Por presencia se entiende generalmente la relación real que existe entre dos o más seres que están cerca uno del otro por cualquier título o fundamento real. Las presencias reales son tantas cuantos son los fundamentos reales de la cercanía; esas presencias son tanto más reales y perfectas cuanto más perfecto es el fundamento de su relación de contacto o de cercanía. La presencia de Cristo en las diversas acciones litúrgicas es una presencia real, en el sentido propio y verdadero del término, y es fundamentalmente única (por ser del Cristo glorioso), aunque se realiza de muchos y diversos modos.

En efecto, son diversos los signos litúrgicos que aparecen en las acciones litúrgicas: la asamblea, el ministro, la proclamación de la Palabra, la oración, los elementos que constituyen los sacramentos y los sacramentales. El signo fundamental de base es la asamblea litúrgica: se trata de una comunidad de fieles, constituida jerárquicamente, que se reúne legítimamente en un lugar determinado para una acción litúrgica y en la cual se realiza una presencia salvífica particular de Cristo.

Cristo está ya presente con la gracia en los fieles que vienen a la asamblea litúrgica, pero su reunión conjunta en el nombre de Jesús produce, en virtud de la fe y de la caridad común, una intensificación de la presencia de Cristo en ellos. Cada uno de los cristianos es va templo de Dios. La asamblea que los reúne es de manera particular el templo de Dios, el templo del nuevo culto.

Cristo, ministro principal e invisible de los sacramentos, está presente además en la persona del "ministro», su signo, instrumento y vicario. Más aún, es precisamente la presencia de los ministros jerárquicos la que da su rostro verdadero y completo a la asamblea litúrgica, ya que éstos no hacen más que realizar litúrgicamente la presencia de Cristo como Cabeza de la Iglesia.

Cristo está igualmente presente en la palabra que se proclama, "ya que es él el que habla cuando se lee en la Iglesia la sagrada Escritura» (SC 7). La proclamación de la Palabra del Señor es un memorial, un anuncio eficaz, en el que se hace presente la realidad anunciada: la palabra es signo eficaz de la presencia operativa de Cristo.

Cristo y su Espíritu están presentes en la plegaria que hacen los cristianos, bien sea en privado, pero sobre todo en común (Mt 18,20). Se da por tanto una presencia particular en la oración litúrgica y especialmente en el Oficio Divino (oblación pública y común del pueblo de Dios).

Cristo está presente con su virtud en los sacramentos, "de manera que cuando uno bautiza, es Cristo mismo el que bautiza» (SC 7). Los sacramentos deben considerarse en el ámbito del sacramento fundamental que es Cristo, como extensión de este sacramento fundamental a todos los tiempos, como actualización del misterio pascual de Cristo. La virtud fontal de Cristo, de quien participan instrumentalmente los sacramentos, es el mismo poder de la obra salvífica de Cristo. Pero en el sacramento eucarístico la presencia operativa de Cristo está directamente ligada a su presencia substancial bajo las especies de pan y vino.

Se trata de una presencia especialísima, real y substancial, ya que en ella "se hace presente todo entero Cristo, Hombre-Dios» (Pablo VI, Mysterium fidei 20). Por consiguiente, esta presencia es superior a la presencia operativa de Cristo. Sólo en el sacramento eucarístico el signo sacramental está sujeto a aquella transformación particular que el Magisterio de la Iglesia y la teología llaman " transubstanciación ».

R. Gerardi

Bibl.: E. Schillebeeckx, Cristo, sacramento del encuentro con Dios, Dinor, Pamplona 51971; M. Gesteira, La eucaristía, misterio de comunión, Sigueme, Salamanca 21992; A, G, Martimort, Los signos de la nueva alianza, Sígueme, Salamanca 1967.