NOMINALISMO
VocTEO
 

Con el término "nominalismo» se designa a una doctrina filosófica según la cual los universales o conceptos generales son simples términos abstractos que designan conjuntos más o menos vastos de realidades individuales.

El nominalismo niega, por consiguiente, que los universales puedan subsistir como realidades anteriores o independientes, puestas en las cosas o fuera de ellas, y -en la medida en que tiende a considerar como reales únicamente a las individualidades concretas- pone en duda la misma posibilidad de conceptos universales.

El término nominalismo fue utilizado por los historiadores de la filosofía para indicar una solución particular a la disputa sobre los universales, que se mantuvo durante el siglo XII entre los pensadores escolásticos; sin embargo, el problema de los universales representa una de las cuestiones constantes en la historia de la filosofía; el primer debate entre soluciones nominalistas y realistas tuvo lugar entre los sofistas (Gorgias y Antístenes) y la escuela platónica. En el ámbito dé la filosofía antigua, la contribución principal a la elaboración del nominalismo se debe a la escuela estoica con la definición del significado de los términos -significado que se distingue del simple sonido sensible- como algo abstracto, incorpóreo, que no existe propiamente hablando.

En el pensamiento medieval volvió a plantearse el problema con el estudio de la lsagoge de Porfirio (232-303), en la que se suscitaron, pero quedaron sin resolver, los problemas de la existencia real de los géneros y de las especies, de si se trata de entidades corpóreas o incorpóreas, de si están o no separados de las cosas sensibles. En el ámbito de las soluciones nominalistas la posición más extrema es la que se atribuye comúnmente a Roscelino (+ 1125), que resulta difícil de interpretar dada la escasa entidad de los informes que de él tenemos y la nube de polémicas que suscitó. Roscelino habría sostenido que los universales son puros nombres, flatus vocis, mientras que la realidad verdadera, concreta, pertenece únicamente a los individuos que conocemos. Una forma de nominalismo más moderado es la que sostuvo Abelardo (1079-1142), cuya doctrina presenta, sin embargo, aspectos bastante complejos que han movido a algunos historiadores a negarle la calificación de nominalista.

Las posiciones de Roscelino y de Abelardo provocaron fuertes reacciones por parte de las autoridades eclesiásticas, que temían las consecuencias negativas que estas ideas podían suscitar en los contenidos teológicos.

En efecto, se intuía el riesgo de que las doctrinas nominalistas vaciaran de densidad ontológica los términos clave de la teología y de la metafísica cristiana; en particular, el nominalismo avalaba la herejía triteísta, que de hecho fue defendida por Roscelino.

Los aspectos positivos de las diversas posiciones sobre los universales encontraron una armoniosa síntesis en el realismo moderado de santo Tomás, pero luego, en la Escolástica tardía, el nominalismo volvió a cobrar vigor con la lógica de los términos de Occam. La unión entre las tendencias nominalistas y empiristas en el pensamiento de Occam tuvo como consecuencia una acentuación de la separación entre el pensamiento lógico-filosófico y los contenidos de la fe, y su planteamiento filosófico ejerció una influencia decisiva sobre el pensamiento posterior.

En la filosofía moderna el nominalismo fue sostenido con acentuaciones diversas por Hobbes (1588-1679), Locke (1632-1704) y de forma más radical por Berkeley (1685-1753), que negó la existencia misma de ideas generales y abstractas, afirmando que sólo existen ideas particulares, expresadas mediante nombres comunes. Así pues, la corriente empirista, reduciendo el concepto o la idea a ser una imagen sensible, siempre individual, lleva a una negación más radical de los conceptos universales.

Finalmente, en el pensamiento contemporáneo ha vuelto a proponerse el nominalismo en el programa neopositivista de una reforma radical de la lógica que, resolviendo los términos generales o abstractos en los elementos últimos, individuales, cree que es posible superar definitivamente los "pseudoproblemas » metafísicos. En este programa neoempirista encuentran plena expresión las potencialidades antimetafísicas del nominalismo que fueron surgiendo progresivamente a lo largo de la filosofía moderna.

A. Paris

Bibl.: E. Gilson, La filosofia en la Edad Media, Gredos, Madrid 1972, 197-242; A Dempf, Metafisica en la Edad Media, Gredos 1987, 268-284; E, Vilanova, Historia de la teología cristiana, Herder, Barcelona 1987 821-8S6: P. P. Gilbert, Introducción a la teología medieval, Verbo Divino, Estella 1993,