LENGUAJE TEOLÓGICO
VocTEO
 

La condición de posibilidad del lenguaje teológico está determinada por la revelación de Dios. Desde la creación, pasando por las vicisitudes de la historia del pueblo elegido hasta llegar al acontecimiento Cristo, la revelación se da en un lenguaje humano y personal. Jesús de Nazaret es el Logos de Dios, la palabra que es al mismo tiempo la comunicación del misterio del Dios trino y el intérprete definitivo de lo que Dios quiere revelar (Jn 1,18).

La teología, que es inteligencia crítica de la fe en la revelación, en el momento en que «dice» Dios, lleva a cabo una transición que tiene como su premisa constitutiva la afirmación de la comunicación prioritaria de Dios a la humanidad. Por consiguiente, si se puede decir algo sobre Dios es porque inicialmente Dios ha dicho algo sobre sí mismo.

Una teoría del lenguaje teológico tiene que justificar su presencia resaltando ante todo la peculiaridad que le hace existir y las características que diferencian a este lenguaje de otros. El lenguaje teológico es ante todo un lenguaje derivado. Puesto que se basa en la revelación, está vinculado a un acontecimiento histórico que imprime en sí mismo y también por tanto en su lenguaje la definitividad de la revelación (DV 4). Este acontecimiento es fuente y arquetipo del lenguaje teológico: esto implica que la relación que se llega a establecer entre los dos ve al primero en la condición de ser normativo para la interpretación correcta del segundo, y no viceversa. Además, puesto que la fe es la primera respuesta que se da a la revelación, también ella se sitúa como condición necesaria para el lenguaje teológico que tiende a explicar críticamente la fe de la Iglesia.

El lenguaje teológico posee, por otra parte, ciertas características que lo especifican tanto en el interior de los diversos lenguajes con que se expresa la fe como respecto a los otros lenguajes de la ciencia. En relación con los primeros, el lenguaje teológico se caracteriza por su capacidad de querer hacer inteligible el misterio, Una peculiaridad propia de este lenguaje es la dimensión "crítica», es decir la búsqueda de una precisión del lenguaje que haga posible la comunicación de sus asuntos y de los significados contenidos en sus términos. El hecho de que el lenguaje teológico se base en la revelación y en la fe no acarrea la consecuencia de una insignificancia del mismo, ni tampoco de su comprensión tan sólo dentro de un «juego lingüístico»: al contrario, puesto que se basa en un acontecimiento histórico, tiene que corresponder a la dinámica histórica que comparten todos los demás lenguajes: por tanto, se podrá pensar en el lenguaje teológico, dotado de una triple estructura que comporta: su fundamentación en la normatividad del lenguaje revelativo, su elaboración a la luz de las categorías que constituyen el saber científico y la superación en un lenguaje que tienda a expresar cada vez más la inexpresabilidad del misterio mismo de Dios. En una palabra, el lenguaje teológico es un lenguaje performativo; viene de una profesión de fe y dentro de ella actúa y opera, realizando lo que expresa. Por ser un lenguaje que tiene como fundamento la fe, tendrá que seguir la dinámica de la fe, que, por su propia naturaleza, es una búsqueda continua de inteligencia de su propio contenido y un testimonio cada vez más coherente del mismo en la vida cotidiana.

En referencia a otros lenguajes científicos, el lenguaje teológico se caracteriza por su carácter paradójico. A diferencia de otros, este lenguaje sabe que su cientificidad consiste en la fidelidad y coherencia con respecto al contenido de lo que dice. La revelación se deja pronunciar, pero al ser misterio, requiere que quede todavía mucho de él, ligado al lenguaje del silencio, que es en definitiva el único capaz de comprender la riqueza de la revelación.

Así pues, el lenguaje teológico no puede quedar fraccionado ni en la multiformidad de los lenguajes de la fe ni en la pluralidad de los lenguajes de la ciencia. Viene antes de los diversos lenguajes en que se expresa la fe, ya que comparte con esa fe la naturaleza de buscar la inteligencia de su creer; por otra parte, al tener como contenido el misterio, se diferencia de los lenguajes de la ciencia en que su decir estará constantemente dirigido a una superación dinámica.

Por consiguiente, el lenguaje teológico es un lenguaje que expresa la fe en la revelación y al mismo tiempo un lenguaje que reflexiona críticamente sobre este contenido: en virtud de este hecho, será menester que su criterio básico siga siendo la apelación a la analogía y a la universalidad. Con la primera, intentará expresar la semejanza del concepto en la mayor desemejanza con su contenido: con la segunda, intentará imprimir en sus afirmaciones la catolicidad, es decir, la fuerza de ser comunicado y comprendido por cada uno de los hombres,

R. Fisichella

BibI.: R. Fisichella, Lenguaje teológico, en DTF 825-830; D. Antiseri, El problema del lenguaje religioso, Madrid 1976: E, Schillebeeckx, Sígueme, Salamanca 1973; A, Dou (ed.), Lenguajes científico, mítico y religioso, Mensajero. Bilbao 1979; J Martín Velasco, Variaciones sobre el lenguaje religioso, símbolo, mito y razón, en L4 religión en nuestro mundo, Sígueme. Salamanca 1978; J. sádaba, Lenguaje religioso y filosofta analítica, Ariel, Barcelona 1977.