JUSTICIA
VocTEO
 

En todas las culturas está difundida una acepción filosófica, jurídica y judicial de la justicia. En la Biblia, sin embargo, la palabra «justicia» indica sobre todo el estado de conformidad de la persona con una visión trascendente de la humanidad, la que tiene Dios como creador y redentor del mismo hombre. Es un estado personal de buena relación y comunión con Dios, que se expresa en la dimensión litúrgica de la existencia (Sal 15; 17).

En el Antiguo Testamento el hombre justo es aquel que se adhiere por completo a la voluntad de Dios (Gn 15,6), que es fiel a la alianza y a sus obligaciones (Ez 20,21-24; Dt -9,16) Y proyecta luego este modo de vivir en las relaciones con los otros miembros de la comunidad social religiosa en que vive (cf. 1s 5,lss; Ez 18,lss), en particular con los que viven en apuros (cf. Am 2,lss; 5,lss; Sal 103,6; etc.). Dios es sumamente justo, es decir, conforme a su ser de manera perfecta y perpetua. Es justo porque se relaciona con Israel, siempre en relación con el pacto de alianza que lo une al pueblo. Por eso mismo, son comportamientos justos de Dios todas las acciones que realiza para salvar a Israel, para liberarlo de las situaciones de peligro, para garantizarle el futuro. Pero también es justo Yahveh cuando castiga la infidelidad y el pecado, tanto del pueblo como de los individuos. En efecto, el pecado y la infidelidad son aquellas realidades que provocan la caída de Israel en la injusticia, es decir, en la deformidad respecto a los deseos divinos y que provocan la ira punitiva, pero medicinal, de Dios.

Así pues, la justicia tiene dos caracteres de fondo: vertical, de relación con Dios, y horizontal, de referencia a la vida en común. El fin de la justicia es provocar en los hombres una forma de integridad de vida que sea una imagen de la justicia divina, pero también producir la retribución que Dios dará a los hombres sobre la base de su justicia.

Esta retribución, que por largo tiempo fue en el Antiguo Testamento de índole terrena Y material, se desplaza luego a la metahistoria. Los libros sapienciales harán consistir la justicia del piadoso israelita en la observancia amorosa de la ley divina (Ecl; Eclo; Sal 1;etc.).

En el judaísmo intertestamentario justicia es la preservación valiente de la fe en las persecuciones y dificultades, Y en la observancia práctica de todas las normas de vida dadas por Dios en la Ley escrita y oral. En los últimos siglos de la historia de Israel, cuando el peligro sea la degeneración idolátrica, justicia significará sobre todo resistir conservar la fe y despreciar la apostasía incluso a costa del martirio (1 Mac l, 7).

En el Nuevo Testamento, sin embargo, especialmente en Pablo pero también en otros textos, justicia indica la condición de redención que el hombre recibe como fruto de los acontecimientos pascuales de Cristo y de la acción del Espíritu Santo en la Iglesia, La fe en Cristo y la conformación cristológica real que se ofrece en el bautismo son el fundamento de la justicia cristiana, que es la experiencia incoativa del reino de Dios inaugurado por Cristo. Él es el rey-mesías de justicia prometido por Dios, que produjo un pueblo de justos (2 Cor 5,21) con su sacrificio expiatorio, sacando a todos de la injusticia y de la pretensión de justicia (paganos y hebreos). Esta justicia no es consecuencia de las obras del hombre, ni de la observancia de la ley divina (Rom 10,3; Flp 3,9), sino que es concedida por Dios en Jesucristo muerto y resucitado; es él el que quita el pecado y la injusticia de los hombres y les da la vida de Dios (el Espíritu), Cristo gobierna con su Espíritu ( 1 Cor 12) a este pueblo escatológico, al que ha dado una ley nueva para vivir con justicia, la que siguió él mismo y la que interioriza cada vez más en su pueblo, resumida en la regla de oro del cristiano: el amor a Dios que es también amor al prójimo (Mt 22,37-39). Mientras que la Iglesia actúa esta nueva forma de vivir, que hace al hombre idóneo para vivir ya la vida de Cristo en la historia con los dinamismos éticos que caracterizan a la vida cristiana (Sant 1 3), y lo extiende a todos los que no lo poseen todavía, aguarda con ansia el cumplimiento de la conformación escatológica con la justicia de Dios, sabiendo que la situación histórica es todavía de presencia simultánea de la justicia con la injusticia, mientras que sólo el reino futuro (Mt6, 33;13) es ajeno al pecado y a la injusticia.

T . Stancati

 

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