INTERCOMUNIÓN
VocTEO
 

Intercomunión se deriva de la palabra comunión, que significa que dos o más sujetos comparten una realidad común y participan de ella. Koinonía es la palabra del Nuevo Testamento que ha sido traducida por la palabra latina communio, y que se comprende como compartir unos bienes materiales (Rom 15,26; 2 Cor8,4:9,13), compartir el Evangelio (Flp 1,5), participar de los sufrimientos de Cristo (Flp 3,10), participar de la eucaristía (1 Cor 10.16) y compartir la misma vida de Dios (l-Jn 1,3).

La intercomunión surgió en el contexto del cristianismo dividido, es decir, después de haberse perdido la comunión plena entre las diversas comunidades cristianas. Se refiere a una cierta participación en las realidades espirituales, especialmente en la eucaristía, de los miembros de Iglesias y comunidades eclesiales divididas entre sí. Como tal. la intercomunión es una forma más restringida de la noción más amplia de communicatio in sacris (comunión en las cosas sagradas): tiene la connotación específica de compartir la eucaristía varios cristianos que no comparten la misma fe ni la misma vida eclesial.

Las diversas comunidades cristianas valoran la intercomunión de diversas formas. Las que ven la unidad de la Iglesia como una federación libre de comunidades relativamente autónomas, consideran la intercomunión como la meta del movimiento ecuménico. En este caso, la Iglesia habrá llegado a la meta de la unidad cuando los cristianos de cualquier comunidad específica sean admitidos a participar de la eucaristía celebrada por cualquier otra comunidad. La mayor parte de los cristianos rechazan esta comprensión de la unidad, ya que con ella no se intenta resolver las diferencias fundamentales.

En 1971, la Comisión Fe y Constitución del Consejo Ecuménico de las Iglesias publicó un estudio titulado Más allá de la comunión: en camino hacia la comunión en la eucaristía. La finalidad del movimiento ecuménico no es la intercomunión. sino más bien una plena comunión en la fe y en la vida que llega a su expresión más completa en la celebración comunitaria de la eucaristía.

Mientras que muchos rechazan la intercomunión como meta hacia la cual tiende el ecumenismo, un numero considerable de cristianos considera la intercomunión ocasional, celebrada en algunos momentos (como las reuniones ecuménicas), como un medio apropiado para construir una unidad más completa, basada en la fe común y en la vida cristiana que une ya, aunque imperfectamente, a los cristianos. La cuestión teológica que está en juego en este contexto es el hecho de que la eucaristía no es solamente expresión de la unidad de la Iglesia, sino también fuente de esta unidad. Por este motivo, algunas de las comunidades surgidas de la Reforma están en favor de la intercomunión ocasional como medio para crecer hacia la comunión plena.

En general, las Iglesias ortodoxas y la Iglesia católica ponen obstáculos al uso de la intercomunión como medio para curar las divisiones cristianas (UR 8), ya que viola el principio de que la eucaristía es la expresión perfecta de la plena comunión de fe y de vida que une a los miembros de la Iglesia entre ellos y con Dios. Compartir la eucaristía cuando no existe todavía esa comunión plena, viola el mismo significado de la eucaristía como expresión más alta de esta comunión.

Sin embargo, la Iglesia católica tiene en cuenta algunas ocasiones en las que es posible la intercomunión. Estas communicationes in sacris entre cristianos, cuyas comunidades están divididas todavía. se justifican, no como medios para establecer la unidad, sino más bien sobre la base de una verdadera unidad en la fe y en la vida eclesial ya existente y pensando en las necesidades pastorales que se presentan a veces. Debido a los vínculos tan estrechos que unen ya a las Iglesias ortodoxas y católica, en relación con la fe en los sacramentos y con la sucesión apostólica del ministerio, no sólo se permite a veces, sino que se aconseja compartir la eucaristía, la penitencia y la unción de los enfermos, siempre que se dé una auténtica necesidad pastoral, como por ejemplo la imposibilidad para un cristiano católico u ortodoxo de recibir los sacramentos de un ministro ordenado por su propia comunidad (cf UR 15).

Dado que la diferencia en la fe y en la sucesión apostólica es mucho mayor entre la Iglesia católica y las Iglesias y comunidades eclesiales derivadas de la Reforma, se prohíbe generalmente la intercomunión en esos sacramentos.

Sin embargo, en el caso de necesidad pastoral urgente, como el peligro de muerte o la cárcel, un sacerdote católico puede dar los sacramentos a cristianos de otras comunidades, si no tienen acceso a su propio ministro y si ellos piden libremente los sacramentos y profesan la fe católica en lo que se refiere a dichos sacramentos. (Direttorio per l'applicazione dei principi e delle normne sull'ecumenismo, 1993, 122-136; Communicatio in sacris).

W Henn

Bibl.: G. Koch, Intercomunión, en DTD, 374-376; D, Bosch, Para comprender el ecumenismo, Verbo Divino, Estella 1991. A. González Montes, Enchiridion oecumenicum, 2 vols., Salamanca 1986,