IMAGEN
VocTEO


La categoría de «imagen» representa sin duda el quicio de la antropología cristiana. Pero no puede hablarse adecuadamente de ella sin referirse a la persona y a la obra de Jesucristo. Según la enseñanza del concilio Vaticano II, «el misterio del hombre no se aclara de verdad, sino en el misterio del Verbo encarnado. Adán, el primer hombre, era en efecto figura del que había de venir, Cristo el Señor. Cristo, el nuevo Adán, en la revelación misma del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la sublimidad de su vocación» (GS 22).

Presentando al hombre como imagen semejante de Dios, la Biblia (cf. Gn 1,26-27) no pretende tanto dar una definición de él como poner de relieve la dimensión esencial y típica que está constituida por la relacionalidad. Y lo hace a partir del dato primordial de la obra creadora: si Dios ha dado la vida al hombre, lo ha hecho para que fuera el compañero de una alianza destinada a durar eternamente. Bajo este aspecto hay que recordar algunas acepciones complementarias presentes en la categoría en cuestión: existe una cierta conformidad entre la copia (el hombre) y el ejemplar (Dios), por lo que hay que decir que el hombre desempeña el papel de representante de Dios ante la creación entera; además, el hombre está llamado a compartir con el Creador el ejercicio de la soberanía sobre el mundo: el impulso hacia Dios que le hace descubrir su propia dimensión esencial religiosa representa finalmente la prueba de una pertenencia y ..J de un destino radical a él. También hay que recordar que la dignidad y el valor intangibles de la persona humana, incluidas las causalidades y capacidades más peculiares como la inteligencia, la voluntad, la libertad y el amor solidario, encuentran en la categoría de imagen su fundamento último y más adecuado.

La Tradición cristiana afirma que sólo Jesucristo es la imagen verdadera y perfecta de Dios (cf. Col 1,15a; 2 Cor 4,4; Heb 1,3a): este título remite directamente a la función de revelador definitivo de Dios que le compete a Jesús en virtud de su identidad de Hijo preexistente, que vive como encarnado en la misma comunión amorosa que lo une desde siempre con el Padre en el Espíritu Santo. Por consiguiente, sólo él es capaz de expresarlo, de darlo a conocer y de hacerlo accesible con la aplicación del título a la relación salvífica con el hombre, se formulan al menos dos tesis fundamentales.

La primera, que afecta a la función de mediador que desempeña Cristo va en la creación (cf. 1 Cor S,6; Col 1,16; Jn 1,3.10; Heb 1,2), afirma que el hombre ha sido creado por Dios a imagen de Cristo, el cual, siendo también el hombre verdadero y perfecto, constituye el ejemplar arquetípico. La segunda tesis, complementaria de la anterior, se basa en el hecho de que el Cristo Salvador es también el centro y el fin de toda la creación para asignar al hombre, convertido en nueva criatura por el bautismo, la meta de la conformidad o semejanza con él, que será total solamente cuando llegue su Parusía.

Y Battaglia

 

Bibl.: G. Barbaglio, Imagen, en DTI, 111, 131-145: Adán, en CFT. 1, 27-42: O, Flender Imagen, "eikon", en DTNT 340-341: J L. Ruiz de la Peña, Imagen de Dios, Sal Terrae, Santander 1988: C, Spicq, Dios y el hombre, según el Nuevo Testamento, Secretariado Trinitario, Salamanca 1979; B. Rey, Creados en Cristo Jesús, FAX, Madrid 1968,