IGLESIAS
VocTEO
 

La palabra «Iglesias», en plural, plantea el problema de armonizar la fe de que existe solamente una Iglesia de Cristo con el hecho de que hay muchas Iglesias cristianas. El Nuevo Testamento y la historia y la teología que vinieron - después atestiguan, por un lado, la unidad y la unicidad de la Iglesia, y por otro,- una diversidad legítima y necesaria dentro de la Iglesia. La importancia eclesiológica de la pluralidad de las Iglesias debería considerarse de dos maneras: a} hay que explicar la relación de las muchas Iglesias particulares con la única Iglesia universal: b} a partir del contexto de las comunidades cristianas divididas hay que preguntar dónde se encuentra la única Iglesia de Cristo y cómo se comprenden y se relacionan mutuamente las comunidades cristianas separadas.

1. Algunos historiadores de la eclesiología observan que en el primer milenio se puso generalmente el acento en las Iglesias locales, mientras que en el segundo milenio en Occidente se dio importancia a la Iglesia universal bajo el primado del papa. Debido sobre todo a su intención de presentar una doctrina más adecuada sobre el episcopado y de completar así la enseñanza sobre - la Iglesia que dejó incompleta el concilio Vaticano I, en el Vaticano II se insistió en la importancia de la Iglesia particular. La relación entre la Iglesia universal y las Iglesias particulares se explica así- en LG 23: «Cada obispo es el principio y fundamento visible de unidad en su propia Iglesia, formada a imagen de la Iglesia universal: y así en todas las Iglesias particulares y de todas ellas resulta la Iglesia católica una y única». La única Iglesia universal existe como comunión de Iglesias particulares que se intercambian mutuamente sus diversos dones, de tal manera que su unidad expresa la catolicidad de la Iglesia (cf. LG 13). Elementos de esta comunión en la unidad son: «la confesión de una sola fe, la celebración común del culto divino y la concordia fraternal de la familia de Dios» (UR 2; cf. LG 14). No siempre es fácil de mantener la armonía entre lo particular y lo universal, que requiere la cooperación de todos los miembros de la Iglesia, según el don propio de cada uno.

2. El hecho de que la comunidad cristiana se dividiera en muchos grupos autónomos, hace surgir la pregunta sobre dónde se puede localizar hoy la única Iglesia de Cristo. En el ámbito de la apologética teológica de la Contrarreforma, la teología católica identificó la única verdadera Iglesia de Cristo en la Iglesia católica de una forma más o menos exclusiva. Elaborando y profundizando la comprensión de las dimensiones espirituales de la Iglesia que están ya presentes en la Mystici corporis ( 1 §43) de Pío XII, el concilio Vaticano II observaba: «Es más: de entre el conjunto de elementos o bienes con que la misma Iglesia se edifica y vive, hay algunos y aun muchos y eximios que pueden existir fuera del recinto visible de la Iglesia católica: la palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, los otros dones interiores - del Espíritu Santo, y elementos visibles; todo esto, que proviene de Cristo y a él conduce, pertenece por derecho a la única Iglesia de Cristo» (UR 3: cf. UR 15-17; 2023; LG 15). Este reconocimiento lleva a varias consecuencias importantes.

Ante todo, los obispos eligieron expresamente la formulación de que la Iglesia de Cristo «subsiste en» la Iglesia católica (en vez de: «es'" la Iglesia católica). Esta expresión intenta diferenciar a la Iglesia católica de todas las demás comunidades cristianas: significa que la Iglesia que fundó Cristo está presente en la Iglesia católica con una plenitud y una indefectibilidad que no es posible encontrar en las otras comunidades cristianas. Sin embargo, al mismo tiempo, no se identifica exclusivamente a la Iglesia de Cristo con la Iglesia católica.

En segundo lugar, este reconocimiento de la presencia de elementos eclesiales fuera de los confines de la Iglesia católica llevó a una nueva valoración de las otras comunidades cristianas: "Por tanto, estas Iglesias y comunidades separadas, aunque creemos que tienen deficiencias, no carecen ni mucho menos de significación y peso en el misterio de la salvación. El Espíritu de Cristo no se ha desdeñado de valerse de ellas como medios de salvación, cuya eficacia proviene de la misma plenitud de gracia y verdad confiada a la Iglesia católica» (UR 3).

En tercer lugar, esta valoración de las otras comunidades cristianas origina una nueva forma de acercarse al ecumenismo por parte de la Iglesia católica. En vez de un ecumenismo de "retorno», los católicos reconocen ahora que ya gozan de una cierta comunión con otras comunidades cristianas según los diversos grados en los que comparten una fe común, una vida sacramental común y una estructura eclesial común. El ecumenismo es un esfuerzo por crecer en una comunión cada vez mayor hasta que se obtenga aquella plenitud de comunión que permita la celebración común de la eucaristía.

W . Henn

Bibl.: H. Fries, Iglesia e Iglesias, en R, Latourelle - G. 0'Co11ins, Problemas y perspectivas de teología fundamental, Sígueme, Salamanca 1982, 440-461 : G. Thils, La Iglesia y las Iglesias, Palabra, Madrid 1968; H. de .Lubac, Las Iglesias particulares en la Iglesia universal, Sígueme, Salamanca 1974: J M. Tillard, Iglesia de Iglesias. Sígueme, Salamanca 1991; Y Congar El episcopado y la Iglesia universal, Estela. Barcelona 1966