HIJO DE DIOS
VocTEO


Título cristológico con el que se expresa la realidad ontológica de la relación de Jesús de Nazaret con Dios. El título se encuentra en diversas expresiones del Antiguo Testamento. Su derivación debe relacionarse con la cultura y el uso egipcio. En efecto, el Éxodo y el Deuteronomio recogen varias veces el tema de la paternidad de Dios para contraponer la filiación de Israel a la de las tradiciones egipcias (cf. Éx 4,22) o para poner a Israel por encima de los demás pueblos (Dt 7,6- 10; 32,10). La literatura sapiencial aplicará también el título a diversas personas que actúan según la voluntad de Yahveh o para el bien de Israel; por eso se les da este título a los ángeles, a los reyes, a los sacerdotes o a los que tienen un cargo particular (Sal 29).

Un caso excepcional -pero que en el horizonte de la fe de Israel puede leerse sólo en clave adopcionista y de elección- es el texto de Sal 2,7, en donde por única vez se dice del rey: «Tú eres mi hijo; yo te he engendrado hoy ». En varias ocasiones también los profetas utilizan este título, pero orientando hacia su sentido justo; Yahveh es como un padre que corrige los errores de su pueblo.

El uso que de él se hace en el Nuevo Testamento indica la cima de las pretensiones de Jesús, ya que revela su conciencia de tener una relación totalmente única con Dios, a saber, la de la filiación. Este título puede intercambiarse por el de «hijo» o por la invocación al «padre»; incluso en la teología diferente de cada autor, esta expresión revela en todos los casos la misma perspectiva de fondo: Jesucristo es el Hijo de Dios de forma única y absoluta. Jesús no usó nunca la expresión «hijo de Dios» para aplicársela a sí mismo, pero su comportamiento y su lenguaje sustituyen esta ausencia. En su comportamiento general, manifiesta que tiene con Dios una relación filial que lo lleva a llamarlo «abba", es decir, «papá» en el orden natural. En el relato de algunas parábolas (Mc 12,1-12) sitúa al personaje del hijo y no permite ningún equívoco en este sentido. En su trato con el Padre, Jesús usa la expresión «padre mío» y la distingue del uso que deben hacer los discípulos de «nuestro padre» (Mt 11,20), ya que si ellos se convierten en hijos es sólo porque él es el hijo.

La comunidad primitiva, recordando la enseñanza de Jesús, se dirigió cada vez más frecuentemente a Dios llamándolo e invocándolo como Padre; una mirada al evangelio de Juan muestra que se emplea 109 veces el título de «padre» para Dios. Si se lo compara con las 4 veces que lo usa Marcos, se puede deducir que a finales del siglo 1 la comunidad asumió definitivamente esta expresión como sinónimo de Dios.

La fe ve en Jesús Hijo de Dios la verdad de la condición real de Jesucristo, verdadero Dios por ser Hijo del Padre.

R. Fisichella

Bibl.: L. Sabourin. Los nombres y los títulos de Cristo, San Esteban, Salamanca 1965, 264-277. O. Michel, Hijo de Dios, en DTNT, 11. 292-'301; R. Fisichella, La revelación, evento - y credibilidad, Sígueme, Salamanca 1989; M, Hengel, El Hijo de Dios, sígueme Salamanca 1978,