GNOSIS
VocTEO
 

La gnosis es una forma particular de conocimiento de los misterios divinos por parte de unos iniciados, que puede percibirse en muchas corrientes filosóficas del mundo antiguo; es distinta por su modalidad, su objeto y su finalidad la gnosis del gnosticismo, conocido movimiento religioso que surgió en el siglo 1 d.C. y que floreció notablemente en el siglo II. En esta segunda acepción la gnosis es una forma de conocimiento religioso que tiene por objeto al hombre, que se transmite/revela esotéricamente, que tiende a la salvación de quien la recibe y a la solución de los interrogantes más angustiosos del hombre (el sentido de la vida, su finalidad, la purificación/generación/regeneración).

Si todavía hay muchos puntos obscuros en el estudio de las raíces históricas del movimiento, sus motivaciones tienen que buscarse en una angustia existencial que agitó a los dos primeros siglos de la era cristiana, con elementos tanto paganos como cristianos. Se advierte una cierta desorientación y un fuerte malestar frente al cosmos: para el gnóstico los infiernos han roto las fronteras y se han extendido por el mundo, llegando incluso a identificarse con el mundo, condenado por el gnóstico que considera su verdadera patria al pleroma, una especie de mundo que sería el de la belleza divina resplandeciente.

Relaciones con el cristianismo.- Hay escritos gnósticos no influidos por el cristianismo, mientras que existe una gnosis cristiana que se presenta, en particular, como reflexión cristológica y que, a pesar de sus diferencias éticas, antropológicas y soteriológicas palpables, guarda notables convergencias de oración y de fe con la fe cristiana y tiene una concepción del mundo similar en bastantes aspectos. La visión gnóstica del cosmos es dualista: separa en el mundo la luz de las tinieblas y en el hombre el principio espiritual del material: esta infravaloración lleva al gnosticismo a rechazar la concepción judeo-cristiana del único Dios creador dado que el dualismo cósmico exige dos principios creadores. Es singular la figura del demiurgo, creador de este mundo e identificado generalmente con el Dios del Antiguo Testamento, al que se contrapone el verdadero Dios, «Padre del Todo», que los textos describen como inefable, imposible de alcanzar por ninguna potencia o límite creatural; este Dios, sin embargo, es el Padre de la Grandeza, del que explotará la plenitud del Todo, es decir, la plenitud del mundo de los eones. En la literatura gnóstica se advierte cierto optimismo soteriológico que ilumina la reflexión de los maestros de la escuela de Valentín a finales del siglo II, con algunos acentos en el siglo III. También se percibe una tensión a la salvación universal, traída por el salvador, enviado por el Primer Misterio, y anunciador de gnosis y de misterios para todos los que quieren recibirlos; si éste es un factor cultural francamente positivo, no logra sin embargo disimular las grietas de aquellos sistemas gnósticos que habían relegado la salvación a ciertas experiencias reservadas a los elegidos. El perfeccionismo gnóstico del siglo II fue dejando gradualmente su exclusivismo para iluminar a cualquier alma que quisiera recibir la gnosis y los misterios; y es precisamente este substrato el que explica la fácil penetración y aceptación por su parte de las ideas soteriológicas cristianas. Los autores de hoy después de haber abandonado definitivamente la tesis heresiológica a propósito de la gnosis, subrayan hondamente este substrato común de cultura y de tensión espiritual, sin ignorar que, a pesar de las investigaciones puntuales de los últimos años, todavía hay puntos obscuros sobre los aspectos cultuales de los gnósticos y sobre esa relación tan singular con el cristianismo, que todavía está por aclarar.

G. Bove

Bibl.: G. Filoramo, Gnosis, gnosticismo, en DPAC, 1, 952-956: Ph. Perkins. Gnosis, en DTF, 498-504,