FUENTE Q
VocTEO
 

 La sigla «fuente Q", o sencillamente «Q», se deriva del alemán Quelle («fuente»), que da origen a Reflenquelle («fuente de los discursos o dichos» de Jesús). Se habla de esta fuente en la crítica histórico-literaria de los evangelios, y en especial en relación con la «teoría de las dos fuentes », que serían precisamente el evangelio de Marcos y Q.

Ya F Schleiermacher ( 1832) pensaba que había interpretado rectamente el testimonio patrístico de Papías de Gerápolis (siglo 11 d.C.) sobre los «discursos» de Jesús presentes en Mt. Papías se habría referido implícitamente a la que, de manera formal, sería llamada «fuente Q» por C. H, Weiss en 1838. En la historia de la interpretación posterior la fuente Q ha estado cada vez más sujeta a progresivos cambios, sobre todo los estudios de K. A. Creddo mediante ner (1836), C, H. Weiss (1838), C. G.Wilke (1838i, H. G, Holtzniann (1863i, J C. Hawkins (1899), J Wellhausen (1905) y A. Harnack ( 1907).

Así pues, el contexto central en que se coloca la fuente Q es el de la "cuestión sinóptica» ( sinópticos) que la mayor parte de los exegetas del siglo XIX y de la primera parte del xx piensan resolver con la "teoría de las dos fuentes». Así, el evangelio más antiguo sigue siendo el de Lc; de él sacaron material, aunque de forma independiente, tanto Mateo como Lucas. Sin embargo, Mt y Lc son mucho más extensos que Mc y contienen algunos discursos o logia de Jesús, totalmente ausentes de Mc, En términos cuantitativos se trata de unos 200 versículos, que se refieren sobre todo a la vida pública de Jesús. Al revés, parece ser que la fuente Q no recoge testimonios sobre la pasión de Jesús. Efectivamente, en esta sección los sinópticos contienen un material prevalente de «triple tradición», o bien de un Sondergut , es decir. de un «material propio» de cada evangelista. A partir de estos resultados se ha pensado en una fuente paralela de Mc igualmente escrita, que daría razón del fenómeno sinóptico.

En una consideración global sobre la formación del Nuevo Testamento no debería sorprender una colección escrita de "dichos» del Señor. Por otra parte, Pablo utilizará con frecuencia el mensaje de Jesús como normativo para sus comunidades (cf. 1 Tes 4,15; 1 Cor7 10; 9,14; 1 1,23). Además, el evangelio de Tomás, que proviene de los papiros gnósticos de Nag Hammadi, que consiste en una colección de dichos del Señor, nos hace pensar que pudo haber otra colección paralela, como podría ser la fuente Q.

En la práctica, las perícopas principales de la fuente Q consistirían en la predicación de Juan Bautista (Mt 3,7-10; Lc 3,7-9), en la numeración específica de las tentaciones (Mt 4,3-11; Lc 4,3-13), en la pregunta mesiánica del Bautista desde la prisión y el consiguiente testimonio de Jesús (Mt 11, 12-19; Lc 7,18-35), en la parábola de la mota y de la viga en el ojo (Mt 7,3~5: Lc 7,41 -42) y en la escatológica del ladrón que llega por la noche (Mt 24,43-44; Lc 12,39-40); finalmente en el milagro sobre el siervo del centurión (Mt 8,5-13; Lc 7,1-10).

Por lo que se refiere a la fecha de composición de Q, resulta difícil la elección de Mc como término de comparación; en efecto, se sigue discutiendo el origen pre o posmarcoano dc Q, De todas formas, partiendo del presupuesto de que Q representa una fuente real del material sinóptico, la mayor parte de los exegetas propone el 50-70 como limitación máxima.

En primer lugar, de estas perícopas seleccionadas se puede observar que, de hecho Q no refiere solamente los «dichos» de Jesús, sino también algunas narraciones como el milagro del siervo del centurión; también están presentes algunos elementos narrativos en la pregunta hecha por Juan Bautista sobre la mesianidad de Jesús, Por eso, respecto a Q, como para los sinópticos. algunos autores (cf W, Haupt y C. S. Patton) prefieren referirse además a ciertas fases de composición que, a su vez, podrían hacer pensar en una Ql, una Q2, una Q3.

Por otro lado, a partir de las pericopas que se pueden atribuir a la fuente Q, se ha intentado trazar también la fisonomía de su comunidad, lo mismo que se ha hecho con los sinópticos. Por lo que se refiere al origen de la comunidad, muchos piensan que Q proviene de Palestina (W. G. KUmmel). En efecto, si se considera más fiel a Q el evangelio de  Mateo, la identidad de Q resultaría más cercana al ambiente «judaizante». Al revés, si se da la preeminencia al evangelio de Lucas, Q parece relacionada más bien con el ambiente helenista. Por tanto, podemos decir que las dos hipótesis se afirman y se niegan mutuamente.

Desde el punto de vista del contenido, a partir de las perícopas colocadas en Q, se reconoce ante todo una cristología «jesuana», es decir, en un mensaje que pone el acento en la vida pública de Jesús y no tanto en su muerte y resurrección. Además, Q parece poner el acento no tanto en los milagros de Jesús como en sus «discursos» y en su dimensión sapiencial que destaca sobre todo en las parábolas: Jesús es ante todo el Maestro. Finalmente, no debemos olvidar la connotación escatológica del mensaje evangélico recogido en Q: quizás su comunidad atestigüe más que las otras la inminencia de la parusía. Esto se vería confirmado por el papel especial que Q atribuye a la figura de Juan Bautista, cuya predicación primitiva y cuya relación con Jesús se exponen de manera especial.

Así pues, es necesario reconocer que  se trata de una hipótesis y que habrá que seguir considerándola como tal, sin convertirla en un documento del que no tenemos ninguna cita.

De todas formas, queda en pie el aspecto fundamental positivo de que Q permite dar razón, en cierto sentido, de las notables semejanzas entre algunas perícopas de Mt y de Lc. Q ofrece una buena hipótesis de trabajo incluso para la crítica literaria contemporánea. Naturalmente, sigue siendo necesario valorar la relación de Q no sólo con Mc, como a menudo se ha intentado señalar, sino sobre todo con Mt, por una parte, y con Lc, por otra. En definitiva, la primariedad del análisis literario no corresponde a las fuentes en cuanto tales, que a menudo se revelan tan sólo como hipótesis, sino más bien a su función respecto a la redacción final de cada uno de los evangelios.

 A. Pitta

 

 Bibl.: P Grelot, Los evangelios, Origen, fechas, historicidad, Verbo Divino, Estella 1984: R. Latourelle, A Jesús el Cristo por los evangelios, Sígueme, Salamanca 1982; J, R. Scheifler, Así nacieron los evangelios, Mensajero, Bilbao 1975; F, Gast, El problema sinóptico, en Comentario bíblico San Jerónimo, 111, Cristiandad, Madrid 1971, 11-24