FILIOQUE
VocTEO
 

La introducción del Filioque en el símbolo niceno-constantinopolitano, decidida por el sínodo de Braga (675), acogida en la Galia en tiempos de Carlomagno y aceptada también finalmente por la Iglesia romana (por el 1013), habría de convertirse en una de las cuestiones más espinosas en la disensión entre la Iglesia occidental y la bizantina. Esta fórmula se introdujo para indicar que el Espíritu Santo procede del Padre y del Hijo. Fue defendida por el patriarca Paulino de Aquileya en el sínodo de Cividale del Friuli (796); también la usaban los monjes francos en el monte de los Olivos de Jerusalén, y por esto eran atacados duramente y declarados herejes por los griegos (808). Tras las quejas de los griegos, el Occidente intentó dialogar sobre el tema y el Filioque fue defendido por Teodolfo, obispo de Orleans, con un tratado De Spiritu Sancto, escrito por encargo de Carlomagno, mientras que también el sínodo de Aquisgrán, del 809, se declaraba en su favor. León II (795-816), aunque reconocía ortodoxa la fórmula, en aras de la paz y por consideración con los griegos, desaprobó su uso en el credo, haciendo erigir en la basílica de San Pedro dos tablas en las que estaba grabado el Credo en latín y en griego sin el Filioque; pero los francos no acogieron los deseos del papa; más tarde este añadido fue acogido también por la Iglesia romana por consejo del emperador Enrique II. En la lucha del patriarca Cerulario contra Roma (1054) la cuestión del Filioque tuvo, por desgracia, una parte bastante funesta.

G. Bove

 

Bibl.: M, Jugie, De processione Spiritui Sancti ex fontibus revelationis. Roma 1936 J. N, D. Kelly, Primitivos credos cristiano Secretariado trinitario, Salamanca 19S0; J M. Garrigues, El Espíritu que dice ¡Padre! El Espíritu Santo en la vida trinitaria el problema del Filioque, Secretariado trinitario, Salamanca 1982; B, Studer, Filioque, CD DPAC, 1, S74; M. M. Garijo GUembef Filioque, en DTDC, 545-554,