ESTADO
VocTEO
 

El concepto de "Estado" no tiene un carácter universal, sino que designa una forma de ordenamiento político que surgió en torno al siglo XIII y que ha sufrido un amplio proceso de transformación. En efecto, con el término "Estado" se indica la ordenación estable de un pueblo formado por ciudadanos que residen en un territorio bajo una autoridad suprema, la cual -según la conocida teoría de Max Weber- ejerce el monopolio de la fuerza legítima. Es importante en este sentido la distinción entre el Estado-aparato y el Estado-comunidad. El primero está constituido por los que mantienen el poder legal y los órganos de dirección; el segundo está representado por el  conjunto de ciudadanos miembros de la comunidad política y por los grupos en que se articula la sociedad civil.

La evolución del Estado moderno  está caracterizada por el paso de una concepción absolutista, teorizada por Maquiavelo y que culminó en la filosofía alemana del siglo XIX, a una concepción democrática, que tuvo primero su expresión en el Estado liberal burgués y luego en el llamado Estado social (Welfare state). Así pues, el esfuerzo que se fue realizando gradualmente fue el de establecer una relación no conflictiva entre el Estado y la sociedad. Esto se consiguió, en una primera fase, mediante la fijación legal de los derechos y deberes de los ciudadanos y a través del dispositivo de la distinción de los poderes (legislativo, ejecutivo y judicial), a fin de delimitar los ámbitos de ejercicio de la autoridad y frenar cualquier albedrío; en una segunda fase, mediante la composición armónica de los derechos de libertad con los derechos sociales, y por consiguiente con una atención particular a las necesidades de las clases subalternas, a fin de integrarlas en el entramado social. La concepción elitista del Estado, propia de la ideología liberal, que dio vida a un régimen de democracia formal, se vio sustituida por entonces por una concepción más participativa y solidaria, marcada por la búsqueda de una democracia substancial.

El Magisterio social de la Iglesia ha  concurrido a esta maduración. La afirmación de la dignidad de la persona y de la inviolabilidad de sus derechos, la superación de la teoría de la indiferencia respecto a los diversos tipos de gobierno, la insistencia en el concepto de bien común y sobre todo la formulación de los principios de solidaridad y de subsidiaridad, son los parámetros éticos que están en la base de una doctrina católica del Estado. Se impone gradualmente la convicción de que la democracia es el único sistema aceptable de gestión de la cosa pública, que sin embargo tiene necesidad de ser vivificada por un gran sentido ético y  por formas amplias de participación  solidaria. El Magisterio más reciente -en particular el de Pablo VI y el de Juan Pablo II- dilata ulteriormente la perspectiva, poniendo de relieve la exigencia de superar los límites de la soberanía nacional con vistas a la actuación de una auténtica comunidad internacional, dirigida a sanear los desequilibrios que existen entre el Norte y el Sur de nuestro planeta.

A pesar de estas solemnes afirmaciones de principio, la realidad está hoy muy lejos de sus niveles óptimos. Todavía se dan situaciones de Estados totalitarios, en los que se niegan de hecho los derechos fundamentales de la persona, mientras que donde se ha aplicado el método democrático afloran problemas de gran envergadura, como los que se refieren a la definición de la representación y a la realización de una igualdad efectiva entre los ciudadanos. La plena realización de la democracia supone por tanto una profunda renovación estructural, que exige una redefinición del sistema económico y político. Es decir, se trata de replantear de raíz el concepto de  Estado en la óptica de una relación más estrecha con la sociedad y de una apertura universalista que permita vencer las tentaciones nacionalistas. En otras palabras, se trata de dar al Estado moderno nuevos contenidos de valor que garanticen una construcción de más fecunda del bien colectivo.

 G. Piana

 

  Bibl.: U. Matz, Estado en CFF 11, 39-57. R. Coste, Moral internacional, Herder, Barcelona 1967; H. A. Rommen, El Estado en el pensamiento católico, Instituto de Estudios Políticos, Madrid 1956; M. García-Pelayo, Las transformaciones del Estado contemporáneo, Alianza, Madrid 1977; L. Passerin d'Entreves, La noción del Estado, Euroamérica, Madrid 1970.