ECUMENISMO
VocTEO
 

 El significado del ecumenismo queda bien expresado en la descripción que hace el concilio Vaticano II del movimiento ecuménico: "Por "movimiento ecuménico" se entienden las actividades e iniciativas que se emprenden y organizan para fomento de la unidad de los cristianos, según las diversas necesidades de la Iglesia y las diversas circunstancias temporales...," (UR 4). El término ecumenismo se deriva de la palabra griega oikoméne, que quiere decir la tierra entera habitada, y que se usa a veces para describir los esfuerzos dirigidos a promover la armonía entre los representantes de todas las diversas religiones e incluso entre todos los pueblos. Esta voz es la que utiliza el decreto sobre el ecumenismo del concilio Vaticano II, restringiendo su significado al tema del restablecimiento de la unidad (Unitatis redintegratio) entre los cristianos.

Se dice generalmente que el movimiento ecuménico contemporáneo comienza con la Conferencia misionera mundial celebrada en Edimburgo (Escocia) en 1910. Esta conferencia se debió principalmente a la intensificación de la actividad misionera de los protestantes en el siglo XIX por África, Asia y Oceanía. La experiencia de llevar consigo sus divisiones a los pueblos a los que intentaban presentar a Cristo llevó a estos misioneros a comprender de forma viva el escándalo de la división cristiana y el modo en que ésta es un obstáculo para la misión de  la Iglesia. La conferencia de Edimburgo dio origen a la fundación del Consejo misionero mundial y contribuyó además a la erección de otras dos organizaciones dedicadas a promover la unidad de los cristianos: el movimiento Vida y Trabajo (Estocolmo 1925) para fomentar la colaboración de los cristianos en la obra de justicia y de paz, y el movimiento Fe y Constitución (Lausana 1927), que buscaba la unidad de la doctrina y de la estructura de la Iglesia. Estas diversas formas de estimular la unidad de los cristianos siguieron adelante hasta que todos estos movimientos se unieron para formar el Consejo ecuménico de las Iglesias, fundado en Amsterdam en 1948.

Por parte de los ortodoxos, el patriarca ecuménico de Constantinopla promovió activamente el acercamiento cristiano a través de cartas encíclicas desde comienzos del siglo XX. Los ortodoxos participaron en muchas de las discusiones que dieron origen a la fundación del Consejo ecuménico de las Iglesias; desde 1961 la mayor parte de las Iglesias ortodoxas son miembros del mismo.

Desde los tiempos de León XIII, la  Iglesia católica romana mostró su interés por la unidad de los cristianos a través de las cartas papales (Satis cognitum, de León XIII, en 1896; Mortalium animos, de Pío XI, en 1928; Ad Petri cathedram, de Juan XXIII, en 1959), de conversaciones bilaterales con los anglicanos, bajo la guía del Padre Portal (1855-1926) y de lord Halifax (18391934), y del ecumenismo espiritual estimulado por el movimiento Una Sancta en Alemania y por Paul Couturier (1881-1953) en Francia. No obstante, la actitud católica era de prudencia, permitiendo la participación solamente a unos pocos observadores atentamente seleccionados. Por este motivo se puede decir que el concilio Vaticano II marcó un giro ecuménico en la Iglesia católica, en cuanto que estimuló a todos los católicos a participar en el movimiento ecuménico. El decreto sobre el ecumenismo, Unitatis redintegratio, se publicó el 21 de noviembre de 1964, el mismo día de la Lumen gentium. La fundación del Secretariado (desde 1989, Consejo) para la promoción de la unidad de los cristianos no solamente ha promovido una sensibilidad ecuménica en la redacción de todos los documentos del concilio Vaticano II, sino que ha dirigido la realización del compromiso católico en el ecumenismo desde la clausura del concilio.

Dos factores indicativos tienen una  importancia primaria para la manera en que la Iglesia católica se refiere al ecumenismo, gracias al concilio Vaticano II. El primero es un factor teológico : la unidad de la Iglesia universal se comprende como comunión de Iglesias locales, cada una de las cuales profesa la misma fe, celebra los mismos sacramentos y comparte la misma vida según la estructura que se le transmitió a lo largo de las épocas desde el tiempo de los apóstoles. Dentro de este marco eclesiológico general, el movimiento ecuménico representa un crecimiento desde una comunión imperfecta hasta una comunión plena, que no debe confundirse con la uniformidad, sino que deja amplio espacio para la diversidad católica legítima. El segundo factor es que las comunidades cristianas divididas comparten ya muchas cosas en común. En efecto, se reconoce que las Iglesias y las comunidades eclesiales que no están en plena comunión con el obispo de Roma poseen, sin embargo, en diversos grados, algunos de los elementos esenciales que constituyen la Iglesia. Hay, por tanto, diversos grados en la comunión que ya existe entre la Iglesia católica y las otras Iglesias y comunidades eclesiales.

La finalidad del movimiento ecuménico es trabajar sobre la comunión ya existente para llegar a la plenitud de comunión en la fe, en los sacramentos y en la estructura, que es la unidad querida por Cristo en la Iglesia. Dado que las divisiones cristianas implican toda una serie de factores, el ecumenismo es una tarea multidimensional. Parte de esta tarea es el ecumenismo espiritual, es decir, la oración por el don de la unidad y por la gracia de la renovación, para que todos los cristianos sean más fieles a su llamada común a la santidad. Ejemplos de esta forma de ecumenismo son el octavario anual de oración por la unidad de los cristianos ( 18-25 enero) y otras muchas formas de colaboración en la oración a nivel regional y local. El ecumenismo doctrinal se presenta principalmente bajo la forma de diálogos teológicos, tanto bilaterales como multilaterales, a nivel internacional, nacional, regional o local. El ecumenismo doctrinal ha obtenido grandes logros en la superación de muchas falsas impresiones, en la aclaración de la extensión de la unidad y en el establecimiento de los puntos reales de diferencia ( Diálogo ecuménico). También  se puede hablar de un ecumenismo pastoral, que tiene lugar cuando los pastores de algunas comunidades divididas colaboran en la atención pastoral a sus fieles, especialmente en casos como la atención a los esposos y a las familias de matrimonios mixtos. Finalmente, el testimonio común por la paz, la justicia y la integridad de la creación parece ser un camino importante en el que los cristianos tienen la posibilidad de actuar juntos, a pesar de sus divisiones.

 W Henn

 

 Bibl.: y Congar, Aspectos del ecumenismo,  Estela, Barcelona 1965; G. Thils, Historia doctrinal del movimiento ecuménico, Rialp, Madrid 1965; J Sánchez Vaquero, Ecumenismo, Salamanca 1979. J Bosch, Para comprender el ecumenismo, Verbo Divino, Estella 1993; J E. Vercruysse, Introducción a la teología ecuménica, Verbo Divino, Estella 1993.