ECLESIOLOGÍA
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 Se llama así aquella parte de la teología dogmática que estudia la realidad de la Iglesia. El tratado de eclesiología, entendido de Forma orgánica y completa, tiene una historia relativamente reciente. H. X. Arquilliere señala como «el tratado más antiguo sobre la Iglesia» el De regimine christiano (1301-1302) de Santiago de Viterbo.

Los primeros pasos hacia un auténtico De ecclesia pueden verse en el tratado homónimo de Juan de Ragusa (+ 1433) y en la grandiosa Summa de Ecclesia (1453) de Juan de Torquemada. Esto no significa que no hubiera antes una reflexión de carácter eclesiológico. Sin querer aludir a la riqueza temática sobre la Iglesia en los textos del Nuevo Testamento, ya en la protopatrística pueden señalarse importantes indicaciones eclesiológicas.

Ocupa, por ejemplo, un lugar importante san Ignacio de Antioquía, en cuyas cartas encontramos indicaciones fundamentales sobre la unidad de la Iglesia y sobre su estructura jerárquica. En San Ireneo de Lyón se desarrolla ampliamente el tema de la apostolicidad de la Iglesia. Ocupa también un lugar destacado san Cipriano, sobre todo con su escrito De ecclesiae unitate. Una teología muy elaborada sobre la Iglesia es la que expone san Agustín, que trató de ella tanto en su actividad homilética y epistolar como en sus obras polémicas contra el donatismo y el pelagianismo; su tema característico es el tema, de clara inspiración paulina, de la Iglesia como cuerpo de Cristo. En general, la eclesiología de los Padres se expresa sobre todo a través de una multitud de imágenes, de las que se deduce un sentido muy vivo de la Iglesia. Entre ellas destaca la imagen de la Ecclesia Mater, que con pleno acierto K. Delahave ha señalado como una idea eclesiológica guía en los tres primeros siglos del cristianismo, así como la de la Ecclesia Sponsa, sobre todo en los comentarios al Cantar de los Cantares.

La teología medieval demuestra  también un fuerte sentido de la Iglesia.

Aparece en aquellos autores su interés por desunir a la Iglesia ea correspondencia con la nueva situación eclesial y se advierte en ellos la influencia agustiniana respecto a las cuestiones sobre la capitalidad de Cristo (de Christo Capite) y la pertenencia como miembro al Corpus Ecclesiae. Por lo que se refiere a santo Tomás, aunque no escribió un tratado especial sobre la Iglesia, no cabe duda de que tuvo una idea muy rica y precisa de la misma. En el plan de su Summa Theologiae la idea de Iglesia engloba todo el itinerario del retorno del hombre a Dios (cf. Pars Secunda). Desarrolló también la eclesiología en las cuestiones relativas a la cristología y a los sacramentos. En el siglo XIII, bajo la influencia de las órdenes mendicantes, se desarrolla ulteriormente una eclesiología universal y se impone progresivamente la teoría de la autoridad pontificia como plenitudo potestatis.

La Reforma protestante provocará un planteamiento cada vez más apologético de la eclesiología, abriendo camino para una elaboración más precisa del tratado De Ecclesia.

En la época postridentina la teología preferirá considerar a la Iglesia como sociedad organizada según un modelo piramidal. En sus formas más excesivas, se la describe como una organización en la que Cristo y el Espíritu habrían intervenido simplemente en su origen respectivamente como fundador y como garantía de su autoridad. Es conocida la fórmula con que Mohler resumió la eclesiología naturalista de la Ilustración: «Dios creó a la jerarquía y de esta manera proveyó suficientemente a sus necesidades hasta el fin del mundo,.

Cada vez más fuertemente el término «Iglesia' irá indicando a la jerarquía y, concretamente, al papado. Se describirá a esta Iglesia mediante la noción de societas perfecta : posee en sí misma todo cuanto necesita para alcanzar sus propios fines.

En el siglo XIX la eclesiología recibe un nuevo impulso de los teólogos de la «escuela de Tubinga' (J A. Mohler, J. E. von Kuhn y otros). Otros teólogos que actuaron en esta misma dirección fueron F. Pilgram y M. J Scheeben. En Roma destaca la enseñanza eclesiológica de C. Passaglia, C. Schrader, G. Perrone, J. B. Franzelin («Escuela romana'). Es significativa la obra de Dom A. Gréa titulada De l'Église et so divine constitution ( 1885).

En 1870 el dogma del Vaticano I sobre el primado del romano pontífice y su magisterio infalible lleva a su máxima expresión una eclesiología centrada en el ministerio petrino. Entre tanto va avanzando aquel que, debido a su enorme y espléndida producción eclesiológica, se llamaría «el siglo de la Iglesia» (O. Dibelius). Por otra parte, la reflexión eclesiológica estará sostenida por importantes intervenciones magisteriales: sobre todo las encíclicas Satis cognitum ( 1896) y Divinum illud ( 1 897), de León XIII, y Mystici corporis (1943), de Pío XII. Las tendencias eclesiológicas que habían ido madurando hasta este momento, bajo el impulso de la renovación bíblica, patrística y litúrgica, encontrarán acogida en el concilio Vaticano II, que dedicará a la eclesiología la Constitución dogmática Lumen gentium (1964).

M. Semeraro

 

Bibl.: A. Antón, El misterio de la Iglesia, 2 vols., BAC, Madrid 1896; Y Congar, La eclesiologia desde san Agustín hasta nuestros días, BAC, Madrid 1976; S. Dianich, Eclesiologia, en DTI, 11, 300-318; R, Velasco, La eclesiologia en su historia, Valencia 1976: S Pié-Ninot, Introducción a la eclesiologia, Verbo Divino, Estella 1995.