DIVINO AFFLANTE SPIRITU
VocTEO
 

El documento teológicamente más importante sobre la sagrada Escritura emanado por pío XII fue la encíclica Divino Afflante Spiritu, del 30 de septiembre de 1943. El motivo o, mejor dicho, la ocasión de la nueva encíclica fue la celebración (EB 538) del cincuentenario de la otra gran encíclica Providentissimus, de León XIII.

Después de considerar la enseñanza sobre la Escritura y la promoción de la difusión de la Biblia por parte de los predecesores de León XIII en adelante, pío XII vuelve a confirmar la enseñanza de fe: 1} sobre la inspiración extendida a toda la Biblia (EB 538); 2} sobre la canonicidad, tal como la enseñó el Tridentino (EB 538); 3} sobre la inerrancia, teniendo presentes los principios relativos a los textos que tratan de cosas científicas.

Pasa luego a examinar los criterios que avudan y educan para una recta interpretación del texto sagrado.

Se van proponiendo por orden :

1 El conocimiento de los resultados de las exploraciones arqueológicas y en particular de los nuevos papiros descubiertos (EB 547).

2. La pericia en las lenguas bíblicas y en las demás lenguas orientales (EB 547).

3. La crítica textual, cuya importancia se subraya repetidas veces (EB 549).

4. Con este instrumental (conocimiento de las lenguas y texto restituido críticamente) los exegétas "deben buscar con toda diligencia el sentido literal de las palabras, ayudándose del conocimiento de las lenguas, del contexto, de la confrontación con pasajes similares, es decir, de todas aquellas cosas de las que se suele aprovechar también la interpretación de los escritos profanos, a fin de poner limpiamente a la luz el pensamiento del autor» (EB 550 a).

5. Pero el hecho de que la sagrada Escritura sea Palabra de Dios inspirada implica que hay que tener presente como criterio interpretativo: a} «las explicaciones y declaraciones del Magisterio eclesiástico"; b} "las exposiciones de los santos Padres»; c} «la analogía de la fe" (EB 551).

6. Una orientación ulterior del trabajo exegético es «la búsqueda del sentido espiritual, con tal que resulte que Dios lo ha puesto allí" (EB 552).

A partir de aquí se toma en consideración la naturaleza de la inspiración desde el punto de vista psico-físico del hagiógrafo (EB 555-556), para pasar luego a tratar de los géneros literarios.

Por primera vez en el Magisterio encontramos una explicación de lo que son los géneros literarios. "Los antiguos orientales, para expresar sus conceptos, no siempre usan aquellas formas o géneros de hablar que usamos hoy nosotros, sino más bien los que estaban en uso entre las personas de sus tiempos y de sus países" (EB 558). Ya nadie que tenga un justo concepto de la inspiración bíblica le extrañará que también en los escritores sagrados, como en todos los antiguos, se encuentren ciertas maneras de exponer y de narrar, ciertos idiotismos, propios especialmente de las lenguas semíticas, ciertos modos hiperbólicos o aproximativos, a veces incluso paradójicos, que sirven para grabar mejor en la mente lo que se quiere decir» (EB 559).

Se formulan a continuación los principios para usar rectamente los géneros literarios.

«El exegeta no puede establecer a priori cuáles son los géneros literarios, sino sólo tras un detenido examen de las antiguas literaturas de Oriente » (EB 558).

Ninguno de los géneros «tiene que excluirse de los Libros sagrados, con tal que el género de hablar adoptado no repugne a la santidad de Dios ni a la verdad de las cosas» (EB 559).

«Con el conocimiento señalado y con la exacta valoración de los modos y de los usos de hablar y de escribir entre los antiguos, se podrán resolver muchas objeciones suscitadas contra la veridicidad y el valor histórico de las divinas Escritúras; dicho estudio llevará igualmente a una comprensión más clara y luminosa del pensamiento del autor sagrado» (EB 560).

Finalmente, es significativo y teológicamente importante el pasaje (EB 568) dedicado a Jesús, como «fundamento estable y sostén de paz y de tranquilidad » en todos los momentos, y también, por tanto, en un período de grandes catástrofes como era el de la Segunda Guerra Mundial. Jesús es el contenido de todas las Escrituras -cf. la cita de san Jerónimo, Comm. in Isaiam, prologus: PL 24, 17)- y es su última clave hermenéutica (cf. Jn 6,60, citado también en la encíclica).

En la relación escritura-teología, pío XII exalta la triple función de la Biblia (EB 551), que ya había enseñado Benedicto XV. Pero precisamente en este texto hay una novedad interesante. El papa subraya que en cada uno de los libros hay toda una teología por descubrir.

Por tanto, la Escritura no es sólo una fuente para probar las tesis dogmáticas: «Atiendan, pues, oportunamente a estas noticias (relativas a la historia, a la arqueología, a la filología y a otras materias semejantes), en cuanto que pueden contribuir a la exégesis, pero tengan principalmente en cuenta la doctrina teológica de cada libro o de cada texto en torno a la fe y las costumbres".

L. Pacomio

 

Bibl.: Texto en MPC. 1, 84-102; Pacomio, Diccionario teológico interdisciplinar 4 vols., Sígueme, Salamanca 1982.