DIGNIDAD DEL HOMBRE
VocTEO
 

Indica el valor singular y la grandeza del hombre, que, según la concepción bíblica, tienen como fundamento su origen divino, su calidad de "imagen y semejanza» de Dios y su finalidad en el Creador mismo. En virtud de esta identidad, todo ser humano, prescindiendo de la edad, del sexo, de la condición social, de la posición ideológica, es portador de valores intrínsecos e inviolables, es sujeto de derechos inalienables. Además de constituir un reflejo de la bondad y del poder del Dios trinitario, todo hombre es un ser inteligente y volitivo, capaz de iniciativa en el amor, de acogida y de comunión con el otro; está dotado de la capacidad de comprender, transformar, embellecer el mundo en que está situado para que se realicen unas condiciones de vida cada vez más adecuadas a su propia singularidad y grandeza.

La dignidad natural de la criatura humana se ve exaltada, según la visión bíblica, por la presencia Y la actuación de Dios en la historia. En efecto, aquel que quiso que el hombre fuera "poco menos que los ángeles» y lo "coronó de gloria y dignidad» (Sal 8,6-7), se inclinó en su bondad sobre la humanidad y con amor paternal, maternal y esponsal habló por boca de los profetas, guió a Israel hacia la liberación, manifestó su voluntad, se hizo "pariente próximo» sobre todo de los pobres y de los indefensos, mostró su benevolencia misericordiosa. Esta cercanía de Dios, que ya de suyo hace grande al hombre, se hace mayor todavía gracias al envío del Hijo de Dios, que se hace carne para liberar al hombre del pecado y para elevarlo a la nueva condición de hijo adoptivo. Además, con la encarnación del Verbo, Dios no sólo mostró que no despreciaba a la humanidad, sino que asumió incluso su condición, "contagiando» a las criaturas de su propia santidad. Y cuando, en virtud de la muerte y resurrección de Cristo y del envío del Espíritu Santo, Dios llamó al hombre para participar de su propia vida (2 Pe 1,3-7) (.7, divinización), se realiza en el más alto grado posible para una criatura una elevación infinita, que permite sobrepasar, sin anularla, la condición humana. De la dignidad del hombre nacen algunas tareas ineludibles: protección y respeto radical, empeño constante y rechazo de toda forma de reducción o de mortificación del ser humano.

G. M. Salvati

 

Bibl.: Vaticano II, Declaración Dignitatis hnmanae; AA. VV Visión del hombre, en R, Latourelle (ed.), Vaticano II Balance y perSpectivas, Sígueme, Salamanca 198-j 691797; W Pannenberg, El destino del hombre, Sígueme, Salamanca 1981; Y M, Congar, Gloria de Dios - y grandeza del hombre, en AA, VV, El ateismo contemporáneo, Madrid 1973, 187-200; ]. Mouroux, Sentido cristiano del hombre, Madrid 1972.