ARTE LITÚRGICO

La liturgia y - el arte son dos valores  que llegan a constituir una única realidad en la celebración cultual cristiana.

Cada uno de los elementos de la celebración litúrgica tiene su propia funcionalidad, rica y articulada: y el arte es su soporte indispensable para que  llegue a su realización.

El arte ha acompañado y expresado desde siempre los sentimientos religiosos del hombre, convirtiéndose en elemento determinante de ritualización del culto entre los diversos pueblos.

Esto mismo ha sucedido y sigue sucediendo con el cristianismo, y la misma historia del arte pone de relieve la parte tan importante que ocupa en este terreno. En el arte occidental los mismos estilos principales (paleocristiano, románico, gótico, renacimiento, barroco) están determinados fundamentalmente por obras de carácter religioso, y cada uno de ellos refleja un momento particular de la historia de la religiosidad y - de la fe. Es verdad que la Iglesia no consideró nunca como propio un estilo artístico particular, " sino que, acomodándose al carácter y las condiciones de los pueblos y a las necesidades de los diversos ritos, aceptó las formas de cada tiempo» (SC 123).

Por eso mismo se admite también hoy  una gran libertad de expresión, con tal que por medio de las diversas formas artísticas se sirva a las exigencias de los edificios sagrados y - de los ritos con la debida reverencia y el debido honor.

Pero la «Iglesia», antes de ser un  edificio, es una comunidad. La estructura arquitectónica debe permitir y favorecer la vida litúrgica de la comunidad, en sus diversas formas y articulaciones. Por tanto, hay que - distinguir bien el espacio presbiteral y el espacio de los fieles. En el primero hay que colocar el altar, el ambón y el lugar de la presidencia. Además, hay que destacar de la manera más digna-y significativa el lugar para la iniciación cristiana con la fuente bautismal, el lugar para la reconciliación sacramental y - el de la presencia eucarística.

Los objetos para el culto deben ser  realmente dignos, decorosos y bellos: actuales en lo que se refiere a los materiales, las formas y decoraciones; sencillos, no fastuosos, y adecuados a  la función que deben desempeñar en el contexto de las celebraciones, evitando el riesgo del decorativismo. No es necesario que los diversos objetos para el culto (las cajas para los óleos, el cáliz, el copón, las vinajeras, los candelabros, el acetre, el incensario y la naveta, los floreros...) estén hechos de materiales preciosos (sin que haya que excluir necesariamente esta opción), pero no puede aceptarse un material cualquiera: la opción ha de hacerse con gran rigor y realismo. También el uso de los símbolos y de las imágenes con fines decorativos ha de valorarse con mucha atención, dado que pueden dar origen a ciertos malentendidos y se prestan a no pocos caprichos formales.

 R. Gerardi

 

 Bibl.: Junta Nacional de Arte Sacro, Arte  sacro y concilio Vaticano II León 1965; J. M. Zunzunegui, La Iglesia, casa del pueblo. Arquitectura y liturgia, San Sebastián 1979; J. Plazaola, El arte sacro actual, BAC, Madrid 1965: Y Gatti, Arquitectura, en NDL, 99-102; E. Abbruzzini, Arte, en NDL, 156-165.