ANTIGUO TESTAMENTO

1. Los 46 libros compuestos antes de la venida de Jesucristo son llamados globalmente Antiguo Testamento. El término Testamento tiene una historia compleja.

En efecto, la palabra hebrea berith, que significa alianza, pacto entre dos contrayentes, fue traducida al griego por los Setenta (los setenta traductores de Alejandría de Egipto, que vivieron entre finales del s. III a.C. y comienzos del II) con el término diatéke, que significa última disposición de los propios bienes y testamento -subrayando un compromiso más bien unilateral- y no con el término synthéke, que habría sido una traducción más fiel al concepto hebreo.

 Sin embargo, aunque impropio, el  término Testamento tiene una motivación en la misma fuente bíblica y significa un mensaje salvífico: somos verdaderos herederos de la alianza por la muerte de Jesús, el Señor, que estaba ya prefigurada en el Antiguo Testamento (cf. Heb 9, l 5-20).

 

 2. El horizonte geográfico.- Para el  Antiguo Testamento, el escenario de las «hazañas de Dios" y más todavía el signo de la alianza entre Dios e Israel es habitar en la tierra de Palestina, que ya en el Éxodo es llamada «la tierra que mana leche y miel" (Éx 3,8.17; 13,5; 33,3) y en el Deuteronomio es calificada repetidas veces de «país fértil" (Dt 1,25: 8,7-10; 26,9.15). El nombre de “Palestina” se deriva de los filisteos, un pueblo que vemos asentado en el suroeste del antiguo país de Canaán por el año 100 a.C. (cf. Jue 1,18: 1 Sm 5,5). La Biblia llama a esta tierra con varios nombres: Tierra de Canaán (Éx 15,15), Tierra de Israel ( 1 Sm 1 3, 1 9) , Tierra Santa (Zac 2,16), Judea (Lc 1.5;  Hch 10,37), Tierra prometida (Heb II,9).

Sus límites pueden definirse bastante bien. Bíblicamente hay que recordar las expresiones clásicas que configuran Palestina: «desde Dan hasta Berseba» (para la Cisjordania: Jue 20, l . 1 Sm 3,20), "desde el torrente Arnón hasta el Hermón» (para Transjordania: Jos 12,1).

 Pero enseguida surge la necesidad  de fijar nuestra atención sobre Mesopotamia y sobre Egipto.

En efecto, la Biblia, desde su primer  libro (el Génesis), con la historia de Abrahán y la bajada de Jacob y de su clan a Egipto, hace que comience la historia de los hombres expertos del diálogo con Dios, no ya en Palestina, sino primero en Mesopotamia y luego en la tierra del norte de Egipto.

El horizonte geográfico de la Biblia  es, por tanto, el de la media luna fértil, llamado así en cuanto que los dos grandes países unidos por la faja de la costa de Siria y Palestina presentan la forma de una “media luna” y en cuanto que allí el suelo es especialmente fértil, sobre todo en la llanura aluvial mediterránea y en las tierras regadas por el Tigris y el Éufrates, en un clima subtropical.

 

 3. Serie de acontecimientos y de libros.- Los libros bíblicos son expresión de una historia de salvación; atestiguan y transmiten las intervenciones y las palabras de Dios en la historia. La literatura bíblica abarca por lo menos once siglos, desde el s. x a.C. hasta el 1 d.C. Al insertarse además en una tradición vital de fe, estos libros atestiguan su carácter de fidelidad a los acontecimientos y a la interpretación religiosa secular del pueblo de Dios, muchas veces con un notable desnivel cronológico entre el acontecimiento y el testimonio escrito.

El comienzo de la historia bíblica  puede reconocerse en el período del Bronce medio. Los ciclos narrativos de los patriarcas (Abrahán, Jacob, José) se sitúan en este contexto. Partiendo como proto-historia de Abrahán, los grandes capítulos de la historia de Israel del Antiguo Testamento pueden articularse de este modo: Abrahán y el período de los patriarcas; el éxodo, la conquista de Canaán; la monarquía y los dos reinos: el destierro y el regreso a la patria, los asmoneos y los macabeos.

Es particularmente con la monarquía cuando comienza la historia oficial de Israel. que está también ampliamente presente en los documentos extrabíblicos. Se trata de los grandes nombres de Saúl, David y Salomón.

Para la literatura bíblica fue éste un período de gran florecimiento. Comienzan entonces las grandes colecciones historiográficas. En el s. x la historia nacional de Israel quedó insertada en la historia de la humanidad (¿Yahvista2), mediante una reelaboración de las tradiciones antiguas sobre las experiencias de los patriarcas y del éxodo. En el s. IX, probablemente en el Norte, se escribió una nueva obra histórica parecida a la yahvista : la obra elohísta.

Con el destierro en Babilonia (597  a.C.: 589 a.C.), y luego en una condición de ruptura sociológica y espiritual, pero siempre dentro de una historia divina de alianza, Israel acentuó su compromiso de escribir sus memorias y los oráculos de salvación.

 

 4. Lenguas y texto original.- La mayor parte de los libros del Antiguo Testamento nos han llegado escritos en hebreo. Por el Antiguo Testamento no sabemos nada sobre el origen de la escritura; y tampoco conocemos la época en que Israel comenzó a escribir.

Los primeros testimonios se refieren a los personajes de Gedeón (Jue 8,14), de Jezabel (1 Re 21,8-II), a los que citamos como ejemplo. Pero no sabemos de qué caracteres se sirvieron los escritores, si cuneiformes o de otro tipo. En cuanto a la lengua hebrea utilizada en el Antiguo Testamento, se pueden distinguir tres períodos de desarrollo.

Está primero el período de los antiguos textos bíblicos, representado por el cántico de Débora (Jue 5), por algunas expresiones que se pueden observar en las bendiciones de Jacob (Gn 49), por otros fragmentos poéticos (cf. Gn 4,23-24; Nm 21,18) y por probables citas del "Libro del justo” (Jos 10,12).

El segundo momento es el del hebreo clásico, que hablaban y escribían durante el período de la monarquía los escribas de la corte, los sacerdotes y algunos profetas. La lengua escrita del Protoisaías (1s 1 -39) es quizás la forma más bella del hebreo. El tercer período de desarrollo fue el hebreo posterior al destierro, que puede denominarse hebreo posclásico: está impregnado de aramaísmos y sufre la influencia del contexto cultural heterogéneo. Esta evolución puede observarse particularmente en el libro del Qohélet y en el texto hebreo del Sirácida.

Con la caída del Imperio asirio (612 a.C.), también el arameo se difundió entre los babilonios de la Mesopotamia inferior; fue precisamente con ocasión de su destierro en Babilonia cuando los hebreos empezaron a usar el arameo. Los aqueménides a su vez no impusieron sus costumbres, sino que adoptaron la lengua oficial internacional durante todo el período del Imperio persa (549-331 a.C.) Se explica así la presencia de textos arameos en el Antiguo Testamento: Esd 4,8-6,18; 7 12-26; Dn 2; 4; 7; 28.

También la lengua griega es importantísima para el Antiguo Testamento, bien por algunos libros escritos solamente en griego (Sabiduría), bien por la traducción al griego de todo el Antiguo Testamento que llevaron a cabo los Setenta.

Los textos que recogen el Antiguo Testamento y que son el punto de referencia para todas las traducciones en lenguas modernas son actualmente: a) el manuscrito de Leningrado B 19a del año 1008 y 1009, que contiene el texto hebreo llamado masorético (citado TM) (recuérdese que con la masora o tradición de los escribas se desarrolló un método mnemotécnico y técnico de reglas que sirvió a lo largo de los siglos para mantener vivo el conocimiento de detalles ortográficos y de pronunciación, sin alterar el texto en lo más mínimo): b) el texto hebreo de Qumrán, sacado de numerosos rollos y fragmentos encontrados en las cuevas frente al Mar Muerto en 1947, que pueden datarse por el s. III-II a.C.; c) el texto griego de los Setenta, así como la versión griega del Antiguo Testamento que se completó ciertamente en el período cristiano.

 

5. El Antiguo Testamento es ante todo una historiografía en la que Dios es el primer personaje y tiene la iniciativa, llevando a cabo un proyecto de salvación. Es también, de forma destacada, una pedagogía que nos educa en el sentido de la historia, en la espera del futuro.

El principio de la prefiguración y de la continuidad nos orienta en el paralelismo de las dos alianzas y de las figuras del Nuevo Testamento presentes en el Antiguo. El principio de la superación nos hace ver en el Nuevo Testamento el momento final de la pedagogía divina, el paso de la letra al espíritu, el final de un culto incapaz de santificar.

Para la lista de los libros del Antiguo Testamento véase la voz Biblia.

L. Pacomio

 

Bibl.: Como introducción recomendamos:

J L. Sicre, Introducción al Antiguo Testamento, Verbo Divino, Estella 1992; como teología, G. von Rad, Teología del Antiguo Testamento 2 vols" Sígueme, Salamanca 1969-1972; 'íd., Sabiduría en Israel, Cristiandad, Madrid 1985; E. Charpentier, Para leer el Antiguo Testamento, Verbo Divino, Estella '1994.