ANATEMA y ANATEMATISMOS

Este término deriva del griego anáthenza (propiamente, «ofrenda votiva”, luego maldición), que en los Setenta suele traducir al hebreo ;zeren~. Designa en términos generales la sustracción de una realidad de su uso profano y su dedicación irreversible, mediante la destrucción, a la divinidad. En el Antiguo Testamento se relaciona con la noción de «guerra sagrada”, terrible operacion en la que Dios se muestra como «el santon (cf. Lv 27 28-29; Dt 7 26; etc.). En el Nuevo Testamento (cf. 1 Cor 12,3; 1 Cor 16,22; Gál 1,89. Rom 9,3; etc.) indica que algo es objeto de maldición, que queda excluido de la comunión con Cristo. En el lenguaje de la Iglesia el anatema aparece por primera vez en el canon 52 del concilio de Elvira (por el 306). En el sínodo de Gangra (343) aparece la fórmula «si alguien..., sea anatema”, que se convertiría en la terminación normal de los cánones conciliares. En consecuencia, se llama también «anatematismo” la fórmula con que se condena a alguien o alguna cosa con el anatema. Son famosos los doce anatematismos de Cirilo contra Nestorio (431). Esta expresión y este término están todavía presentes en los cánones de las dos constituciones dogmáticas del Vaticano I, pero están ausentes por completo en el lenguaje del concilio Vaticano II.

Su significado varía un poco en la historia de la Iglesia y debe interpretarse, por consiguiente, según los criterios de la interpretación teológica. En los cánones dogmáticos el anatema es la censura relativa a la calificación teológica «de fide divina et catholica”. El Código de derecho canónico de 1917 llama anatema a la excomunión, especialmente cuando se pronuncia con las solemnidades especiales descritas por el Pontifical Romano (cf. can. 225-712). En el Código vigente falta una definición del mismo.

M. Semeraro

 

Bibl.: A. Vacant, Anatlleme, en DTC, 1, 1168-1171; H. Vorgrimler, Anathema, en LTK. 1, 494-495; Anatema, en ERC, 1, 616617