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Es
necesario el descanso, y, no menos apacible, compartir rutas y voces con
tantos turistas que nos visitan. El turismo es una ocasión favorable
para este intercambio recíproco –propiedad biyectiva que diría un
matemático- entre las civilizaciones, porque promueve el conocimiento
de las riquezas específicas que distinguen a una civilización de otra,
favorece una memoria viva de la historia y de sus tradiciones sociales,
religiosas y espirituales, así como una profundización recíproca de
las riquezas de la humanidad. Humanidad que ha de humanizarse y
amenizarse, para no enzarzarse. La
bestia de la violencia es caprichosa. Nadie vale para la violencia nada.
La violencia fuera de casa, la callejera, es un combate absurdo que no
se bate con porras. La violencia dentro de casa, la doméstica, no se
amansa y se ha vuelto áspera e indomable. La rudeza no entiende de
derechos fundamentales ni de respeto a la dignidad de las personas. Nos
hemos quedado en el estado de la superioridad, en la añoranza de querer
ser Superiores a golpe de machacar, en ser más que nadie en la jerarquía
materialista que tanto nos acorrala y nos esclaviza. Nos hemos
quedado en el Don y no damos ni las horas, en el Ilustrísimo y no
ilustramos con el ejemplo, en el Excelentísimo y no alzamos la bandera
de una revolución interior; la del humanismo y la de la sensibilidad
del espíritu. “Echar el cierre” por vacaciones a la violencia es algo que me pide, solicitarlo a los posibles lectores de “Algo más que palabras”. Hagámoslo cadena. Toda vez que se pruebe el estado de la poesía, el gozo de la entrega y la escucha, a bien seguro que nos encadenamos a seguir con la brutalidad parada por vacaciones. Estos reposos son las que necesita el hombre, la humanidad. En esto de “echar el cierre”, todos debemos estar implicados y aplicados para contribuir a que la violencia no abra sus puertas de sangre y desconcierto, sobre el concierto poético de la existencia. Hay que insistir en que el servicio político –por aquello de que libremente han elegido ser servidores de lo público- funcione. Aún, en estado de pausa, hemos de pedir –y no es mendigar- que se ejerza día a día, algo que va consigo como deber, la política; y que se haga con una moralidad ejemplar en la gestión que ha de ser desinteresada y transparente del poder por el poder. “El cierre queda echado”, me lo ha dicho la paz. Sólo hace falta ponerse en reflexión y mirar a las estrellas o descubrir la luna en la mar. ¡Qué Vdes. lo disfruten!. Víctor
Corcoba |