UNA
NUEVA PRIMAVERA DE FE |
Es primavera un buen programa de
vida a considerar. Sólo hay que contemplar los manantiales que brotan
de la tierra, los luminosos jardines que ascienden hacia el cielo, para
sentir que algo nace en nosotros, como si nos renovase por dentro. Nívea
de fragancias y esperanza nos
despierta las ganas de vivir, nos
renace el amor y su latir de
versos, nos dona etérea danza. Un
dulce albor de vida se nos lanza en
primavera, sólo hay que sentir la
voz del Creador, y el alma abrir a
la estela de luz, que nos alcanza. Nos
retoña el amor entre las flores, y
las flores nos donan la alegría, el
gozo de los altos miradores. Horizonte
que nos renueva el día, ante
el animoso viento de amores, que
nos resucita en la poesía. A pesar de que el renacimiento primaveral nos alienta, existe hoy en el mundo muchas fuerzas contrarias que ahogan los jardines. Los hijos que son, primavera de la familia y de la sociedad, o la esperanza en el futuro, a veces se utilizan como moneda de cambio. Causa gran lamento, la tendencia actual que tiene lugar en España, por sectores de gran influencia política y económica, de poner en duda la institución familiar, su naturaleza y misión, su fundamento sobre el matrimonio en base a la unión de amor y de vida entre un hombre y una mujer.
El
Señor del cielo, que a nadie olvida, me
enseñó a conjugar el verbo amar: A
tu padre y a tu madre has de honrar, porque
ellos, juntos, son vida en tu vida. La
maternidad, viva ola que
anida un
mar de versos, níveo cantar, un
remar dual para un hondo rimar, llama
etérea en alianza vivida. Crear
vida es la única luz en pos del
alba, como el aire cristalino, es
como fundirse en la voz de Dios. Porque
el hijo es, la estela en el camino, y
aunque la madre y el padre son dos, serán
uno, verbo de amor divino. Necesitamos de esa primavera cósmica para recrearnos y revivirnos, para caminar más gozosos hacia esa primavera espiritual, que ha de llenarnos de vida, frente a tanto invierno de mortajas que nos invaden. Ella es la fiesta vital por excelencia. Cómo nos emociona que de un viejo tronco brote un retoño nuevo. Es un triunfo de la vida, un himno de primavera. ... Cada renacer, es un poema a la fuerza misteriosa del soplo de luz. Es todo latido. Primavera
es un aire que serena, y
una sombra que asombra y sosiega. Primavera
es una luz que no ciega y
un timbre de tonos que se ordena. En
primavera la pena no es pena, porque
brota el amor y la entrega. Rosa
entre las rosas, nadie la niega, todos
quieren sus labios por condena. Llena
de alma y de suavidades viva. Llena
de Dios y de amor profundo. Llena
de luna, su faz me cautiva. En
su cristalina mirada me hundo, y
que el poeta lo escriba y reviva, que
primavera ha llegado al mundo.
Pasada la Pascua, primavera permanente de la comunidad cristiana,
conviene estar atentos al cultivo, para que no se marchiten las flores.
Secas las raíces de lo que somos, de nada sirve un fervor popular, sino
se enraíza en la fe para que brote una nueva primavera, cuando el mundo
dice ¡no!.
Víctor Corcoba CORCOBA@telefonica.net
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