GRANDEZA Y DIGNIDAD DEL TRABAJO HUMANO
REALIZADO EN EL HOGAR

           

 

            El sacerdote y pintor (autodidacta), Serafín Castellano López, ha expuesto en su pueblo natal (Alfacar), coincidiendo con las fiestas del pueblo. Hemos podido comprobar el cariño de sus gentes hacia el artista y la genialidad de sus últimas obras. Junto a su gran corazón, el arte va consigo. Así nos lo confiesa: “La pintura ha sido siempre mi segunda vocación y pienso que, por medio de ella, podemos manifestar al ser humano de todos los tiempos, la obra de liberación que Dios Padre ha realizado por medio de su Hijo. En el arte pictórico se manifiestan los acontecimientos más entrañables de la historia humana y, al mismo tiempo, la belleza, la perfección, la armonía de toda la creación”.

 

            El artista cultiva el arte pictórico como un jardinero al que le afana la belleza. Y cuanto más consciente es de su “don”, tanto más se siente movido a mirar hacia sí mismo y hacia toda la creación con ojos capaces de contemplar y de agradecer, elevando a Dios su himno de alabanza. Sólo así puede comprenderse a fondo a sí mismo, su propia vocación y misión. Le gusta exponer en su pueblo. Y nos da unas convincentes razones: “Para que muchas personas que no ven exposiciones de pintura, sobre todo mayores, tengan la ocasión de poder hacerlo.  Téngase en cuenta que, toda expresión artística, educa al ser humano y lo hace más sensible a la belleza, a la armonía, al desarrollo de su personalidad. También expongo aquí, en Alfacar, para bendecir  y dar gracias a Dios por este entorno tan hermoso que ha puesto en nuestras manos”.

 

Serafín Castellano, delante de una de sus pinturas

            La temática de la exposición de este año nos conmueve si cabe más, tiene una motivación especial. Ha querido dar a conocer la grandeza y dignidad del trabajo humano realizado en el hogar. Así nos lo participa: “Como ejemplo he querido poner a la familia de Nazaret. María como todas las madres de aquellos tiempos, elabora el pan de su hogar. Ella representa a todas las madres de los panaderos, especialmente de nuestro pueblo, que da alimento a tantos granadinos. Jesús, en cierto modo, representa a tantos hijos de los panaderos, que mientras nuestros padres hacen el pan, ellos juegan con un pedazo de masa, haciendo panecillos, perritos y otros animales.  Alfacar, pueblo del pan, preparado generalmente en el ámbito familiar, tiene que sentirse orgulloso e identificado en la sagrada familia de Nazaret”. En suma, la forma auténtica de arte, que nos muestra Serafín Castellano, es una vía de acceso a la realidad más profunda del hombre y del mundo. Por ello, constituye un acercamiento muy válido al horizonte de la fe, donde la vicisitud humana encuentra su interpretación completa.

 

UN VIAJE MUY ESPIRITUAL

 

            Este verano, con nada de dinero, he realizado un viaje muy espiritual de la mano de Juan Cuesta Poza, bajo la sombra del asombro de sus poemas Agustinianos. Ahondar en sus versos es caminar hacia lo eterno, gustando de la vida. Sobre todo de la eterna: “... toda la luz vendrá a iluminar mis ojos/ y a encenderme en la llama/ de nuevos resplandores”. Por eso la belleza de las cosas creadas no puede saciar del todo y suscita esa arcana nostalgia de Dios que un enamorado de la belleza como san Agustín ha sabido interpretar de manera inigualable: “¡Tarde te amé, belleza tan antigua y tan nueva, tarde te amé!”.

 

            Confieso que los poemas de Juan Cuesta Poza son todo un estímulo para buscar y contemplar a Dios, por los caminos de la interioridad, de la búsqueda y del encuentro, de la transfiguración. “Ese fuego de Dios,/ que quema soledades,/ es palabra de luz/ incombustible,/ la verdad esencial,/ revelación del nombre y de la llama”. El viaje no ha podido ser más placentero. He descansado.


 

 

Víctor Corcoba

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