LA PALABRA REGIONALISMO

 

            De un tiempo a esta parte, gentes del pensamiento y de la palabra, hablan del término regionalismo que ha de ser respetado, puesto que es como la raíz de un pueblo, el modo de ser de cada región. Nuestra Constitución, que se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, reconoce –en su artículo 2- “el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones”. Sin embargo, es palpable, que hay culturas regionalistas que la división autonómica no ha respetado. Quizás ahora sea el momento de profundizar en un regionalismo abierto, sin fronteras ni complejos; puesto que, también es verdad, que nuestra ley de leyes admite que la unidad del Estado no es sinónimo de homogeneidad nacional, sino que, por el contrario, aquella unidad puede ser compatible con el reconocimiento de la pluralidad nacional.

 

            Puede que sea saludable potenciar el regionalismo –e intercambiarlo- enraizado en una perspectiva metafísica de la realidad, en el que los grupos regionales eliminen los obstáculos, en un mundo cada día más cercano, como un pañuelo, al que hemos de procurar todos que esté lo más limpio posible. Desde las diferentes atmósferas y conciencias –geográfica, climática, históricas- hemos de aspirar a una cultura que nos haga ser más “yo” pero también más de “los demás”. Una región no se hace sobre una ley, de pronto, se va haciendo a través del tiempo; y, es el espejo, de quienes la viven. Es lo mismo que la existencia: ya estaba cuando nosotros abrimos los ojos a su cielo, a su lenguaje, y seguirá estando ahí cuando nosotros nos hayamos ido.

 

            Los que hacemos crítica literaria para revistas especializadas, lo primero y más lógico que debemos hacer,  al estudiar un texto para comentarlo, es conocerlo mediante una lectura atenta, previo localizarlo en el tiempo y en el espacio. El regionalismo en nuestra literatura es más que una etapa menor, aportó a mi juicio un paso más hacia la universalización de las Letras, dando sus frutos con el resurgir de la nueva narrativa hispanoamericana. A través del mundo literario y artístico, se observa que las  manifestaciones del regionalismo han surgido en todas las latitudes, independientemente del contexto socioeconómico, pero acaso han aparecido con mayor vigor en los pueblos desarrollados y que poseen tradición cultural propia. En este mismo sentido, en el del cultivo del arte, también se podría ahondar en cómo influye –de manera muy acusada-el regionalismo en la arquitectura.

 

            En el siglo XX se ha desarrollado un regionalismo supranacional que tiende a valorizar las colectividades regionales como elementos básicos de la futura comunidad europea. Avanza el tiempo y se habla de una “Europa de las regiones” como alternativa a la “Europa de los Estados nacionales”. A mí me parece esto una buena idea; siempre que aprendamos a vivir con la diversidad. El miedo a la diferencia, alimentado por resentimientos de carácter histórico  y exacerbado por las manipulaciones de personajes sin escrúpulos, puede llevar a la negación de la humanidad misma del otro, con el resultado de que las personas entren en una espiral de violencia de la que nadie se libra. Querer ignorar la realidad de la diferencia -o peor aún, tratar de anularla- significa excluir la posibilidad de sondear las profundidades de la vida humana. Por tanto, la disparidad,  que algunos sectores consideran tan amenazadora, entiendo que puede llegar a ser, mediante un diálogo respetuoso, la fuente de la comprensión más profunda del hombre como tal; muy distinto de un nacionalismo radical que predica, en el fondo, el desprecio por las otras regiones y culturas.

  

  Víctor Corcoba

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