RAÍCES GRANADINAS

FERNANDO CAÑAVATE GEA:

HOMBRE DE COMUNIÓN, DE MISIÓN Y DE DIÁLOGO

                

El mundo necesita el testimonio de los sacerdotes que, como Fernando Cañavate Gea, manifiesta con valentía su fe,  estando cerca de todos y especialmente de los más necesitados. Aunque en el mundo secularizado de hoy, la figura del cura, no es a veces comprendida ni debidamente valorada, nuestro invitado persevera y jamás cae en el desaliento. Es un hombre de comunión, de misión y de diálogo, que nos hace pensar en Dios a través de sus acciones, por la donación de sí, por ser una persona de la palabra (de Dios) anunciada y vivida. 

Nuestro invitado se siente bien en Granada, (“no abandonaría esta ciudad por nada del mundo” -nos dice),  trabajando duro, bajo la mirada esperanzada en el futuro, en una Pastoral Penitenciaria de Justicia y de Libertad, fruto de la fe profunda en el Dios libertador de todas las cautividades. Hay mensajes que forman parte de su forma de ser y de vivir. En esa donación de voces, se encuentran profundas palabras, como la de “servicio” en relación con ser el último y el esclavo de los demás por el Evangelio y los “niños, adolescentes y jóvenes” como futuro y esperanza de la humanidad, en el sentido de que se les puede preparar para crear una sociedad nueva. Sin olvidar esa otra losa, la de los “presos” y “prisiones”, tan llenas de jóvenes y de personas necesitadas de toda nuestra ayuda. “Quisiera suprimir la prisión, y conseguir que los posibles candidatos a ella, pudiesen rehacer su vida en otra realidad” –nos participa-. 

Seguir creciendo en la dimensión de la entrega, es su gran desvelo y afán, desde el convencimiento de que toda persona puede cambiar, que todos tienen potencialidades que deben ser descubiertas y cultivadas y, al tiempo, sin perjuicio de la responsabilidad que corresponde al Estado, procurar generar respuestas concretas y creativas que incidan en los terrenos de la prevención, la intervención penitenciaria y la reinserción social.  

He aquí algunos de sus proyectos, a favor de los más pobres entre los pobres: “ De cara al Centro Ocupacional, hacer el nuevo recinto y poder atender a todos los jóvenes que están en situación de riesgo. De cara a la Educación, conseguir una nueva ley en la que se contemplen la formación ocupacional y los medios necesarios para los adolescentes que no pueden seguir unos estudios como se contemplan en la ley actual. Creo que esta experiencia está haciendo pensar a la Administración. En la pastoral penitenciaria tenemos todavía una asignatura pendiente y es tener un medio de comunicación a través del cual podamos llevar a la sociedad todas las inquietudes que el voluntariado tiene respecto a los presos. Así mismo tener un órgano de comunicación dentro de la prisión en que ellos puedan expresar todas sus inquietudes y necesidades. Porque creo que la cárcel es una realidad que sobra y la delincuencia hay que tratarla de otra manera, según los casos, que pueda conseguir mejores resultados en la reinserción de estas personas. La prisión actualmente es una escuela de delincuencia. El que tiene la desgracia de entrar por primera vez y no ha estado muy en contacto con el ambiente delictivo, termina aprendiendo en la cárcel todo lo malo de la marginación y, algunos, hasta caen en la droga dentro, si no eran consumidores fuera. Mientras se consiguen otras alternativas a la cárcel, seguiremos trabajando con los internos procurando que vean otra cara de la sociedad que los comprende, acepta y trata de que abandonen el mundo de la delincuencia y puedan reinsertarse en la sociedad como un ciudadano aceptado y querido”.

 

DESDE NIÑO QUISO SER SACERDOTE

 

Fernando Cañavate Gea nace en Freila el cinco de enero de 1949, provincia de Granada, sobre las 15 horas, siendo el primero de siete hijos del matrimonio Fernando Cañavate Aparicio y Dolores Gea Fernández, casados en Freila el veintisiete de diciembre de 1947. Su padre era funcionario de Sindicatos y su madre atendía una tienda de ultramarinos de su propiedad. Sobre aquellos tiempos, nos dice: “Mi infancia fue la de un niño normal. Hasta los 8 años transcurrió en Freila, un pueblo de unos 1.500 habitantes. En la casa de mi abuela materna había bastantes recuerdos de un hermano suyo sacerdote que había muerto hacia unos quince años. Quizás el ambiente motivó que desde que tengo uso de razón me preguntaban qué quería ser de mayor y yo respondía espontáneamente que sería Cura. Esto se ve que le hacía gracia a la gente y me preguntaban continuamente”. 

En octubre de 1954 comienza a ir a la escuela, aunque ya se defendía en escritura y cuentas, pues desde los tres años había estado recibiendo clases particulares. El veinte de mayo de 1957 hace la Primera Comunión, en la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Freila, coincidiendo con el día del Corpus ese año; también en ese mismo templo se confirma. A primeros de octubre de 1957 se traslada a vivir a Baza, porque a su padre le dan una plaza en el sindicato de este pueblo. Tenía nueve y diez años cuando vive en el citado pueblo, asistiendo a la escuela como cualquier niño, aunque el maestro –nos apunta- les ponía juntos en la misma banca a otro compañero y a él, porque los dos querían ser Curas. 

En octubre de 1959 su padre es trasladado a Granada y por ello regresan a la ciudad, alquilando una casa en el Camino de Ronda. Asiste a la escuela de Preparatoria del Seminario Menor de modo externo, y en el mes de mayo del 60, hace el ingreso en dicho Seminario, sacando una media de notable. En el Seminario Menor hace seis cursos, y en junio de 1960, abandona el Seminario porque no ve clara su vocación de Sacerdote. En octubre del mismo año, comienza a cursar Magisterio en la Escuela Normal. En el Seminario, además de los estudios, aprovecha para estudiar música y piano, haciendo algunos cursos en el conservatorio. “Estos años de Seminario coincidieron con la celebración del Vaticano II, viviendo la apertura que en muchas cosas trajo el Concilio. En los últimos años se nos permitía salir los fines de semana con nuestra familia. Estando en quinto curso me planteé mi vocación, sobre todo porque había una chica que me gustaba y con la que empecé a establecer una especie de noviazgo y, al salir los fines de semana, teníamos más posibilidades de vernos, pero quise estar un año más para probar bien mi decisión. Al terminar el sexto curso y hacer la Reválida me planteé seriamente dejar el Seminario y comenzar Magisterio. Era quizás un poco de empacho de tanta vida espiritual como teníamos allí dentro”. 

Una vez terminado Magisterio, con media de notable, y haber hecho un año de Filosofía y Letras, octubre de 1968, se va a Barcelona, donde sigue estudios en la reciente Facultad de Psicología. Allí hace dos cursos, y en octubre de 1970, se va a Madrid trasladando la matrícula a la Facultad de Psicología de la Autónoma donde termina la licenciatura en el año 1972. “Mi estancia en Barcelona y en Madrid, como estudiante, fue bastante enriquecedora, sobre todo el contacto con otros ambientes estudiantiles y culturales, abriéndome a otros horizontes. Entendí la psicología como un complemento muy enriquecedor para el Magisterio, ya que en estos años mi vocación se centró en la enseñanza. Estando en Madrid, comencé a plantearme de nuevo la vocación sacerdotal, sobre todo como una actitud de servicio a los más desheredados de la sociedad. Comenzó a llamarme la atención la problemática de los adolescentes y centré mi estudio en esta etapa de la vida, ya que es donde más posibilidades de ayuda se pueden ejercer por ser una etapa en formación de la personalidad y donde pueden satisfacerse muchas insatisfacciones de la infancia”.

 

ORDENACIÓN SACERDOTAL

 

El curso 72-73 regresa a Granada, donde comienza a dar clases en la Academia Santa Teresa,  a la vez que se matricula en la Facultad de Teología de Granada, convalidándole varias asignaturas. En junio de 1976 termina la licenciatura de Teología con el examen de Grado y una tesina, sobre: “El sentido de la sangre y los sacrificios humanos en el antiguo testamento. El mundo antiguo y el significado de la muerte de Cristo”. Consigue la Licenciatura en la Rama Bíblica por la Facultad de Teología de Granada. 

Fue en el año 1974, con veinticinco años, cuando se plantea seriamente su vocación sacerdotal, después de estar dos años en las comunidades neocatecumenales y viendo el servicio que desde el sacerdocio se puede prestar a los hombres, sobre todo a los más desheredados. El 15 de Octubre de 1975, un año antes de terminar la licenciatura, el Arzobispo de Granada: D. Emilio Benavent,  le ordena de Acólito, lector y Diácono en la capilla del convento de la Piedad de Granada, dejándole ejercer el Ministerio en la parroquia de San Emilio de Granada con D. Jesús Blanco como párroco.  “La acción de Jesús de Nazaret de llevar al hombre al convencimiento de que haciendo la voluntad del Padre es la única manera de dar sentido a la vida fue lo que me determinó a asumir el sacerdocio y el celibato como estado de disponibilidad para realizar más intensamente el trabajo por el Reino. Fui a hablar con el Sr. Arzobispo y le planteé mi decisión. Después de una larga conversación me aceptó para recibir la Ordenación, que recibí el treinta de mayo de 1976, coincidiendo con mi onomástica,  en la parroquia de Santa María Micaela, en el barrio de la Chana.  Creo que fue más positivo el que estuviera estos años con mi familia y trabajando en vez de estar en el Seminario, porque tuve más contacto con la realidad del mundo y con la gente, y esto me ha servido bastante en el trabajo pastoral posterior”.

 

LA CARIDAD PASTORAL

 

En Septiembre de 1976 fue nombrado párroco de Rubite y encargado de las parroquias de Alcázar, Fregenite, Olias y Los Galvez, todas ellas en la alpujarra. El 6 de Abril de 1979, D. José Méndez, le traslada como párroco a Arenas del Rey y encargado de Jatar y el Pantano de los  Bermejales y como coadjutor de la Parroquia de Alhama de Granada. A los pocos meses, le nombraría también Arcipreste de Alhama de Granada por elección de los compañeros sacerdotes de este Arciprestazgo. Además de Alhama, donde residía, y los tres pueblos, es nombrado profesor de religión en el Instituto de Bachillerato de Alhama y en el de Formación Profesional. 

En Octubre de 1986 solicita al Señor Arzobispo le dejará un año sabático y se traslada a Salamanca, donde hace un año de reciclaje en teología durante el curso 86-87. En Octubre de 1987, al volver de la citada ciudad, el Sr. Arzobispo le nombra  coadjutor de la Parroquia de San Andrés y Capellán del Convento de Clausura de Santo Tomás de Villanueva (conocidas por "Las Tomasas"), dándole el encargo concreto de trabajar con la juventud del barrio del Albayzín, gran parte de ella muy abandonada. “Después de pasar un año estudiando el barrio del albayzín, visitando las familias, llegué a la conclusión de que un buen número de los jóvenes de este barrio y de Almanjáyar, abandonaban muy pronto la escuela y estaban en una situación de riesgo grave por falta de tener un título académico y una cualificación profesional. El problema es que estos jóvenes no querían la enseñanza reglada o no tenían el nivel para seguir los estudios en cursos de formación Profesional, pero en la ley de educación no había ninguna posibilidad de que estos jóvenes aprendiesen un oficio primando las horas de taller y compensándole las asignaturas de matemáticas y lengua a su nivel. Después de hablar con el Señor Arzobispo, de esta realidad, me pidió que hiciera un estudio para ver cómo se podía atender a estos jóvenes. Así mismo me encontré con algunos adolescentes abandonados, durmiendo en un coche abandonado y el estudio fue crear un piso de acogida para estos jóvenes y unos talleres "sui géneris" para atender a los que estaban sin escuela. Con un grupo de estudiantes que pasaron a vivir conmigo en la Casa que tenía en la parroquia de San Andrés comenzamos a acoger algunos adolescentes dándoles cobijo y comida e iniciándolos en las clases de mecánica, electricidad y carpintería. En total, este primer curso 87-88 acogimos sólo a veinte jóvenes ya que las dependencias que adaptamos para talleres y clases eran salones pequeños de la casa parroquial. Así organizamos la vivienda y los talleres y clases. Empezamos con personal voluntario a dar las clases y creamos la Asociación Tomás de Villanueva compuesta de siete socios que se encargaría de la gestión del piso y la escuela y a la vez se creó la Asociación Juvenil Villanueva a la que se incorporan los alumnos y estudiantes voluntarios que les daban clases para promover entre ellos actividades culturales, deportivas y de tiempo libre”

A la luz de la Doctrina de la Iglesia, Fernando Cañavate Gea, trabaja por los últimos, por los más desprotegidos. Sobre aquellos primeros momentos de trabajo social, nos dice: “Comenzamos a hacer gestiones con la Administración de cara a conseguir subvenciones y un buen amigo, Juan Santaella, por aquel entonces Delegado de Gobernación de la Junta de Andalucía, tomó con interés esta iniciativa y nos fue abriendo puertas en las distintas delegaciones de la Junta para obtener algunos recursos económicos e instalaciones y maquinaria. La Delegación de Asuntos Sociales nos cede unos locales que estaban inhabilitados en la Avda. del Hospicio y nos da la subvención necesaria para acondicionarlos y comprar la maquinaria. Así conseguimos instalar tres talleres: Electricidad, mecánica del automóvil y carpintería, con amplitud necesaria para quince alumnos en cada taller y homologamos los cursos a través del INEM. A la vez se creó un aula de informática, otras de matemáticas, lengua, sociales y naturales y dibujo. Así el curso 90-91 lo comenzamos en estas nuevas instalaciones admitiendo ochenta alumnos en los distintos talleres. Muchos directores de institutos y colegios que iban enterándose de este recurso nos mandaban los alumnos más díscolos o los que apenas asistían a clases. Así venimos trabajando con adolescentes entre los 14 y 16 años formándolos en un oficio y compensándoles los conocimientos de las materias regladas para que sacaran el Graduado Escolar. De este modo hemos conseguido que más de mil doscientos jóvenes que estaban abocados a caer en la delincuencia o la droga por no tener una cualificación profesional y académica, se hayan ido colocando y realizando su vida con normalidad. Y toda esta labor se hace en plan preventivo y tiene una acogida estupenda por parte de estos jóvenes, de sus familias y de los directores de los colegios. Sin embargo en la Delegación de Educación ha habido apoyo según los delegados que ha habido. La delegada actual no está por esta labor, pero tiene que transigir porque la ley no da otras posibilidades a estos jóvenes que no sean las regladas y ellos no quieren este tipo de educación”.

 

CAPELLÁN DE LA PRISIÓN

 

En Enero de 1993, cesa el párroco de San Andrés que pasa a Víznar y queda encargado de la parroquia. Pero al año siguiente, en Febrero del año 1994, D. José Méndez, a raíz del acuerdo que hace la Iglesia con el Estado para normalizar la atención a las prisiones con capellanes, le nombra capellán de la Prisión Provincial de Granada, viendo su labor realizada con muchos jóvenes que estaban en la marginalidad, y por ese motivo, deja la parroquia de San Andrés  que es sustituida por un nuevo párroco. 

En 1997, el nuevo Arzobispo D. Antonio Cañizares, le nombra Director del Secretariado de Pastoral Penitenciaria y comienza toda una labor de concienciación en la diócesis de la Pastoral Penitenciaria, creando un grupo numeroso de voluntarios para atender la realidad de la nueva prisión de Albolote. Para ello, visita casi todas las parroquias de Granada haciendo la homilía un domingo y animando a los feligreses a interesarse por esta labor. Se abre una oficina del Secretariado para dar cobertura a toda la misión que desde allí se va a llevar a cabo,  de cara a la prisión y de concienciación en la diócesis de los problemas de los presos. 

Desde siempre su labor ha sido solidaria. En los años que estuvo en Granada, haciendo teología, se centró sobre todo en el mundo de la infancia y adolescencia, comenzando a trabajar en el Movimiento Junior de Acción Católica, llevando la responsabilidad diocesana de este movimiento y un grupo de monitores y niños bastante numeroso en el barrio de La Chana. En este barrio, donde vivía, comenzó a trabajar también en la Asociación de vecinos y crearon una asociación para regentar una escuela infantil, ya que en este lugar había una carencia de guarderías. También estuvo colaborando con otras asociaciones y grupos que trabajaban en los barrios más marginales de la ciudad como: La Virgencica y El Polígono, sobre todo creando centros de enseñanza y removiendo grupos de niños y jóvenes desde el movimiento Junior. Después, de sacerdote en Alhama, además de la labor pastoral y de catequesis, trabajó bastante junto con la asociación de vecinos y distintas asociaciones en beneficio de deficientes, drogadictos, etc; y sobre todo en plan preventivo, con los niños y jóvenes de los pueblos que atendía. “Preparé un grupo diverso de catequistas y empezamos una catequesis desde los seis años hasta los 18 que terminaban con la confirmación. A la vez cree un grupo de Scout en Alhama, con edades comprendidas entre los 8 a 18 años. Entre las actividades de enseñanza, catequesis y de tiempo libre, conseguí que los niños y jóvenes tuvieran un ambiente sano y la incidencia de la droga en estos jóvenes fue mínima”.

 

EL CENTRO VILLANUEVA

 

Al trasladarle el Sr. Arzobispo a Granada y, en concreto, al barrio del Albayzín, descubrió que era necesario seguir con este trabajo con niños y juventud. “Seguí trabajando de modo más intenso en el movimiento Scout creando un grupo nuevo en el Albayzín, ubicado en la parroquia del Salvador y otro en el Zaidín, ubicado en la parroquia de San Miguel, y potenciamos bastante el grupo de La Chana y del Polígono. Pero el problema más acuciante era el número de adolescentes que abandonaban la EGB sin titulación y con una base muy deficiente para poder hacer unos estudios de Formación Profesional que es a lo único reglado que podían acceder al no tener el título de Graduado Escolar. En mis años de profesor de Religión, en el Instituto de Formación Profesional de Alhama, había experimentado como estos niños se pasaban tres años repitiendo primero y, luego, tenían que abandonar el Instituto sin haber aprendido un oficio, aburridos porque no aprobaban las asignaturas. Esta realidad hizo plantearme que, a estos jóvenes, había que crearles otro centro en que la enseñanza del taller fuera más completa, sin insistir tanto en las asignaturas. El Centro Ocupacional Villanueva comienza con esta filosofía: primar el aprendizaje del taller y desde ahí motivarlos para que se prepararan en grupos más reducidos y sacaran el Graduado Escolar. Nos dimos cuenta que la informática les gustaba bastante y así adquirimos una serie de programas de ortografía, cuentas, naturales, sociales, etc; con los que ellos van trabajando y aprendiendo lo que tanto trabajo les cuesta plasmar en el papel. A lo largo de estos quince años han pasado por nuestro centro más de 1.600 alumnos, todos con esa característica de mal estudiante o con un nivel muy bajo para su edad. Hemos conseguido que la mayoría estén colocados y han emprendido una vida de trabajo y sociabilidad que les ha apartado de la droga, la delincuencia y, por lo tanto, de la cárcel”.

 

PASIÓN POR EL MUNDO MARGINAL

 

Ya desde pequeño, Fernando Cañavate Gea,  se ha relacionado bastante con el mundo marginal. Pronto comenzó a darle clase en verano a los gitanillos que habían llevado a los barracones de la Chana después de las inundaciones. Fue su primera experiencia con este pueblo. Así nos evoca aquel tiempo: “Tenía que recorrer cada tarde las calles de los barracones con una campanilla para reunir a los niños y luego estaban en los campos de alrededor robando frutas. Esta experiencia me llevó a darme cuenta que hay gente con otra idiosincrasia y hay que relacionarse con ellos y llevarles la educación de otra manera. Muchas veces creemos que no tienen interés en aprender o están dejados de la mano de Dios, pero la realidad es que su modo de ver las cosas y aceptar la ayuda que les ofrecemos es distinta a la nuestra. Por eso, antes de juzgarlos o querer imponerles nuestro sistema, hay que conocerlos y ver cómo se les puede llevar el mensaje que queremos transmitirle. Este entrar en su mentalidad, y en su modo de ver las cosas, me ha llevado a compenetrarme bastante con el mundo marginal. Por eso, la cárcel, no me supuso ningún trauma y agradecí al Sr. Arzobispo me diera este trabajo. Jesús se relacionó con el pueblo, con los que "los bien pensantes" llamaban pecadores públicos y les llevó el mensaje de salvación haciéndoles ver que el Padre los ama mucho, tal como son. Esta es la realidad desde la que yo trabajo en la prisión. Sin juzgar a nadie, porque Jesús nos dice que no juzguemos y no seremos juzgados, procuro relacionarme con los presos teniendo en cuenta la realidad y las circunstancias de cada uno y ayudándoles en todo lo que puedo, trato de llevarles el mensaje de salvación, partiendo de que Dios los ama y quiere lo mejor para ellos y por eso yo quiero también lo mejor para ellos. Yo suelo decir, después de la experiencia que he tenido en parroquias, que no cambio el apostolado de la prisión, por el de una parroquia. No se me ocurrirá pedir que me cambien este trabajo. Allí me relaciono con pecadores, sin hipocresías, muy embusteros, pero tratando de salir adelante. Se les puede anunciar el perdón de Dios y veo que entienden muy bien el Evangelio. Yo me encuentro muy a gusto en este trabajo”

Merece la pena estar con los últimos, con los privados de libertad, porque en ellos es donde se manifiesta Jesús, nos dice una y mil veces Fernando Cañavate Gea. Desde esta convicción, realiza su trabajo todos los días, escuchándolos y atendiéndolos, a los que nadie quiere ni ver. ¡Qué gran labor!

 

 

Víctor Corcoba

CORCOBA@telefonica.net