Raíces granadinas

 

 

ENRIQUE SEIJAS MUÑOZ:
COMUNICADOR EXPERTO EN HUMANIDAD

 

En el horizonte, la comunicación como una luminosa y auténtica palabra veraz. Y un nombre, Enrique Seijas Muñoz, comunicador experto en humanidad, que bajo la premisa del buen criterio de la semántica, se interroga compartiendo abiertamente cuestiones que fomentan el diálogo. Nuestro invitado es un profesional con estilo, de honda conciencia crítica, que usa sus talentos –sólo hay que sumergirse en sus columnas periodísticas, pregones, cursos…- para servir a la persona humana, preocupado por doquier desajuste que nos baje los modelos éticos y la dignidad de la persona. Sus crónicas siempre aportan la sabiduría reflexiva, sin olvidar la estética de saber contarlo (y cantarlo). Claro, además es un gran poeta, de los verdaderos, de los que con pocas palabras, dicen mucho.

 

No haría falta su firma para saber que lo ha escrito Enrique Seijas Muñoz. Cuestión de criterio y de honesto juicio. Tampoco haría falta oír su voz pregonar los excelsos discursos para identificar que el texto lo ha escrito el poeta, cultivador de versos y profesional del periodismo. Jamás utiliza sus crónicas para bloquear iniciativas. Va directo a la palabra justa, huye de la trivialidad y banalidad. Es un periodista naciente, cultivado, que entiende su profesión como comunicación. "La gente necesita saber cosas y el periodista tiene la obligación, y la vocación, de contarlas después de una interpretación mínima que ha de ser lo más objetiva posible".

 

 

Nuestro invitado es un hombre de palabra, que apuesta por la palabra amor: "El sentimiento que puede mover el mundo a mejor. De ese amor hablo en todos mis pregones, en mi poesía, en mis relatos…A un hombre, o a una mujer, puede faltarle todo menos el amor, porque teniendo éste, se sentirá lleno". También por la gozosa y alegre ilusión: "impulso que nos empuja para hacer nuevas o viejas cosas, para no dormirnos en los laureles, para seguir luchando a pesar de las dificultades. Tampoco puede faltar, pero sí puede ser una de las consecuencias del amor". Sin olvidar el gran envite, el de la vida: "Mientras tenemos vida podemos disfrutar el amor, sentir ilusión por las cosas... Hemos de sabernos vivos para seguir en la brecha, en todos los sentidos, y pensar que después de ésta hay otra mucho mejor cuyo grado de bienestar lo conseguimos nosotros mismos con nuestra actitud".

 

MUY JOVEN HUBO DE BUSCARSE LA VIDA

 

Enrique Seijas nace en Huelva, en 1945. Estudia en el colegio Francés y en el instituto La Rábida, pero lo deja sin cursar la Reválida de sexto por problemas económicos familiares, entrando a trabajar en la oficina de un Recaudador de Impuestos, primero, y en una Gestoría, después, hasta que consigue las oposiciones, en Barcelona, del entonces Banco Exterior de España (1963), actividad que desde el primer momento compagina con colaboraciones en Odiel, de la Prensa del Movimiento, donde ingresa como plantilla en 1965, sin abandonar el Banco.

 

Sobre este tiempo, de mañana en el banco y de tarde/noche en el periódico, nos comenta: "Al banco iba a las ocho de la mañana hasta las tres de la tarde. Malcomía en un bar enfrente de la redacción (La Placeta se llamaba, donde la mujer del dueño me ponía mejores tapas que a los demás porque decía que me veía muy delgado y que eso no era vida). Luego, entraba en el periódico. Salía sobre las 3 de la madrugada, ya no cenaba porque prefería aprovechar para dormir unos minutos más. Y a las 8, otra vez al Banco. Así todos los días menos el domingo, que aprovechaba para jugar al fútbol, hacer excursiones con la pandilla, ir al fútbol porque era redactor deportivo, entre otras cosas, y a veces asistir a los guateques hasta que las discotecas los hicieron desaparecer".

 

En 1969 recibe un balonazo jugando al fútbol, con la repercusión de desprendimiento de retina. En el hospital conoce a la que hoy es su mujer. Así nos evoca aquel momento: "Se produjo el flechazo. Beatriz estaba de enfermera en la misma planta, recién llegada desde Jaén. Intimamos, rompimos nuestros mutuos compromisos y nos casamos en 1971, cuando yo ya casi había perdido un ojo después de cinco operaciones, una de ellas en Barcelona y tras escaparme del Hospital Clínico de Madrid".

 

Un año después de casarse, siguiendo la sugerencia de su mujer, pasa la reválida de sexto y el COU (ya no había PREU); matriculándose en la recién creada Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense de Madrid. Desde ese momento, aún dormía menos, pues era el Banco, el periódico, la familia, los viajes a la facultad y los trabajos y exámenes. Es elogiable que no perdiera ni un solo curso, aunque sí tuvo que examinarse en septiembre varias veces.

 

En 1975, tras unas minivacaciones en Pradollano a la muerte de Franco (ese año nadie en el periódico tomó vacaciones hasta que murió, la plantilla era escasa), pidió traslado a Granada y se vino al Banco Exterior y a Patria, actuando los domingos como redactor jefe de Hoja del Lunes. Cuando en 1983 cerró Patria pasó a El Defensor de Granada como redactor jefe, aunque a los tres meses dimitió porque aquello no era lo que él pensaba que iba a ser (razones políticas y laborales), empezando a colaborar en Ideal en 1984. En 1989, después de pasar por varios puestos de responsabilidad, ante la tesitura de trasladar su residencia para aceptar un cargo de director, decidió dejar el Banco, creando una empresa de comunicación en la que llegó a tener clientes como Caja Rural, Federación de Comercio, colegios de ATS y de Farmacéuticos, Inagra... Pero sólo duró un año. En 1990, Ideal le hizo de plantilla, enviándolo a Almería como delegado, durante siete años. Pasó después a la redacción de Jaén, dos años, y por último de nuevo en Granada como responsable de la sección de Cierre.

 

LOS RECUERDOS DE LA INFANCIA Y JUVENTUD

 

Tanto la niñez como la juventud son etapas de fecundidad y descubrimiento. Un niño tiene que inventarse la vida para llenar las páginas en blanco. El mundo entero cabe en la sonrisa de un niño. Sobre ese niño, nos habla el niño Enrique Seijas: " La verdad es que no es un mal recuerdo, salvo algunos momentos muy difíciles por la mala situación económica familiar que me obligó a dejar el colegio por un instituto, primero, y a abandonar los estudios para ponerme a trabajar con apenas 16 años. Me acuerdo que tuve bastantes juguetes al principio. De entre todas las fiestas, recuerdo que celebrábamos la Navidad con mucha gente y eso me hacía feliz. Vivíamos en una casa antigua, con un sótano a medio cubrir y un montón de cacharros y muebles viejos que nos permitían imaginar, en vacaciones, mil y una aventuras de piratas, vaqueros..."

 

Tal vez cualquier juventud sea como un enigma, por la manera de reaccionar ante el mundo exterior; así nos descubre nuestro invitado sus años jóvenes, quizás nuestra mayor nostalgia, el paraíso perdido de la juventud que se fue como el aire, en un soplo. "Tuve poca, pero tampoco fue mala. Hicimos una pandilla a los 15 años y organizábamos excursiones los domingos por la mañana y guateques por la tarde; además teníamos un equipo de fútbol, y entre unas cosas y otras, lo pasamos muy bien a pesar de las estrecheces, aunque bien es verdad que entonces se necesitaba poco dinero para pasarlo bien. Después, cuando empecé a trabajar en serio (Banco y periódico), sólo los domingos tenía libres, y duró hasta que empecé a hacer las crónicas de fútbol. Pero yo era un romántico empedernido y sacaba partido a un rato de soledad, un paseo bajo la lluvia con alguna chica o a escribir un artículo en la arena de la playa con las olas borrando lo que escribía".

 

Escribir ha sido para Enrique Seijas algo que brotó sin más. Con apenas catorce años, ya estaba en un grupo de prensa de la OJE, donde hacían un periódico mensual a ciclostil y un programa de radio de media hora semanal en Radio Nacional. Según cuentan empezó a destacar y le encargaron el editorial del programa, para el que comenzó a mantener entrevistas con cargos públicos y expertos que después convertía en artículos que le publicaba Odiel. Dos años después le invitaron a colaborar en serio y otros dos más tarde le hicieron de plantilla. Fue el momento en que supo que terminaría como periodista, aunque tardó mucho tiempo en dejar el Banco y, quizás eso, le impidió alguna aventura periodística más importante.

 

HA DADO ALREDEDOR DE SETENTA PREGONES

 

El lenguaje no es solo juntar palabras y acrecentar vocabulario. Se dice que un lenguaje no se posee hasta que no es poseído por él. Enrique Seijas ha pregonado, desde la diana del corazón, más de setenta pregones, de los que por lo menos medio centenar son de Semana Santa. El resto de romerías, fiestas de pueblos o de barrios, feria del libro... Aunque curiosamente pasó más tiempo entre los tres primeros que para el resto. El primero fue para la romería de Piedras Alba, en Villanueva de los Castillejos (Huelva), donde se casó, en 1972; el segundo fue el del Costalero de Granada en 1981, el tercero el del Costalero de Almería en 1986 y desde 1988 todos los demás, incluido el oficial de Semana Santa de Granada en 1989. Así nos habla del pregón como tal: "Para mí es una expresión de sentimientos. Tienes que creer en lo que haces o no hacerlo, porque no se puede fingir ya que se trata de compartir con quienes te oyen cosas que nos han de ser comunes. Claro que tienes que unir a eso una cierta calidad literaria, algo de poesía y mucha imaginación para no repetirte".

 

Sin duda, nuestro invitado, lleva consigo ese arte de la expresión de armonías y alabanzas. Por ello, le hemos preguntado, sobre las cualidades que ha de tener un buen pregonero. Esta ha sido su respuesta, a voz de pronto: "Ante todo, sinceridad; después, mucha ilusión por lo que hace y grandes dosis de capacidad de comunicación para llegar a los demás. El pregón, sin duda alguna, es un puente que se tiende de corazón a corazón entre quien lo pronuncia y quienes lo oyen. Si encima de todo eso sabe hablar el público, mejor que mejor para enganchar".

 

Se dice que el arte de hoy navega en el vacío. Una sensación de agotamiento lo invade todo. Todo es como muy repetitivo. Sin embargo, Enrique, se afana en la singularidad, en crecer creando. Esto es lo que desea transmitir en sus pregones: "Si son de Semana Santa intento convencer de que no puede presumirse de cofrade o de costalero si no se es cristiano de verdad; hay que dar testimonio en todos los aspectos de la vida. Por otro lado a mí me gusta contar que no rendimos culto a la muerte, aunque la pregonemos, sino a la vida pues por encima de todo está la resurrección de Cristo. Cuando no es un pregón de Semana Santa intento llevar al ánimo del auditorio que lo que están haciendo merece la pena hacerlo, ya sea acudir a una romería, comprar libros en una feria o divertirse con la familia y los vecinos en las fiestas patronales de un barrio o un pueblo. Porque si ellos no acuden con ese ánimo, el pregón es evidente que está de más".

 

LA POESÍA COMO EXPRESIÓN DE SENTIMIENTOS

 

La poesía te sobreviene, mana como una fuente cristalina. Es como algo que necesita la tierra para seguir viviendo. Enrique Seijas es un comunicador de la palabra pero también es un poeta que aviva la vía del conocimiento, o lo que es lo mismo, de la investigación sobre la realidad más profunda. Nadie puede comunicar sin conocer primero, sin haber ahondado. Así nos habla del poeta que lleva dentro y de la poesía: "Igual que los pregones, el poema es la expresión de sentimientos. No se puede hacer poesía de contenido material o social, si no se está convencido de que desde lo más profundo uno está transmitiendo un mensaje cargado de sensaciones. Lo que pasa es que a veces uno escribe mejor cuando está triste, eso es una realidad, de ahí que usemos más el desamor que el amor, la frustración que la ilusión... excepto en el caso de la poesía religiosa, por ejemplo para los pregones de Semana Santa, porque en ese caso prima más la fe y la convicción, y en ambos casos son sinónimos de amor".

 

Todos sentimos en nuestro interior que la poesía es algo tan saludable como la sonrisa, tan humana como la vida, tan eterna como tierna. Y, más que todo esto, además de todo ello, la poesía es un interrogante, ante los grandes temas: muerte/vida, amor/desamor, libertad/cadenas… En cualquier caso, ¿merece la pena escribir poesía?. He aquí su respuesta: "Depende de para qué se escriba. Si se trata de un acto personal, íntimo, yo creo que sí. Si se pretende en cambio vender libros y ganar dinero, mejor lo dejamos. Pero es agradable leer en alguna tertulia, entre los amigos, con la familia... y recibir la aprobación o la crítica enriquecedora, no agria, de los demás".

 

A mayor ahondamiento, seguimos con el interrogatorio: ¿Por qué tanto afán por escribir poesía? ¿Qué espera conseguir con la poesía, el poeta?. Así nos responde: "A veces pienso que por desahogo. Y prueba de ello es que jamás me pongo a escribir poesía por que me toca en ese momento o porque debo terminar un libro; lo hago porque siento una necesidad de plasmar sobre el papel un determinado estado de ánimo. Incluso en aquellas ocasiones en que uno ha de escribir por encargo o compromiso, debe esperar la inspiración o provocarla pensando en algo que nos motive. En cuanto a lo que espero conseguir con la poesía, decir que nada. Si acaso, una sonrisa o tal vez una lágrima emotiva de alguien muy cercano, y por supuesto alguna sonrisa o incluso una caricia como respuesta a ese acto de compartir sentimientos. Pero nada más".

 

EL AMOR A GRANADA

 

Nos confiesa Enrique Seijas sentirse maravillosamente en Granada, aunque no olvida sus raíces de niño: "Yo no olvido a mi Huelva natal, por supuesto, y mucho menos a medida que voy cumpliendo años y se amontonan los recuerdos, provocados en parte por esas repetidas llamadas para pregonar allí". Pero esta ciudad en la que vive, Granada, también le tiene ganado el corazón: "Es la ciudad donde más a gusto me he sentido, por la que más he luchado y con la que más me enfado si las cosas no van como yo quiero, que es de la mejor manera posible, pues no puedo pensar para esta tierra más que a través de un futuro brillante".

 

Se le nota a nuestro invitado ese aire de amor hacia Granada, como si hubiera nacido en la ciudad. Cuando en verdad se ama, uno se dona. Entregado al periodismo como lo está nuestro invitado, le hemos preguntado sobre la noticia que le gustaría dar para toda la ciudad. A lo que nos responde: "Una utópica: que la convivencia, sin distinción de clases sociales, de ideología, de religión, de color de piel o de cultura, es pacífica y los granadinos somos ejemplo para el mundo. Y creo sinceramente que es posible, si existiese un mínimo de buena voluntad general traducida en respeto mutuo".

 

A un observador tan vivo de la Granada actual, del granadino, no podíamos dejar de instarle a que reflexionásemos sobre nosotros mismos, sobre él mismo, sobre todos nosotros. Esta es su observación: "Veo al granadino como algo apático, esperando que le den las cosas en lugar de luchar por ellas. A quienes no somos de aquí pero nos sentimos de aquí, como imagino que te pasa a ti mismo Víctor, eso nos desespera pues no entendemos que estemos siempre lamentándonos de que no nos dan o nos quitan, en lugar de reivindicar lo que queremos y, sobre todo, echarnos para adelante con el apoyo, exigido si es necesario por encima de intereses partidistas, de quienes tienen la responsabilidad de hacer valer nuestros derechos y aspiraciones ante las instituciones".

VARIOS LIBROS PUBLICADOS

 

Enrique Seijas ha publicado interesantes libros que merecen recordarse. Sus libros, editados hasta ahora, son: Uno de relatos ("Impulsos"), una novela corta que fue premio de narrativa Ciudad de Purchena ("Costa de la Esperanza") sobre los inmigrantes en el Poniente almeriense, dos ediciones de una recopilación de pregones de Semana Santa ("Andalucía de Pasión"), el relato "Que se maten ellos" (un relato desenfadado, utópico por supuesto, sí se quiere hasta irracional; pero nadie puede negar que es, al mismo tiempo, un hermoso mensaje de paz universal con el que el autor quiere llamar la atención de sus lectores para que todos, hombres y mujeres, caminemos en una misma dirección: la del diálogo y la mano tendida a los demás, huyendo de los discursos vacíos y de las tentaciones de obtener beneficio inmediato de las debilidades ajenas) y el cuento "Las ciruelas mágicas" (cuya pareja protagonista es un viejo desconocido al que injustamente se le cuelgan todas las maldades imaginables, y un avispado, aunque curioso, chaval que se empeña en descubrir qué hay de verdad tras los comentarios y qué se esconde más allá de los muros de un caserón inaccesible para él); además de uno de carácter muy personal que dedicó a su mujer y que recoge unos monólogos con cosas de la vida cotidiana en los que transmite sus ilusiones y sentimientos a raíz de conocerla. Está escrito hace treinta y dos años pero se ha publicado ahora por iniciativa de sus hijos. Pendiente de salir, está el libro de poemas premiado en Jaén por la Fundación Mayor Zaragoza, que se llama "Rebeldía". También hizo una historia de la Semana Santa de Almería que salió en fascículos con Ideal, y que mereció los más efusivos elogios.

 

 

Cuando nos recibió en su casa para dialogar largo y tendido, acerca de su vida y obra, estaba también Beatriz, su esposa, persona fundamental en su vida. Yo había leído (mejor bebido) el espléndido libro que le dedica Enrique, bajo el sugerente título de "Monólogos", auténtica confesión de amor. Al verlos a los dos, tan unidos, me di cuenta de lo que puede construir el amor. El amor no es cosa que se aprenda, ¡y sin embargo no hay nada que sea más necesario enseñar!. Todo esto me emociona de un modo especial. De ahí, que a mi regreso, en la soledad de mi estudio, me afanase en volver a releer el citado libro. Si hubiera de extraer un solo texto, sería el del sentimiento. "Con ella: Te he visto y no me atreví acercarme. Te he tenido cerca, pero me conformé con mirarte. Te he mirado y no osé tocarte. Te he tocado, por fin, y he sentido miedo, escalofríos… Te he tocado y he soñado, y cuando te tuve lejos de nuevo, aprendí a quererte. Y al quererte, lloré. Al llorar, sin embargo, me embargó la necesidad de estar otra vez a tu lado. Y así he vuelto a estar, y he vuelto a mirarte, y al hacerlo, en esta ocasión, sí me atreví a tocarte. Estoy luchando por saber quererte de forma distinta, como no te hayan querido jamás, como ni yo mismo he sabido querer antes. Por eso nuevamente te he tocado, y tú me enseñaste el camino. Pero volví a sentir miedo, y te soñé, y al hacerlo lloré sin saber muy bien por qué. Ahora no lloro, ni te sueño, porque ya te tengo; sin miedo además. Y es que contigo, Beatriz…¡he encontrado la fe!". Que bello amar y sentirse amado. Algo que por desgracia se olvida en estos tiempos donde se consume más que amor, sexo. No olvidemos que el hombre se afirma a sí mismo de manera más completa dándose. Ésta es la plena realización del mandamiento del amor, desde luego. ¡Brindo por este amor!.

 

PERSONA DE PROYECTOS CONSTANTES

 

Enrique Seijas es persona de proyectos constantes, que aunque parezca que mueren, porque no salen, recuperan vitalidad cada cierto tiempo. Ahora, por ejemplo, quisiera terminar un par de novelas que tiene entre manos, completar un libro de poemas, responder a varios retos que le ha planteado el periódico en forma de coleccionables y colaborar en la inminente nueva televisión local de Ideal, además de orientar a su hijo, que estudia Publicidad en Murcia, en un compromiso que tiene también con televisión. Sin olvidar, claro, las responsabilidades contraidas con el Gabinete de Comunicación de Gestores Administrativos, donde realiza una fructífera labor cultural, a través de la galería de arte, el concurso de artículos periodísticos y la publicación de libros.

 

El encuentro con nuestro invitado fue como revivir la vida. Periodista es su oficio; poeta, su destino. En sus escritos se entrelazan, con asombrosas metáforas, las huellas de la vida. Escuchar a Enrique, un hombre tan cultivado, no es sólo caminar por un campo de lenguajes, es también sumergirse en el rostro de un níveo latido. Al ejemplo de Jonás, esgrime su pluma como arma para engrandecer e igualar a la Humanidad: para igualarla no en la isla de un polígono donde solo hay casas que son cartones de papel, sino en la altura clara de la luna donde todo es poesía.

 

De vuelta a mi casa, también pensé en la gran labor periodística que hacen profesionales como Enrique Seijas ante el oscuro panorama de la propagación de la mentira a causa de la manipulación dominante por parte de personas sin escrúpulos. Personas, como nuestro invitado, son una necesidad, en momentos tan difíciles, donde tantas veces la información incurre en el vicio de no ver lo que existe y de ver lo que no existe, es decir, silenciar y omitir lo cierto e inventar y crear la mentira.

Víctor Corcoba

CORCOBA@telefonica.net