RAÍCES
GRANADINAS
RAFAEL
MARTÍNEZ MIRANDA UN
HOMBRE LEAL |
Fieles
a la cita acudimos a la calle Doctor Olóriz. Allí se encuentra el
domicilio familiar de un hombre que ha escrito mucho pero que tal vez ha
vivido más, Rafael Martínez Miranda; una persona coherente con
sus principios cristianos, un cronista del tiempo y para el tiempo, un
escritor singular, un hombre íntegro y muy accesible. Nuestro
invitado es un hombre de pensamiento, que, como los grandes pensadores,
sabe escuchar y tomar la palabra en su momento. Su expediente académico
es brillantísimo, tanto en sus estudios de Derecho (licenciado en 1957
y doctor en Derecho en 1991), como de Graduado Social (1966) y de
Periodismo (1975-Escuela de Periodismo de Madrid). Rafael
Martínez Miranda ha
sido toda una institución en Granada y continua siéndolo, puesto que
es memoria viva de una época. Sus “puntos para pensar”,
publicados en Ideal, sentaron cátedra en un largo tiempo. Ha
recibido, pues, las más diversas distinciones honoríficas y los más
variados premios a su labor, entre los que cabe citar: El PREMIO AFÁN
DE RIVERA, del Colegio de Abogados de Granada, por expediente académico;
la CRUZ DEL MERITO MILITAR CON DISTINTIVO BLANCO DE PRIMERA CLASE,
concedida por el Ministerio de Defensa, en diciembre de 1979; la
distinción de ACADÉMICO CORRESPONDIENTE de la Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación de Granada, nombrado el 27 de mayo de
1988; el PREMIO NACIONAL BRAVO DE PERIODISMO, 1989, concedido por la
Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social; el PREMIO
ARRAYANES A LA POPULARIDAD, designado por encuesta popular, como
Periodista más Popular de Prensa Escrita a nivel provincial; el PREMIO
BIB RAMBLA concedido por la Casa de Granada en Madrid, en 1979; la
ACEROLA DE ORO de los amigos del Albayzín... EN SU FAMILIA Y EN LA DE SU MUJERPREDOMINA
EL DERECHO Y LA MILICIA Rafael
Martínez Miranda nace
el 30 de julio de 1935, y es bautizado el 16 de agosto del mismo año.
Su padre, Rafael Martínez Fajardo, granadino, militar profesional,
falleció joven, en activo, en 1955. El padre de su padre, Juan
Martínez Sánchez, también Teniente Coronel, de Caballería, estuvo
luchando en Africa, en Filipinas y en Cuba. Su madre, Joaquina Miranda
Serrano, de Guadix, como lo era toda su familia, pero se trasladó a
vivir a Granada, cuando era niña, por razones de la profesión de su
abuelo, Jesús Miranda Muñoz, que era abogado. Su madre, al contrario
que su padre, murió con 95 años, en 1995, con pleno uso de razón. Nuestro
insigne invitado tiene dos hermanos: Mariquina (María Joaquina) y Juan
Jesús. A éste le lleva 12 años y como tenía 8 años cuando murió su
padre, para él fue (y sigue siendo) como un hijo. Contrae matrimonio en
Mataró, el 11 de junio de 1970, con María del Carmen Gutiérrez del Álamo
Suanzes, rondeña, que vivía en Mataró, porque su padre era el
secretario del Ayuntamiento. Fruto de ello, tienen dos hijas gemelas,
María Belén y María del Carmen, licenciadas en Psicopedagogía. A
propósito, nos dice: “Nos hubiera gustado tener más hijos. Los
que Dios quisiera. Y Dios ha querido que sean sólo estas dos, que se
atrasaron más de tres años, y luego no han venido más”. En
su familia y en la de su mujer predomina el Derecho y la Milicia.. “Mi
abuelo materno era abogado, un hermano de mi abuela, también, un tío mío
ejercía como Procurador de los Tribunales, un hermano de mi padre,
también era Licenciado en Derecho y mi hermano tiene los títulos de
Gestor Administrativo y Diplomado Universitario en Graduado Social; el
padre de mi mujer, Isidro Gutiérrez del Álamo García, también era
abogado, al igual que un hermano de mi padre, y un tío de mi mujer que
era Jurídico de la Armada. Mi mujer también es Diplomada Universitaria
en Graduado Social. Como ya he dicho, mi padre y mi abuelo eran
militares, y un hermano de mi padre, también. Los abuelos de mi mujer,
el paterno, Patricio Gutiérrez del Alamo, terminó su vida militar de
Coronel de la Guardia Civil en Granada, y su abuelo materno, Angel
Suanzes Carpegna, era Almirante, y todos los hermanos de mi suegra, María
del Carmen Suanzes Díaz del Río, han sido militares, y los de la
generación anterior, todos marinos”. El
primer periodista de la familia fue su tío José María Miranda
Serrano, uno de los fundadores de “Ideal”, que fue de los mejores
caricaturistas de España, y uno de los dos primeros dibujantes de humor
que obtuvieron la inscripción en el Registro Oficial de Periodistas.
Después ha llegado Rafael Martínez Miranda, y
hay ya también otros primos menos próximos. ANDALUZ
POR LOS CUATRO COSTADOS
Desde
marzo de 1940 a junio de 1943 vive en Almería, recuerdos de infancia
que aún hoy conserva. Es andaluz por los cuatro costados. Al respecto,
nos dice: “Es cierto. Todos mis ascendientes, al menos en los últimos
siglos, han sido andaluces. Quiero a Andalucía con todas mis fuerzas,
pero no soy andalucista. Antes de que, en los últimos tiempos de Franco
y en la transición, aparecieran las siglas andalucistas, y se pusiera
de moda, como signo de izquierdismo, quitar la bandera española para
sustituirla por la blanca y verde, yo había escrito bastante –sin
problemas con la censura— sobre la situación de injusticia que existía
en la tierra andaluza. Pero no soy andalucista. Soy sobre todo español,
y luego, para mí, sin despreciar a las demás, lo mejor de España es
Andalucía”. Rafael
Martínez Miranda no
ha pertenecido a ningún partido político, aunque hace tiempo – nos
reconoce- tuvo buenas proposiciones de AP y del PDP. Pero no ha entrado
en ningún partido por las causas, que nos expresa: “No tengo
vocación política; me gusta pensar, leer, y escribir sobre política y
sobre Filosofía del Derecho, en especial sobre los Derechos Humanos,
pero no me gusta ser político, por pequeño que fuera el cargo que
pudiera tener. En segundo lugar no sirvo para la política; no aguantaría
las pugnas dentro de los partidos y, si llegara a mandar, tal vez no
sabría hacerlo. En tercer lugar, soy escritor. En mis artículos
diarios en “Ideal”, “Puntos para pensar”, en aquella época
tocaba muchos temas políticos, y no quería verme presionado por mí
mismo, en fidelidad a un partido, ni que nadie dudara de la
independencia de mi pensamiento, de la honradez de mis comentarios”. Nos
reconoce que su familia le formó cristianamente: “A mi madre le
debo, sobre todo, la devoción a la Eucaristía y a la Virgen. Mi padre
inculcó en mí, principios de justicia social, conformes con la
Doctrina de la Iglesia. No debo olvidar aquí a mis tías maternas,
Adoración y Cecilia. Hice la primera comunión en Granada, el 15 de
agosto de 1943, en el Santuario de Nuestra Señora la Virgen del
Perpetuo Socorro, iglesia en la que se habían casado mis padres, por la
devoción que siempre tuvo mi madre a esta advocación de la Virgen”.
Por
causa de que su padre estaba pendiente de traslado de un momento a otro,
en Almería no fue a ningún colegio, pero no iba atrasado, gracias a
las enseñanzas familiares y de un profesor particular. Los siete cursos
de aquel bachillerato, Plan 1938, los estudia en la Academia Isidoriana
–hoy Colegio de San Isidoro—, obteniendo matrícula de honor en los
siete cursos. La Revalida la hace en la Universidad de Granada en 1952,
con 16 años, porque iba un poco adelantado. Sobre el tiempo
estudiantil, nos comenta: “Mi asignatura preferida eran las matemáticas,
y como en Granada no existía entonces esta especialidad, pensaba
estudiar Ciencias Químicas; pero, de pronto me entró vocación militar
–que, en el fondo, aún perdura— cuestión que a mi padre no le
agradaba. Por entonces hubo unos años en que se podía ingresar en las
academias militares sólo con seis cursos de Bachillerato, pero mi
padre, con mucha razón, me dijo que terminara el Bachillerato, porque
si luego no ingresaba en la academia, ya estaba en condiciones de
comenzar cualquier carrera universitaria. Y así lo hice; pero mientras
tanto surgió en mi un interés muy grande –ya me venía de antes—
por las cuestiones sociales y de historia política. Y comencé a pensar
en la posibilidad de estudiar Derecho. El verano de 1952, a pesar de la
alegría de haber pasado muy bien la Revalida, fue de mucha inquietud
para mí por la duda de qué camino tomar. Al final triunfó Derecho, y
ya, además del Derecho Natural y del Político, me fueron gustando
otras muchas asignaturas”. Por cierto, en el Examen de
Licenciatura, obtiene sobresaliente, año 1957. UN
GOLPE DURO: LA MUERTE DE SU PADRE
Año
y medio antes del Examen de Licenciatura muere su padre de un infarto
que duró dos o tres horas; tal vez con los medios que hay ahora lo
hubiera superado –nos comenta. Era el primer golpe fuerte que llevaba
en su vida; además estaba sólo con él en el momento que murió,
aunque toda la familia estaba en casa cuidándolo. Nos evoca aquel
triste momento: “Fue tanto el tiempo que tardó la gente en darnos
el pésame a la familia (había costumbre que se pusiera en fila, en la
plaza de Santa Ana), que llegamos al cementerio de noche y el cadáver
lo velamos en la antigua capilla. El ruido de las pisadas por el paseo
central hasta la iglesia es uno de los recuerdos que no se me olvidan
nunca. Y eso que yo prefiero recordar lo que me anima más que lo que me
deprime”. Al
terminar la carrera se le presenta la gran incógnita del camino a
seguir. Opta por preparar jurídico militar. Y esto es lo que sucede: “Fue
el mejor examen que he hecho en mi vida, y había sacado muchas matrículas.
Pero no pasé. Yo no hablo de injusticias: simplemente había tres
plazas y fuimos 87. Por lo menos el 50 por ciento irían también muy
bien preparados. Después, se comentaba que esta oposición no se iba a
convocar en varios años, lo que me hizo buscar otros caminos, si bien
la preparación hecha me hizo aprender mucho Derecho Civil y Derecho
Penal sobre todo. Al final se convocó la oposición, pero con tan poco
tiempo que no podía ya volverla a preparar”. Unas
puertas se cierran y otras se abren. En 1975 termina la Carrera de
Periodismo. Pudo hacerla por libre, por ser Licenciado. Aquel plan tenía
tantas dificultades como una licenciatura o más –nos reconoce-. “Tardé
mucho en hacer la carrera, porque sólo iba a Madrid en una convocatoria
y con sólo dos o tres asignaturas preparadas; y además tres años no
me presenté. En cuanto terminé la carrera fui nombrado redactor de
Ideal”. En
periodismo ha hecho de todo, aunque algunas cosas sólo esporádicamente.
Sucesos, por ejemplo, sólo una vez para “Ideal”, y otra cuando se
estrelló un avión en Sierra Nevada, que tuvo que hacer un reportaje
extenso para Europa Press. En este sentido, nos desvela: “No sé
nada en absoluto de toros, y sin embargo he entrevistado al Cordobés,
al primero; menos mal que sólo se trataba de preguntarle si era cierto
el rumor de que iba a torear en Roma y si él estaría dispuesto; me lo
había encargado “Ya”, y para eso tuve que colarme, mientras lo
estaban fajando, entre un equipo de la televisión italiana que estaba
haciendo un reportaje. A Antonio, el bailarín, también le hice una
micro entrevista, para “Ideal”, pues sólo se trataba de que me
dijera en pocas palabras su opinión sobe don Antonio Gallego Burín.
Tampoco entiendo de fútbol, y Europa Press me encargó que escribiera
dos páginas completas sobre el Granada C. de F. que estaba en primera
división. Y tuve que hacer varías entrevistas. Se publicó en una
doble página de “El Alcázar”, y como firmé R.Martínez (firma que
no he usado nunca en periodismo), mis compañeros de redacción, de la
sección de deportes estaban intrigadísimos, pues no había sido
ninguno de ellos, ni nadie del mundillo deportivo en el que se movían.
En quien menos podían pensar era en mi, pues de sobra sabían mi
ignorancia futbolera. Tardé algunos días en sacarlos de dudas. La
realidad es que yo no hubiera sido capaz de hacer una crónica de un
partido, y el periodista sólo debe escribir de lo que sabe, pues si no
es un fraude al lector, pero en este caso se trataba de preguntas genéricas,
como si iban a fichar nuevos jugadores, o como veían el panorama de la
Liga, y cosas así, más dos o tres preguntas más especializadas que me
sugirió un amigo, pero sobre las que yo no tenía que comentar nada.
Algo parecido fue lo que me pasó con el Cordobés y con Antonio, pues
tampoco hubiera sido capaz de hacer una crónica de toros ni una crítica
de baile”. ENTREVISTAS
PARA EL RECUERDO
A
quien sí le hizo dos entrevistas en profundidad fue al gran pintor
Benito Prieto Coussent, al que España no le ha prestado la atención
que se merece, -nos dice-, y ni siquiera en Granada, donde ha realizado
casi toda su obra, ni en su Galicia natal. “Sólo se hablo de él
hace muchos años, cuando yo era adolescente, por la polémica que surgió
cuando pintó a Cristo Crucificado, destrozado, retorcido. Yo entiendo
algo, muy limitado, de pintura, pero mucho más que de fútbol, aunque
no me atrevería a hacer el estudio de un cuadro; pero de Benito Prieto
Cousent me interesaba la persona y cómo ve él su pintura. Fueron dos
entrevistas magníficas, porque contaba cosas pintorescas, interesantísimas,
llenas de vida, recuerdos de sus primeras pinturas, comentarios de
actualidad. Pero en la primera, que duró unas dos horas, en las que
casi sólo habló él, yo estaba sentado en un sofá y él andaba de un
lado a otro de la habitación moviendo los brazos; terminé
completamente mareado, pero mereció la pena”. Como
puede suponer el lector, son muchas las vivencias del periodista. “Otra
entrevista curiosa fue la que le hice a Alonso Cano. El Alonso Cano al
que yo entrevisté, vivía en los albergues de El Chinarral, cuando
tuvieron que desalojar las cuevas porque las lluvias intensas, las
pusieron en peligro de hundimiento. Alonso Cano trabajaba de mozo en el
mercado. Pero da la casualidad que también había sido pintor, aunque
su utilización de la brocha, de la brocha gorda, se limitó a pintar el
casco de un barco, en el tiempo que trabajó de marinero. A otra de las
personas más destacadas que he entrevistado ha sido al profesor polaco
Estanislao Gaygiel, que impartía su enseñanza de Antropología Filosófica
en el Instituto Juan Pablo II, de Roma. Había venido a Granada con su
mujer, y un amigo me puso alerta. Mucho antes de que Gorvachov iniciara
la apertura, vino a España un patriarca ruso, y el alcalde de su
ciudad. También pude entrevistarlos”. Pudiera
pensarse que las entrevistas de Rafael Martínez Miranda han sido
todas religiosas, pues no, ni mucho menos, pero cuando había algo
importante en esta materia, si era cierto que el director se lo
encargaba a él. “Cuando hicieron obispo de Jaén a don Miguel
Peinado, a los pocos minutos de hacerse público el nombramiento, ya
estaba yo en la parroquia del Salvador, hablando con él. Algo parecido
pasó cuando hicieron obispo de Almería a don Manuel Casares. Con éste
tenía amistad desde que él era consiliario de la Acción Católica
Universitaria y yo era presidente de la Congregación Mariana
Universitaria, y además tuvimos mucho contacto en la Semana Social que
se celebró en Granada en 1961. También Don Emilio Benavent me brindó
su amistad desde que llegó a Granada. Y fueron varias las entrevistas y
muchas las conversaciones. También me tocó a mí la entrevista de
despedida”. Pasado
el tiempo, tuvo la ocasión de estar nuevamente con Don Emilio Benavent
en Buitrago, cuando era Vicario General Castrense, en una convivencia de
carácter ideológico, a la que fueron, además de los directivos, dos
redactores de cada uno de los periódicos de La Editorial Católica,
reunión que fue muy provechosa, pero fue casi el canto del cisne. Así
nos la recuerda: “Intervenimos varios
redactores y directores, así como personas de mucho relieve como el ex
ministro Otero Novas y el pensador e historiador José María García
Escudero que, como general jurídico de Ejército del Aire, había sido
instructor de la causa de los implicados en el 23F. Como es lógico,
porque lo impone la ley y por ética jurídica, de este tema no habló
nada ni en público ni en privado. Hablé bastante con él de historia,
de actualidad política, de la Guerra... De todo esto pude hacer varias
entrevistas cuando volví a Granada, pero como habían sido
conversaciones privadas, con dos o tres, y no le pedí permiso para
sacarlas en el periódico, no me pareció correcto hacer uso de ellas,
aunque supongo que no le hubiera importado puesto que no había nada
secreto”. También
entrevistó, a su llegada a Granada, a don Fernando Sebastián, con el
que después tuvo bastante contacto, pues en el Sínodo Diocesano de
1989-1990, fue nombrado miembro sinodal, en el grupo reservado a
designación del Arzobispo. SU TRABAJO FUNDAMENTAL EN EL PERIÓDICOHA
SIDO EL ARTÍCULO Su
trabajo fundamental en el periódico ha sido el artículo. Con un artículo,
“Apatía de Occidente”, comienza en “Ideal” en agosto de 1959.
Luego prosigue, con cierta
continuidad publicando artículos cortos. “Si eran serios los
firmaba con mi nombre y dos apellidos, y si eran de humor firmaba Abdón
Ortega. Abdón es mi segundo nombre, porque nací el 30 de junio, y
Ortega el segundo apellido de mi abuela materna. Comencé esta
duplicidad de firmas en “Ámbito”, porque en cada número había que
escribir más de un artículo y no queríamos seudónimos sino nombres
que parecieran ciertos. Más tarde, en “Ideal”, quité el Ortega y
ya Abdón era un seudónimo que utilicé mucho, incluso en columnas
diarias”. Como
le gustaba escribir, trataba de muchos temas, pero no podía olvidar que
su vocación profesional era el Derecho y que como cristiano tenía una
vocación, más fuerte aún, de propagar la doctrina social de la
Iglesia, y defender a la Iglesia, aunque en los primeros años esa
defensa era menos necesaria que lo fue después. De tipo casi
exclusivamente jurídico, durante varios años escribió una pagina
semanal sobre legislación, jurisprudencia y noticias laborales.
Bastante tiempo llevó también una página semanal con el resumen de
las noticias de la Iglesia. Ha estado encargado de varias secciones
diarias. Antes de entrar en el periódico comenzó y luego continuó,
durante dos años, una sección “Medio Siglo”, en la que resumía
cada día, a base de muchas horas en la hemeroteca de la Universidad lo
que pasó cincuenta años antes. Así, aparecían, además de otras
importantes, noticias como el natalicio del alcalde Sola Rodríguez Bolívar,
o la presentación en sociedad de tal o cual señorita. Después tuvo un
recuadro diario “Puerta Real”, que no lo inició él, sino otro
compañero, pero el director le propuso su continuidad. Cuando
enfermó don Julio Moreno Dávila, maestro en periodismo y en Derecho,
el director, don Santiago Lozano, en el lugar de las “Siluetas
Animadas” de “J” (don Julio) ponía artículos suyos, “lo que
me honraba” –nos dice. Pero cuando el director le dijo que le
pusiera nombre a la sección, para hacerla a diario, se opuso, porque no
podía quitarle esa columna a Moreno Dávila, que además sufriría si
se veía desplazado, pero el director me convenció al hacerme ver
el estado de salud de don Julio. Y así apareció “Rasgos”,
en la última página, firmado por Abdon, y se mantuvo varios años,
hasta que al poco tiempo de llegar el nuevo director, Melchor Saiz-Pardo,
colocó en ese lugar el “Colorín” –una sección muy simpática—
de Gonzalo Castilla. SOBRE
LA DESAPARICIÓN
DE
“PUNTOS PARA PENSAR” Meses
después el director le encargó que escribiera a diario el comentario
breve de algunas noticias. Y así nacieron “Puntos para pensar”. En
este sentido, nos comenta: “Estuvieron, sin
faltar un día (salvo en vacaciones), pues aunque pillara una gripe los
escribía en casa, hasta que hubo cambio de empresa y, al parecer, los
dirigentes de El Correo, querían que se diera cuenta el lector de que
“Ideal” ya no era de La Editorial Católica, me figuro que lo que más
les estorbaba, una vez quitado el retrato de don Angel Herrera del
despacho del director, eran mis comentarios, por el criterio que seguía
en todos ellos, y por los temas que tocaba con frecuencia. Y rechazándome
muchos días los artículos –lo que no había sucedido en los 17 años
anteriores— y vetándome muchos temas, terminó el director por
aburrirme y le dije que por mi parte terminaba de escribirlos. Un grupo
de amigos a los que yo no conocía, organizó una cena para reunirse
conmigo. Cuando el director se enteró me llamó a su despacho para
prohibirme que se celebrara el homenaje. Yo le contesté que como yo no
lo había organizado, no podía impedirlo. Y me amenazó diciéndome que
si se criticaba al periódico me atuviera a las consecuencias. Ni en la
cena se dijo nada, ni el periódico dijo nada del homenaje, como hubiera
hecho con cualquier otro redactor. Tampoco se publicaron muchas cartas
que sé que se escribieron sobre el tema, una de ellas con seiscientas
firmas (lo que me confirmó un miembro del Consejo de administración).
Aunque económicamente todo esto casi no me afectó, pasé de ser
editorialista, columnista y asesor jurídico de la dirección a hacer el
trabajo de un redactor de primer año. Como he de ser justo, y además
aprecio a Melchor, pese a que hundió mi carrera como escritor, tengo
que decir que a Saiz-Pardo le estoy agradecido, porque, aparte de otras
cosas en las que me benefició en los 28 años que trabajamos juntos,
cuando surgió esta crisis me dispensó de hacer trabajo de calle, y me
dejó libres las mañanas para poder atender a la Universidad”. En
cualquier caso, Rafael Martínez Mirada, es un testigo directo
que sabe mucho, de la Transición y de las revueltas anteriores. Fue su
época fuerte de los “Puntos para pensar”, porque como católico y
como español no podía dejar pasar muchas cosas. Por eso muchos le
tomaban como de derechas e incluso de extrema derecha. En
relación, a este tema, nos comenta: “Lo de
derechas, no me gusta porque se confunde con el neocapitalismo liberal
que es algo que aborrezco tanto como al marxismo. En aquella época tenía
que tratar con frecuencia temas como el aborto, la libertad de los
padres en la enseñanza, el nombre de España, la Bandera de España que
era quemada y pisoteada, el Ejército, al que parte de las izquierdas le
buscaban las cosquillas, para provocar una sublevación que diera al
traste con la Transición y se produjera la ruptura que la izquierda
buscaba. Fue entonces cuando el Capitán General de Granada, al que no
tenía el gusto de conocer, me propuso para la Cruz del Mérito Militar
con Distintivo Blanco de Primera Clase, y la Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación me nombró académico correspondiente,
entre otros méritos jurídicos, como profesor y como escritor,
fundamentalmente por la defensa que venía haciendo de los Derechos
Humanos. Y años después la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación
me concedió el Premio Nacional Bravo de Periodismo, por la trayectoria
cristiana de muchos años de labor profesional”. Rafael
Martínez Miranda, aparte de ser un hombre bueno, es una persona
formadísima y muy cultivada. Admiraba el pensamiento de José Antonio
en gran parte pero no la doctrina falangista. Sabe distinguir lo que
quiere. En los últimos tiempos, aparte de ser uno de los fundadores del
Semanario Diocesano Fiesta, ha seguido escribiendo en el citado medio
católico. También ha sido profesor de ética y derecho del periodismo
en los cursos que organizaba la Cátedra Manjón y la Comisión
Episcopal. La charla mantenida fue más larga, pero el espacio nos
obliga a finalizar. He aquí, pues, la trayectoria intachable de un
hombre honesto, que sigue
siendo él mismo, a pesar de los pesares, a pesar de los años vividos. Víctor Corcoba CORCOBA@telefonica.net
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