POR
EL UNIVERSO DEL TIEMPO |
Hoy he vuelto a pasear por el mar de la vida y descubrí que las rosas son lunas y que el cielo es un abanico de soles y el aire un aliento de sales. Confieso al confesor del Universo y ante el lector autor de la poesía, lo que sigue y lo que suma: Quise ser ola en plenitud y tuve que donarme a los demás; quise quedarme a vivir en la poesía y tuve que servir al servidor; quise consagrarme al amor y tuve que decir adiós al odio; quise llevarme la paz a la boca y tuve que hacer el corazón. Me pudo la vocación de ser poeta, que es una evocación a la vida, a recibirla con el alma y a ofrecerla con el verso. Un verso de llegada y otro verso de partida, que está en las manos de Dios; un Padre amoroso y compasivo, que es la luz en la sombra, la calma en los que sufren, el orden en el desorden. No hay mayor manantial de gozos que ese Dios Creador y Padre, que todo lo puede, para que el hombre no muera, para que el hombre viva, para que el hombre beba la eternidad eterna de lo eterno. De esta unión de Dios con el tiempo, nace el deber de poetizarlo, de santificarlo, de venerarlo, ¡de amarlo!. El ahora sin horas, el segundero sin sendero, y la vida naciente sin pacientes. Sólo Dios salva. Sólo Dios basta. Víctor Corcoba CORCOBA@telefonica.net
|