Personas de la Caridad:
Hermano Universal

 

 

JORGE GUILLÉN GARCÍA: VOCACIÓN ESPECIAL

 

El Misionero es el hombre de la caridad para poder anunciar a todo hombre que es amado por Dios. Jorge Guillén García, es un claro ejemplo de hermano universal. El próximo 4 de abril regresa nuevamente a la parroquia de Santa Cruz, de la Diócesis de Río Branco, en el Estado de Acre, la parte occidental de Brasil, con un espíritu de gozosa alegría, después de haber estado algo más de un año allí.

 

La diócesis de Río Branco, fronteriza con Perú y Bolivia, -perteneciente al amazónico territorio de Acre-, que, por cierto, tiene ahora como Obispo a Joaquín Pertíñez Fernández, natural de Monachil, de la Orden de los Agustinos Recoletos, tiene una extensión superior a la diócesis de Granada y cuenta con  tan solo diecinueve sacerdotes. Esa necesidad de clérigos, en tan extenso territorio, fue lo que empujó a Jorge Guillén, a ser anunciador del Evangelio por aquellas tierras; puesto que, ya conocía la lengua y la cultura brasileña.

 

UNA GRAVE INTOXICACIÓN

LE OCASIONA UN INFARTO

CUANDO VIENE A PASAR LA NAVIDAD

CON SU GENTE DE GRANADA

 

Así se producen los hechos: En la pasada Navidad, decidió venir a Granada, para estar unos días con sus familiares y amigos; tiempo que se ha alargado, por una fatídico acontecimiento. Un problema de intoxicación en el avión, producida por la comida, le ocasiona que sufra un infarto lobular, por lo que es ingresado en estado gravísimo en la Residencia Sanitaria de la Paz –en Madrid-, donde pasa diecisiete duros e interminables días, de los cuales cinco los pasó en la Unidad de Cuidados Intensivos. Posteriormente, el tratamiento de convalecencia, lo sigue en Granada.

 

La noticia, en su ciudad, corrió como el azogue. Nadie sabía donde se podría encontrar. Su hermano, el poeta Rafael Guillén, que había ido a esperarlo al Aeropuerto granadino, observa que no llega en el citado vuelo. Intenta ponerse en contacto con él, pero se había perdido toda conexión. Las horas corren, y nadie sabe donde se encuentra. Tras muchos intentos, se recibe la aciaga y preocupante comunicación del ingreso en el Hospital madrileño. Lo que en un principio, se había pensado, de que la enfermedad podría haber sido ocasionada en Río Branco, se descarta totalmente, tras las distintas investigaciones llevadas a cabo. El único detonante de todo ello, fue la maldita infección producida por el mal estado de los alimentos ingeridos.

 

LA HISTORIA DE LA LLAMADA

A LA MISIÓN UNIVERSAL DE RÍO BRANCO

 

Jorge Guillén, nace en Granada el 23 de agosto de 1.934. Con anterioridad  a la misión universal, era el Delegado de Misiones en Granada, y también –durante largo tiempo- ha escrito en las páginas de Ideal, en la Palabra de Dios, fructíferos y evangelizadores artículos, que muchos lectores aún recuerdan hoy.

 

A finales del verano del año dos mil, pasó por la Delegación de Misiones en Granada, aquel Misionero granadino, Agustino él, Joaquín Pertínez Fernández, que fue nombrado y después consagrado obispo de Río Branco, en el estado de Acre, en Brasil. Venía con un objetivo concreto: conseguir sacerdotes; su diócesis, enorme, sólo contaba con menos de veinte presbíteros, entre religiosos y seculares. ¿Podría “Granada Misionera” proporcionarle alguno? Al día siguiente, en su entrevista con nuestro Sr. Arzobispo, D. Antonio Cañizares, se sintió interpelado y le prometió que escribiría una carta a sus sacerdotes, pidiendo voluntarios para ayudar a nuestro paisano.

 

Esto le conmovió mucho a Jorge Guillén, Delegado de Misiones. Así nos lo recuerda: “No podía estar más claro para mí. Los que se animasen tendrían primero que prepararse; y yo, que había ya sido misionero en tierras brasileñas, era el único que estaba en condiciones de incorporarme de inmediato, puesto que conocía el idioma y suficientemente aquella cultura. Sentí que Dios me lo pedía. Es verdad que mis 66 años pesaban para tomar nuevo horizontes –hoy ya 68-; pero algo pesará también, digo yo, mi experiencia, tanto allí como aquí. No lo dudé. Desde aquel día, la decisión estaba tomada, y así se lo comuniqué a nuestro Pastor.  Lo demás fue viniendo solo: fui preparándolo todo –vacunas, papeles...-; salió la carta del Sr. Arzobispo a los sacerdotes; lo dije a mi familia y D. Antonio lo hizo público en la catedral, el día del Domund”.

 

Por sus hondas palabras, merece la pena insertar un resumen de la carta del Sr. Arzobispo a los sacerdotes:  “Querido hermano: Como es de sobra sabido, el próximo domingo celebraremos la Jornada Mundial dedicada a las misiones... Con ocasión de esta celebración dentro del Gran Jubileo, que nos llama a la conversión y a la renovación de nuestro ser sacerdotal más propio, quiero compartir contigo algo que me preocupa, mejor que nos preocupa: la solicitud por otras iglesias necesitadas... Es verdad, gracias a Dios, que nuestra diócesis está cumpliendo su misión en otros países y en otras iglesias necesitadas. Pero creo que todos estaremos de acuerdo en que podemos ser aún más generosos en nuestra ayuda. Constantemente me llegan peticiones angustiosas de ayuda, de iglesias muy necesitadas en África o Latinoamérica. En concreto hay una que quiero destacar: se trata de la diócesis de Río Branco, en Brasil; su Obispo, desde hace un poco más de un año, es un granadino, agustino recoleto, nacido en Monachil, D. Joaquín. Ha estado recientemente aquí y me ha hablado largamente de las grandes carencias y necesidad de sacerdotes que tiene, y de las grandes posibilidades que, al mismo tiempo, se dan para el anuncio y vida del Evangelio. Sería muy hermoso, un gran don de Dios a nuestra diócesis de Granada, el que algunos sacerdotes de nuestro presbiterio estuviesen dispuestos a trabajar en aquella diócesis brasileña durante algún tiempo y ayudar a su Obispo, nuestro paisano e hijo de nuestra iglesia diocesana –enviado de alguna manera desde ella-.  ¿Seremos capaces, con la ayuda de la gracia de Dios, de responder a esta llamada concreta? Alguno de vosotros, que ha conocido esta petición, se dispone a atenderla gozosamente. El que se pueda atender a esta petición será, sin duda, una de las gracias de Dios en este Jubileo.  Muchas gracias de antemano a ti y a todos los hermanos del presbiterio. Un abrazo cordial y fraterno en Cristo sacerdote”.

 

PRIMERA REACCIÓN

DEL OBISPO DE RIO BRANCO (año 2000)

 

También vale la pena evocar aquella primera reacción del Obispo de Río Branco, ante la llamada de Jorge Guillén: “Querido Jorge: ¡Paz! ¡Aleluya, aleluya, aleluya! Aunque no sea tiempo pascual, creo que podemos decirlo con pleno y total sentido. No esperaba una cosa así, ni tan rápida. Y menos sabiendo que puedas ser tú mismo el iniciador de esta nueva ‘aventura’. ¡Qué bueno! Realmente no sé ni qué decir, pues me he quedado tan contento al abrir el correo, que no tengo palabras para expresarlo. Realmente Dios tiene sus medios y sus tiempos, y va haciendo las cosas a su modo, que no el nuestro, por descontado. ¡Demos gracias a Dios por todo! Esto parece que comienza a cambiar de color, gracias a Dios, y es para mejor. Es una inyección de ánimo y de alegría que, junto con otras de tipo económico, parecen mostrar que llegarán días mejores para nuestra Iglesia. Continuemos rezando...  Bueno, un abrazo, y desde hoy te voy dando la bienvenida a nuestra diócesis, que está de brazos abiertos esperando. Hasta la próxima. En comunión de oraciones”. Joaquín Pertíñez Fernández.

 

LA VUELTA DEL MISIONERO ES EMINENTE:

ESTÁ GOZOSO POR ABRAZARLES

 

Desde este medio de comunicación, queremos hacerle llegar todo el apoyo necesario y el aplauso más sincero, a toda esa Casa del Clero Diocesano, donde habita también Jorge Guillén. Es una buena noticia que vuelva. Sabemos, porque así lo hemos percibido a través del intenso diálogo mantenido, de su gran ilusión por regresar. Queremos acompañarle, aunque sólo sea con la palabra impresa y el silencio. Desde luego, con la oración. En el primer domingo de abril, también nos queremos unir a su gente, que también es la nuestra, personas que sufren injustamente la gran pobreza y la indiferencia del mundo político por los males de la gente. 

 

Nos consta la bondad de estas gentes que acuden a la parroquia y percibimos la sonrisa de Jorge Guillén, aunque nos separen kilómetros de distancia. Los corazones siempre están unidos como el verso al aire. Sabemos por nuestro admirado Misionero, que una gran población  de ahí, sobrevive, no tiene futuro, está excluida de la vida, oprimida por una indigencia no solo material sino también moral. Lamentamos que se multiplique la violencia, la prostitución infantil y el comercio de la droga. Y por si fuera poco, el desajuste, nos duele la no valoración de la mujer de la que Cristo fue el gran promotor de su dignidad, así como la explotación irracional de la naturaleza.

 

También nos comentaba Jorge Guillén, sobre los aspectos de la  evangelización, siempre en equipo, centrados en la inculturación, la justicia, el diálogo (sobre todo con los negros y las minorías que por tanto tiempo vivieron oprimidas), el anuncio explícito y el testimonio. Se busca afrontar los desafíos del mundo moderno. Aunque los sacerdotes son pocos, se puede contar con la insustituible colaboración de millares de laicos y religiosas. Prácticamente tienen pequeñas comunidades por todas partes: en la foresta, a las orillas de los ríos, en los centros habitados. Las características de tales comunidades son: el evangelio, la oración, la catequesis, la fraternidad, el empeño en la vida, en lo social y en la política. Casi todas las comunidades, que se cuentan por millares, son animadas por los laicos, hombres y mujeres. En efecto, un alto porcentaje de las celebraciones dominicales acontece sin la eucaristía, por tal motivo, los sacerdotes celebran numerosas misas. Se trata, de todos modos, -así nos lo advertía Jorge Guillén- de una Iglesia muy viva y comprometida, que expresa vitalidad y gozo sobre todo en la liturgia.

 

            En todo caso, nos sentimos felices de que Jorge Guillén vuelva a reiniciar, en lo que siempre estuvo, en los nuevos desafíos que tiene la acción misionera de la Iglesia como son el diálogo interreligioso, la inculturación, la ecología, la paz, los derechos fundamentales, la defensa de la vida y la globalización. Desafíos que han de ayudar a mirar con un sentido de esperanza este nuevo siglo y a este nuevo milenio, que tanto necesita de los Misioneros comprometido por un mundo más justo y humano. Hasta pronto.

 

Víctor Corcoba

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