"CONCIENCIA CULTURAL”
ACERCA DE LA REALIDAD PENITENCIARIA

        

DE LAS REJAS A LA VIDA: PROYECTO “GLOBALIZACIÓN”

PARA EL COLECTIVO DE INMIGRANTES PRESOS

EN LA CÁRCEL DE ALBOLOTE

 

 

            Los datos. La población reclusa extranjera representa en la actualidad el 21,8 % de la totalidad, porcentaje que nos pone de manifiesto, que algo más de diez mil reclusos  proceden de otros países. Esta proporción ha sufrido un aumento progresivo en los últimos años, pasando del 17,6% en el año 1996, al citado 21,8 % en el año 2001, incremento que sigue en progresión. Sin relacionamos el aumento de los presos extranjeros con el producido en los de nacionalidad española encontramos que aquel ha sido superior, siendo el mayor número de reclusos procedentes de Marruecos, Colombia y Argelia, representando entre los tres algo más de la mitad de la población recluida extranjera. Centrándonos en el Centro Penitenciario de Albolote, diremos que, a finales del 2001, teníamos ciento once internos: 34 marroquíes, 12 colombianos, 10 franceses, 10 argelinos,  11 de la Europa del Este y un resto de otros países.

 

            Como quiera que la variable extranjería incide negativamente en algunos aspectos de la vida penitenciaria de estos reclusos (diferencias culturales e idiomáticas, lejanía familiar, falta de documentación, etc.), el Secretariado de Pastoral Penitenciaria y la Asociación del Voluntariado de Prisiones (A.VO.PRI.), está llevando a cabo, como por otra parte viene haciéndolo desde el año 1993, un pionero y entusiasta proyecto de globalización, digno del mayor aplauso y reconocimiento, tanto dentro de la  prisión con clases de español y adaptación social, como fuera del recinto penitenciario si es posible,  mediante un taller productivo para mujeres, con las que hemos podido compartir toda una jornada de vivencias y trabajos.

 

LA RESPONSABLE DEL PROYECTO

Desde una Pastoral de Justicia y de Libertad, encarnada  en este caso en el colectivo de inmigrantes, implicada en la defensa de los derechos fundamentales de las personas que padecen la precariedad y la exclusión social, comprometida con las personas privadas de libertad, defensora de sus derechos y buscando alternativas a la cárcel, la responsable del proyecto: Elena Rodríguez Lozano, nos subraya los objetivos y nos delimita el sector de intervención. He aquí sus palabras: “Bajo la dirección de la Trabajadora Social, Elizabeth Castaño, y dentro de la prisión, su trabajo consiste en favorecer el contacto activo recluso / inmigrante, a través de unos valores educativos y de ocupación laboral que se pueden concretar en adquirir conocimientos básicos del idioma y actitudes de respeto e integración en la sociedad española, mediante una información y ayuda con respecto a su situación, documentación y orientación familiar. Por otra parte, fuera de la prisión, la Maquinista Industrial con gran experiencia en confección industrial, Rosario Peña, proporciona a las internas, bajo su dirección  de trabajo, unos ingresos  de auto empleo en un taller de costura con producto formalizado. Toda esta labor se encamina, en definitiva, a esa integración tanto social como laboral”.

 

Aplaudimos este saludable proyecto. Porque reconocemos que las migraciones son hoy un medio para que los hombres se encuentren, para que puedan derribar prejuicios, aumentar la comprensión y crear un espíritu de entendimiento con vista a la fraternidad de la familia humana. Igualmente podemos constatar que esta permanente y creciente ola migratoria crea dificultades para la acogida y la convivencia de los emigrantes en los países de destino. Ellos tienen que soportar en ocasiones el desprecio, la intolerancia y la violencia. Se les mira con recelo y temor porque, según se dice, su presencia puede provocar la pérdida de la propia identidad nacional, cultural y religiosa. A veces no se tienen en cuenta sus derechos cívicos ni laborales, ni se valora su riqueza cultural, y se ven obligados a delinquir, acabando en las prisiones. Frente a esta situación, proyectos de globalización como el que hemos visto, nos llena de gozo, porque ofrecen ese universalismo de acogida pluricultural, recordando que el camino no es marcar diferencias, sino subrayar los elementos comunes, y para ello, los inmigrantes -¡que menos!- han de conocer nuestro idioma y nuestra cultura.

 

Todos somos herederos de una misma tierra pero el hombre sigue levantando barreras de todo tipo –físicas, culturales y religiosas- que nos impiden mirarnos y acogernos unos a otros. En este mundo globalizado, donde se hace cada vez más patente la necesidad de una convivencia profundamente humana, no podemos levantar barreras temerosas de ser “invadidos” por los que llegan. Al hilo de lo anterior, Elena Rodríguez Lozano, me subrayaba el perfil del recluso inmigrante: “Su conducta y comportamiento suele ser muchísimo más correcto, son más educados y tienen mayor nivel cultural que la población reclusa española, difícilmente tienen problemas y son sancionados, y aunque se integran bien, es muy difícil que accedan a talleres productivos con miras a la reinserción laboral, por falta de documentación”.

 

UNA FRUCTÍFERA TRAYECTORIA

 

La Pastoral Penitenciaria de Granada y la Asociación de Voluntariado de Prisiones (A.VO.PRI), que aglutina a más de un centenar de personas que incondicionalmente y solidariamente entregan parte de su tiempo a la causa, tiene tras de sí una fructífera trayectoria, ya no sólo con este proyecto ejemplarizante, ahí está su labor de: Alfabetización, informática, cultivo de las artes, talleres, visitas culturales y salidas de niños de la prisión, charla en institutos como prevención para no caer en las drogas, etc.

 

Este proyecto de Globalización dirigido al colectivo de inmigrantes presos, subvencionado el sesenta por ciento por la Caixa, tiene un gran valor de reinserción y rehabilitación, si se tiene en cuenta el carácter represivo de las prisiones, haciendo predominar el control sobre el tratamiento y la seguridad sobre el trato personal. Tanto los que van a recibir las enseñanzas dentro de la prisión como las mujeres en régimen abierto que están en la cárcel de Granada capital y las que accedieron a libertad condicional, todo ello en colaboración con el equipo de tratamiento del Centro Penitenciario, que asisten al taller de costura, -me decía un joven voluntario, estudiante de psicología- van a incrementar su confianza, autoestima y optimismo ante el futuro. En todo caso, contribuir a humanizar las instituciones penitenciarias con nuestra presencia, nuestra colaboración como los voluntarios de A.VO.PRI,  nuestra crítica-denuncia y nuestra dedicación; siempre será saludable para la convivencia.

 

Víctor Corcoba

CORCOBA@telefonica.net