Niños en una de las plazas de Granada

 

 

            Hace unos días nos sorprendía un colectivo de jóvenes, niños y mayores, en una de las céntricas plazas de Granada, denunciando la opresión en el mundo: “ESCLAVITUD: ¡NO!”, como puede verse en la foto. Este testimonio, nos recuerda que millones de niños sufren a causa de diversas formas de violencia, presentes tanto en las sociedades afectadas por la miseria como en las desarrolladas. En estas últimas, en ciudades como Granada, también se producen maltratos; como tantas veces han manifestado y denunciado asociaciones en defensa de los niños.

 

            Es buen momento, el que nos presentan estos niños, para llamar la atención sobre el escandaloso problema de la mortalidad infantil, donde las víctimas se cuentan por decenas de miles cada día. Unos niños mueren antes de nacer y otros, tras una corta y dolorosa existencia consumida trágicamente por enfermedades fácilmente prevenibles. Por desgracia, también, muchos niños toman parte activa en conflictos armados. Son obligados a enrolarse en las milicias armadas y les hacen combatir por unas causas que no siempre comprenden. En otros casos, son implicados en una verdadera cultura de la violencia, según la cual la vida cuenta muy poco y matar no parece inmoral. Es desalentador saber, además, que en el mundo actual, el simple hecho de ser niña/mujer, puede reducir las probabilidades de nacer o de sobrevivir en la infancia, puede significar recibir una alimentación y una asistencia sanitarias menos adecuadas, y aumentar las posibilidades de ser analfabetas o tener sólo un acceso limitado, o ni siquiera  tener acceso, a la educación primaria. Lamentablemente, como denuncian los niños de la foto, no son pocos en el mundo los niños víctimas inocentes de las guerras. En los últimos años han sido heridos y muertos millones: una verdadera matanza.

 

            ¿Cómo permanecer indiferentes ante el sufrimiento de tantos niños, sobre todo cuando es causado de algún modo por los adultos?. ¿Cómo no levantar la voz para una condena unánime?. ¿Cómo sorprenderse de que una violencia tan multiforme e insidiosa acabe por penetrar también en sus jóvenes corazones, cambiando su natural entusiasmo en desencanto o cinismo, su espontánea bondad en indiferencia y egoísmo?. ¿Cómo no proteger a esos niños que por haber nacido fuera de la institución familiar o vivir en situación de abandono, crecen desintegrados en la sociedad, no teniendo otra escuela que la calle?. En todo caso, la mirada de los pequeños de todo el mundo, debería ser siempre alegre y confiada; sin embargo, con frecuencia está llena de tristeza, miedo y soledad: ¡ya han visto y padecido demasiado en sus pocos años de su vida!. Estos niños, los de la foto, nos ponen en alerta, mientras la gente paseaba sin apenas prestarles atención. Estos niños, en definitiva, piden por todos los niños para crecer en un clima de auténtica paz. Es un derecho suyo y es un deber nuestro. Hágase el acto de contrición, al menos.

Víctor Corcoba

CORCOBA@telefonica.net