EL MOVIMIENTO NEOCATECUMENAL

COMO CAMINO DE EVANGELIZACIÓN Y

CATECUMENADO

           
 

            Tras la Carta de Reconocimiento del Camino Neocatucumenal del Papa Juan Pablo II (Vaticano, 30 de agosto de 1990) como un itinerario de formación católica, válido para la sociedad y para los tiempos de hoy, el curso 2002-03 ha sido especialmente significativo y gozoso para sus miembros, ya que la Santa Sede ha aprobado los Estatutos, dando con ellos, no sólo la cobertura jurídica necesaria dentro de la Iglesia, sino el reconocimiento formal, de este carisma nacido a raíz de Concilio Vaticano II. Este acontecimiento, tan radiante, –nos participa Alberto Moreno Arenas-, lo han celebrado con una Eucaristía de acción de gracias en la Catedral, presidida por el entonces Arzobispo Monseñor Cañizares, en el pasado mes de noviembre.

 Audiencia del Santo Padre a los iniciadores del Camino

El balance del curso para este Movimiento ha sido también un signo esperanzador: unos doscientos jóvenes del Camino Neocatecumenal, de nuestra diócesis,  han participado en las Jornadas Mundiales de la Juventud que se celebraron en Toronto (Canadá), en julio de 2002. Los jóvenes buscan a Dios, buscan el sentido de la vida, buscan respuestas definitivas.  Y así, unos doscientos cincuenta, – del Movimiento Neocatucumenal de Granada-, han estado junto al Papa Juan Pablo II en Madrid a primeros del mes de mayo. “Escuchar al Santo Padre y estar a los pies de Pedro ha sido una experiencia imborrable para todos” – nos dice Alberto Moreno Arenas-.

En cuanto al campo de Apostolado de la Evangelización, como tarea primordial de la Iglesia, ha sido una participación intensa. A propósito, Alberto Moreno Arenas, nos dice: “En las parroquias se lleva a cabo una catequización de adultos en la que, si el Señor quiere, surge una comunidad que comienza a caminar a la luz de la Palabra de Dios y alimentada con los sacramentos, especialmente la Eucaristía y la Reconciliación. En las parroquias donde está el Camino se evangelizará con las catequesis para adultos y ayudando a nuestro párroco en las distintas pastorales que haya en la comunidad”

Haciendo historia para llegar a su identidad, como Camino de Evangelización y Catecumenado, diremos que nació en Palomeras, un suburbio marginal de chabolas del extra-radio de Madrid, entre los pobres, en los años sesenta. Kiko Argüello, iniciador del Camino junto con Carmen Hernández, inspirado por el Espíritu Santo se fue a vivir entre los pobres de este barrio cercano a Vallecas. Daba clases como profesor de dibujo en un instituto y, experimentó la fuerza del kerigma. Sintió cómo el anuncio de este kerigma creaba la comunión entre aquélla gente que, humanamente, eran tan pobres: kinquis, gitanos, rateros, prostitutas, etc...;  dándose el milagro, de lo que llamaban entre ellos,  comunidad. La visita del cardenal Morcillo en aquel tiempo, fue decisiva: aquélla primera experiencia se trasladó rápidamente a la parroquia de Argüelles, del centro de Madrid, y a otra de Zamora capital. Después el Camino Neocatecumenal, nombre que le pondría Pablo VI, se extendió hasta hoy, que, después de más de treinta y cinco años, ha desplegado por los cinco continentes, existiendo 30.000 comunidades y un millón de hermanos.

La misión del Camino es abrir, en el seno de la parroquia, un itinerario para redescubrir el Bautismo y llevar al hombre a la fe adulta. La comunidad tiene como misión arrojar los signos de la fe: el amor en la dimensión de la cruz y la unidad. De esta manera se abrirá un camino para los alejados en el seno de la comunidad parroquial. Actualmente, en la diócesis de Granada, existen cerca de dos mil hermanos que están siguiendo este itinerario de redescubrimiento de su bautismo en el seno de sus respectivas parroquias.

Dentro de sus miembros han surgido numerosas vocaciones al presbiterado, a la vida contemplativa. También diversos matrimonios, o personas solteras, dejándolo todo por amor a Jesucristo, han partido a evangelizar allí donde la Iglesia los ha necesitado. Al respecto, Alberto Moreno Arenas, nos apunta: “son innumerables los frutos que está dando el Camino, pero además de las vocaciones suscitadas, cabe destacar el fortalecimiento del matrimonio y de la familia, donde se da una apertura generosa a la voluntad de Dios, acogiendo con alegría los hijos que Dios quiera, y sintiendo el sacramento del matrimonio como una llamada a la santidad, donde se visibilice el amor de Dios”.
 

 

Víctor Corcoba

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