LA
OFRENDA DE LAS PALABRAS |
Cuando
estamos a punto de celebrar la ofrenda floral (el 15 de septiembre) a la
Santa María de las Angustías, causa de nuestra alegría y gozo, de
dicha dichosa, se me ocurren ciertas reflexiones entorno a la palabra
como ofrenda de entendimiento. En un mundo cada vez más contaminado,
las palabras –como los pétalos de las rosas- ayudan a soportar la
deshumanización en la que cada uno hace su agosto como le da la gana.
Precisamente, recuerdo, que fue buceando revistas literarias donde descubrí
que hacer poesía, es una fabulosa carta de ajuste para ajustar los
desajustes del mundo y evadirse de una cercana Europa egoísta, ciega al
orden de la naturaleza. Quiero decir, por ello, que a través del
verso como del arte, se puede mirar a la historia, y discernir, para
tomar carrerilla de futuro y no confundirse. Lo de bucear por los clásicos,
humaniza. Ya Cicerón, antes de que los hombres adquiriesen conciencia
histórica, escribió: "El que no conoce la historia -o no sabe
lo sucedido antes de que él naciese - toda su vida será un niño".
Ortega acuñó su conocida máxima: "El hombre no tiene
propiamente naturaleza, sino historia".
Por desgracia, vivimos en un mundo en el que un loco hace muchos
locos, mientras que un sabio hace pocos sabios. Este mundo técnico es
terrible y debemos poner barreras al diluvio de poluciones que todo lo
transforman y lo transtornan en caos, saltándose a la torera
evaluaciones y estudios de impactos ambientales. Tenemos que ser
valerosos en la defensa de los derechos a los desamparados (en algunos
polígonos y barrios granadinos, me consta, que hay niños que pasan
hambre), en poner freno a tanta aceleración de colapsos ecológicos
(las talas de árboles sin ton ni son, es una mala noticia aunque no sea
negocio para nadie), y en buscar futuro para las generaciones venideras,
en su propio entorno, donde Granada continua a la cola hasta en
infraestructuras, aunque nos quieran vender otro burro. Así no se puede
gozar de los encantos de esta ciudad donde ayer reinaba el silencio, la
música de las aguas cristalinas, y los verdes cipreses en busca del
azul del cielo. Ya lo dijo algún clásico escritor: "Bajo el
cielo de Granada todo es poesía".
Los pueblos, donde tantas gentes vivían no hace mucho, se han
venido abajo. Se acrecientan los que se han quedado sin jóvenes.
En su momento, se ha podido atajar con otras alternativas,
antes que con subvenciones o limosnas. Sería interesante, para todo
el vecindario rural, la apuesta de ofrecer soluciones culturales a
problemas económicos. Se deberían crear, sin el tanto prometer y
prometo de unos programas en los que se da gato por liebre, medios y
acciones que lograsen un turismo que compagine la cultura con el medio
ambiente y el patrimonio histórico, que, en toda la provincia y
capital, está más que olvidado. Lo cierto es que pasa el tiempo, y yo
no he dejado de pensar en la tierra en la que vivo, la que aglutinaba
las más universales y fructíferas tertulias a través de un Centro Artístico
envidia del mundo cultural, sostenido -sin duda- por la tenacidad de
Eulalia (ayer) y de José María Rosales de Angulo (hoy). ¿Cómo
superar la regresión consumada?. Somos herederos de un
florecimiento, ligado entorno al mundo del arte y la cultura, que nos ha
cegado hasta convertirnos en antepasados de nosotros mismos. ¿Qué
le diremos a los hijos de nuestros hijos sobre la permisividad o el
pasotismo de tantas heridas a Granada?.
El tiempo actual es difícil para ofrecer soluciones, y lo es,
porque la guerra política ha degenerado en conflicto de intereses
subjetivos o de "camarilla". Ya no se habla de servir al
pueblo por el pueblo. Ahora mismo, los alcaldes por ejemplo, están más
preocupados por las próximas elecciones que por gobernar para todo el
vecindario. La ética nada dice. Lo importante es garantizarse el sillón.
¡Qué mundo, facundo!. Se habla de sumar poder cueste lo que cueste. Los
que nos gobiernan se han olvidado de lo que son ideológicamente en el
origen y lo que desean es dominar y sentirse el más grande entre los
grandes, aunque para ello tengan que pisotear a los débiles. A
veces me digo a mi mismo, que sí en el mundo más intelectuales
hicieran ejercicio de la política (por turnos), tal vez la política
cambiaría de rostro y la atmósfera tendría otro rastro más
esperanzador.
Los católicos tenemos una esperanza para el gozo y una Madre que
nos consuela, la Virgen de las Angustias, a la que llenamos de flores.
Cada flor es un verso que lo dice todo. Por eso, yo apuesto por la
palabra en ALGO MÁS QUE PALABRAS. He aquí un decálogo para la
convivencia: Trata
a lo demás como quieres que te traten a ti. Y
tú intenta estar siempre dispuesto a sonreír. Reír
alimenta: Procura ser gentil y agradable al hablar. Y
más que hablar, trata de escuchar atentamente. No
vale la pena discutir, sencillamente opinar y basta. No
olvides cuidar la puntualidad, sin reprochar a otros. Intenta
ser jovial, voluntarioso, dinámico. Guarda
para ti tus propias dificultades. En
todo caso confíate a los amigos y afánate en hacer a los enemigos
amigos. Promete
sólo cuando creas que puedes cumplir. Pide
siempre "por favor" y no olvides decir "gracias” aunque
no te caiga en gracia el personaje. ...........................(en
estos puntos, añade tu verso)...........................
En esta ofrenda de palabras, la gratitud y el Amor (con mayúsculas)
nos acercan. En cualquier caso, lector amigo, nos vemos en casa de
Nuestra Madre, la que nunca nos defraudará, acercándonos a su Hijo que
nos lleva al Padre. Hasta entonces, un abrazo. Sean felices. Víctor Corcoba CORCOBA@telefonica.net
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