LA CULTURA SOLIDARIA

           

 

            Hemos visitado la Fundación Escuela de Solidaridad, un proyecto que pretende recuperar el sentido familiar de personas que por diversas circunstancias no han podido, ni pueden experimentarlo, y nos hemos encontrado con gratísimas noticias.


 
Pintura realizada por Miguel García
 que sirve como logotipo para la Fundación

El concepto de escuela de solidaridad, se afianza en sus tres programas: “Mejor con Mamá” (de intervención sobre madres con hijos que viven en situaciones de emergencia. Se pretende la recuperación física y psíquica de estas madres y su preparación laboral así como procurarles el retorno a su independencia e integración en la sociedad). “Mejor Ocupado” (talleres ocupacionales para formar en diversos oficios artesanales a jóvenes de ambos sexos acogidos en el hogar y de otros acogidos). Mejor formado” (persigue la promoción, la capacitación, y la responsabilidad necesaria para la integración social y cultural. Esto se lleva a cabo a través de distintos cursos). ¿Es posible combinar programas con esta diversidad humana ( niños, madres, jóvenes, adultos, discapacitados etc.) dentro de un mismo espacio físico? La respuesta nos la da su fundador, Ignacio Pereda: “No solo  la existencia de distintas generaciones es posible dentro de un mismo espacio, sino su coexistencia,  lo que implica convivencia pacífica y comunicación”.

           

Esta exigencia les ha llevado a pensar que es necesario contar con un espacio más amplio del que se dispone, con más capacidad y recursos, que sería en Sierra Elvira. El proyecto de nueva sede para la Fundación, aborda la adquisición de una finca de grandes dimensiones, además de un grupo de ocho viejas casas adosadas de dos plantas con semisótanos corridos y dos naves de antigua construcción. El proyecto, que se encuentra ya muy avanzado por lo que pudimos ver, contempla la rehabilitación de las estructuras existentes, adaptándola a las necesidades de la Fundación. Se quiere crear un entorno propicio para el desarrollo de este “taller humano”, tanto en la edificación como en los lugares exteriores. Un entorno que de por sí sea terapéutico y sanador, tanto por la sencillez y orden en el diseño como por la estética del mismo.

 

 

LA LLAMADA A CULTIVAR LA BELLEZA

 

            Días pasados, al contemplar la obra pictórica del granadino  Mario Rodríguez Martínez, me participaba el propio artista, sobre la llamada que sentía por cultivar la belleza. “Pintando me encuentro a mi mismo, muy feliz” – me dijo. En efecto, al modelar una obra el artista se expresa a sí mismo hasta el punto de que su producción es un reflejo singular de su mismo ser, de lo que él es y de cómo es. Esto se confirma en la historia de la humanidad, pues el artista, cuando realiza una obra maestra, no sólo da vida a su obra, sino que por medio de ella, en cierto modo, descubre también su propia personalidad. En el arte encuentra una dimensión nueva y un canal extraordinario de expresión para su crecimiento espiritual. Por medio de las obras realizadas, el artista habla y se comunica con los otros. La historia del arte, por ello, no es sólo historia de las obras, sino también de los hombres. Las obras de arte hablan de sus autores, introducen en el conocimiento de su intimidad y revelan la original contribución que ofrecen a la historia de la cultura.


Mario Rodríguez Martínez

            Ciertamente, no todos estamos llamados a ser artistas en el sentido específico de la palabra. Sin embargo, según la expresión del Génesis, a cada hombre se le confía la tarea de ser artífice de la propia vida; en cierto modo, debe hacer de ella una obra de arte, una obra maestra. Bella reflexión como final.

 

Víctor Corcoba

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