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I.- LO EFÍMERO DE LA VIDA Al
igual que de la primavera manan
esencias y emanan versos que
son matas de júbilo, montes
que imanan alegría, la
Cuaresma llega como
una clara luna en la noche, citándonos
e incitándonos a
mirarnos hacia dentro, a
vivir conviviendo: penetrando, emocionando,
pellizcando…; haciéndonos
pensar en la ceniza, en
lo efímero de la vida, en
el olmo de la vida del alma.
II.-
EL ENCUENTRO Se
pone alegre la Cuaresma, cuando
el yo mira a los demás, como
si fuera uno mismo: ¡se
le agranda el corazón y
se le achica la pena!. En
los brazos de la cruz, no
hay más abrazo, que
el de la reconciliación ni
más acción que el perdón.
III.-
LA SALUDABLE LUZ Del
paso de la existencia terrenal
a la poética, brota
una luz que es camino y
un horizonte que es vida. La
fuerza del verso es
un amor seguro, se lo aseguro. Asegurado
este amor, la
salud es una viva presencia, que
reverdece: “Por
la cruz a la luz”.
IV.-
EL AGUA
Perdonemos
las faltas. Juntemos
las manos para
cruzar el desierto. Brindemos
con el agua viva. Vivamos
con las puertas del
corazón abiertas. No
pega la injuria, ni
la danza de la venganza, tan
de moda en la tierra, y
tan demás en el cuerpo. ¡Qué
cante la Cuaresma!. ¡Qué
le canten los cantantes una
saeta!. ¡Qué salte la poesía como
salta la chispa del amor! No
hay amor sin verso. Ni
verso sin pasión. Ni
pasión sin entrega. Ni
entrega sin calvario. Ni calvario ... sin edén. Víctor Corcoba E-mail: corcoba3@airtel.net
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