DESCUBRIR LAS EDADES DEL TIEMPO
La Catedral como legado espiritual y cultural

Situada en pleno corazón de Granada se alza la majestuosa catedral, considerada como la primera Iglesia renacentista de España, integrando un vasto capítulo de fe y belleza en la historia de la cultura granadina. La historia nos refrenda que fue fundada el 21 de mayo de 1492 por voluntad de los Reyes Católicos, fue proyectada en 1505 por los mismos maestros que la Capilla Real, comenzándose las obras en 1518 conforme al modelo gótico de la catedral de Toledo. Los granadinos debemos sentirnos gozosos de que nuestro inmenso templo catedralicio haya marcado desde el segundo tercio del s. XVI el camino ejemplar de todas las nuevas iglesias metropolitanas que tras ella se elevaron. 

 

La santa Iglesia Catedral  es el templo de la Iglesia local o el templo en que el Obispo congrega a la comunidad. En este sentido, Sebastián Sánchez Maldonado, (Deán de la catedral, o lo que es lo mismo, quien preside el Cabildo y responsable directo de ella),  nos expresa: “La catedral de Granada como todas las catedrales del mundo tiene una gran relevancia, una importancia esencial en la vida eclesial de una diócesis porque es la Iglesia madre de la Diócesis, es donde el Obispo ejerce de una forma especial su cátedra a los fieles, y, además, es signo de la unidad de los creyentes en la fe que él anuncia”.

 

La catedral, bajo la grandiosidad de su bella arquitectura, la que estamos obligados a conservar para las futuras generaciones, fueron encomendadas al arquitecto Diego de Siloé, en 1518, que creó la fórmula de adaptación a las dimensiones y plantas anteriores, diseñó una nueva traza del templo, de estilo renacimiento español, concluyéndose en 1704. Diego de Siloé consiguió convencer a ese gran hombre, grande por su magnanimidad, nobleza y obra de gobierno, pero sobre todo por su fe y su cristianía, el reacio Emperador Carlos V, de las posibilidades de vivir la espiritualidad cristiana dentro de una arquitectura pagana, heredada de griegos y romanos. Aunque, posteriormente, la fachada principal, es una magistral obra barroca trazada por Alonso Cano en 1667, que la organiza en tres espectaculares arcos con casetones que recuerdan los de la capilla mayor e, incluso, los arcos de triunfo romanos. De las dos torres proyectadas por Siloé, solo se inició la construcción de una, quedándose en 57 metros de alto en lugar de los 81 previstos, Fue Felipe II quien, ante los terremotos frecuentes en la zona tan conocidamente sísmica, mandó detener las obras de dicha torre. En la fachada que da a calle Cárcel encontramos dos puertas, destacando la del Perdón, obra escultórica maestra de Siloé.

 

LUGAR DE CULTO Y EVANGELIZACIÓN

 

A pesar de la monumentalidad catedralicia, construida por nuestros antepasados movidos por el espíritu de la fe y unos profundos sentimientos de religiosidad, es un lugar vivo y de acción, que tiene una finalidad propia, que nos transmite el Deán: “Las Catedrales, como los demás templos, nacen y se hacen para el culto y la evangelización. Su fin principal es servir a la Sagrada Liturgia” Esta misión la  vienen ejerciendo los Cabildos, un colegio de sacerdotes, al que corresponde celebrar las funciones litúrgicas más solemnes en la Iglesia Catedral. Al hilo de lo anterior, su presidente, nos dice: “Diariamente estos canónigos acuden para cantar los laúdes, celebrar la misa, terminando con el canto del tercia. Los domingos se celebra la solemne Eucaristía, casi siempre presidida por el señor Arzobispo. Y luego a través del curso, se programan diversas actividades, como pueden ser: visitas guiadas o conciertos de música”.

 

Para el Deán de la Catedral, es importante que los fieles se reencuentren en la atmósfera catedralicia,  y que hallen un clima para la oración personal. “La Catedral, fuente espiritual de orientación y predicación para toda la diócesis, fragmento de eternidad, predica con su sola presencia e invita a la conversión total de posibles comportamientos humanos egoístas. En su interior, el arte habla. Por ello es tan importante su conservación, que ha de ser continua”.

 

Aunque la protección del patrimonio cultural es tarea de todos, sin distinción alguna, de administración y ciudadanos, es de justicia felicitar al Cabildo por las continuas obras llevadas a cabo desde el año 1994, aunque para ello se haya tenido que pedir una hipoteca, y adeudarse en unos setenta millones de pesetas. Las cifras son las que son. Mientras el porcentaje de ayuda por parte de la Junta de Andalucía, ha sido ínfimo, del 4,04%, y de pasividad total incluidas otras administraciones, la Iglesia no ha cesado  en el afán de amparo, de un patrimonio extenso y variado, nacido en el seno de la Iglesia para fines religiosos, y que hoy atrae hacia sí un gran interés cultural. Son creaciones artísticas para el servicio divino, que expresan la fe y que son un extraordinario instrumento para evangelizar a cuantos las contemplan. Tiene una finalidad litúrgica, evangelizadora y pastoral, a la vez que está abierto al estudio y a la contemplación de la sociedad. De ahí, la importancia vital de que nos impliquemos todos. La Iglesia ha llevado a cabo grandes obras de albañilería y restauración, de limpieza y techumbres. Un dato nos aporta el Deán: “Se han sacado más de treinta toneladas de polvo al limpiar la Catedral”.

 

APORTACIÓN ÍNFIMA DE LA JUNTA DE ANDALUCÍA

 

Prosigamos con los números. De la cantidad en pesetas, 263.323.744 (del año 1994 al 30 de septiembre del 2001), gastos extraordinarios realizados en la Catedral; la Junta de Andalucía sólo  aportó en 1996 para la restauración de la cubierta de la Sacristía, 9.140.000 pesetas; y un par de años después 1.500.000 pesetas para la restauración del retablo del Oratorio de la Sala Capitular. Si la administración nada o muy poco contribuyó para esa conservación patrimonial tan importante para una ciudad como es la Catedral, tampoco lo hicieron empresas privadas. Existe ahora una esperanza, que nos participa el Deán: “La administración central va a ayudar en la restauración de la Capilla Mayor, obra importante”.

 

            En cualquier caso, insisto que nos incumbe a todos la protección del patrimonio eclesial. Nos consta que en algunas ciudades, como en Astorga, se ha creado una Asociación de amigos de la Catedral, tal vez podría ser una buena idea. A pesar de tantos arreglos, habría que proseguir: arreglar las vidrieras, los retablos, la limpieza de la fachada principal, que volteasen las campanas para ello hay que sujetar algunas piedras... Y otra de las cuestiones que sin duda sería interesantísima, es la autorización, por parte de las personas competentes,  del Museo de la Catedral en la Cripta del Sagrario. Todo ello, conlleva a enriquecernos, pues, como nos apunta el Deán: “La existencia de este patrimonio de la Iglesia demuestra su interés por las bellas artes y la cultura”.  Desde luego merece un reconocimiento por haber sabido crear y conservar, tal vez mejor que ninguna otra institución, a pesar de vicisitudes complejas y adversas, tantos bienes históricos. Unos bienes que, efectivamente, no deben mirarse con mentalidad sólo económica, ni tampoco sólo con mentalidad cultural, sino también, y sobre todo, con la visión y finalidad con que fueron creados, es decir, como un lugar de evangelización. No olvidemos nuestras raíces cristianas.

 

Víctor Corcoba

CORCOBA@telefonica.net