En la Iglesia Madre, la santa Iglesia Catedral, tuvo lugar una Eucaristía de inicio del curso, que aglutinó a diversas instituciones educativas y educadores de la Diócesis de Granada. El Señor Arzobispo, ante el grupo tan numeroso de asistentes, mostró su deseo de instaurar la celebración eucarística todos los años, como fermento de caridad y vínculo de unidad.
 

El Señor Arzobispo durante la homilía

            Ningún sacramento es más precioso, y Cristo, el Maestro por excelencia, nos acoge, nos perdona, nos alimenta con su palabra y su pan, y nos envía a la misión educativa. Mons. Francisco Javier Martínez Fernández centró su homilía en la apasionante y difícil tarea de la educación, uno de los compromisos prioritarios de la Iglesia a todos los niveles y, en particular, en seminarios, universidades y centros católicos. Invitó a todos los miembros de las distintas instituciones, que se dedican a la educación, a que sean fieles a su carisma originario y a sus tradiciones.

            Un coro de niños y adolescentes hicieron más solemne, si cabe, la Eucaristía en la que recibimos toda la gracia y la fuerza para la vida de cada día, para vivir una existencia verdaderamente cristiana, con la alegría de conocer que Dios nos ama, que Cristo ha muerto por nosotros y que en nosotros vive el Espíritu Santo. La plena participación de todos es la verdadera fuente del espíritu cristiano, la que nos hace crecer para educar mejor.

Víctor Corcoba

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