Nuevamente el Hospital de San de Dios es noticia.
Parece que, en esta ocasión, las negociaciones se encaminan por
mantener el centro con sus fines
asistenciales;
cuestión que ha sido avalada por centenares de granadinos que
incluso han fundado una Asociación, (con varios miles de
asociados) para su defensa como hospital para el servicio de todos
los granadinos.
Por su parte, la Orden Hospitalaria, está
dispuesta a llevar a cabo las obras necesarias para su
restauración. No se trata, pues, de mantener a ultranza la
propiedad del hospital, sino los fines para los que fue hecho. Por
consiguiente, el centro hospitalario, se mantendría así en las
manos de siempre, en las de la beneficiencia pública. No pasaría,
pues, de manos públicas a privadas; puesto que las manos de San
Juan de Dios son manos públicas, de servicio a todo el pueblo,
sobre todo a los más desprotegidos de la sociedad.
La Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, no solamente tiene una
historia gloriosa en la ciudad de Granada para recordar y contar,
sino una gran historia que construir. La hacen cada día, con su
gran servicio a la sociedad. Y el hospital es su casa fundacional.
Otra razón más para conservar esa identidad asistencial de los
Hermanos, dispuestos a evangelizar desde el cuidado y la atención
integral a los enfermos y necesitados, siguiendo el estilo de San
Juan de Dios. Hablar de atención integral es hablar del Hospital
de San de Dios, que implica atender y cuidar la dimensión
espiritual de la persona, como una realidad esencial orgánicamente
relacionada con las otras dimensiones del ser humano: biológica,
psicológica y social.
Por consiguiente, conservar ese fin asistencial por
parte de los Hermanos y ponerse manos a la obra en la
restauración, es continuar la labor de su fundador que no es otra
que la persona asistida, promoviendo y defendiendo los derechos
del enfermo y necesitado, teniendo en cuenta su dignidad personal.
Y en este sentido, nos anunciaba el Hermano Juan José Hernández,
la eminente puesta en marcha de una unidad para los enfermos de
Alzheimer, así como la necesidad de seguir ampliando las camas
para los enfermos terminales y el espacio del Centro para una
mayor acogida de todos los necesitados. Todo un itinerario de
servicio, estilo e identidad,
que constituye la cultura de la Orden, lejos de cualquier afán de
lucro.