HIMNOS A LA VIDA

           

 

            En la aurora de la salvación, el nacimiento de un niño es proclamado como gozosa noticia. También debiera ser alegría poner de moda el nacimiento de un libro. Llevarlo al iris y explorarlo. Al igual que el universo es un poemario que nos asombra a poco que naveguemos por sus paisajes, el libro “Himnos de Leo”, también nos sorprende por sus profundos latidos a una plenitud de vida. Sólo hay que leer las dedicatorias y la desnudez con la que escribe el poeta, Manuel Fernández Mota, uno de los poetas más hondos y lúcidos de la poesía que se escribe hoy en Andalucía. Helas aquí: “A los grupos ecologistas, responsables y entregados a su ideal por conseguir un mundo más limpio, más digno y más humano. Mi abrazo verde”//. “A los componentes de Algeciras Acoge, dedicados a recibir y cuidar a los que arriban a esta ciudad buscando el amparo que en otro lugar no tuvieron. Mi abrazo especial”//. “A los miembros de la Cruz Roja, por su entrega y ayuda a todos los hombres y mujeres que llegan a nuestras costas buscando la libertad y una vida digna; y les dan su aliento humano, su ayuda en ropa y alimentos, y su entrega sin límites. Mi abrazo universal”//. “A los miembros de la Guardia Civil del Mar, por su trabajo humanitario salvando náufragos, socorriendo a inmigrantes, rescatando cadáveres del mar. Mi abrazo agradecido”//. “Al pueblo de Tarifa, por la gran labor humanitaria de sus habitantes con los inmigrantes llegados a sus costas. Les dan comida, ropa, medicinas, cariño; y hasta sus lágrimas y sus flores a los muertos en la tragedia del Estrecho. Mi abrazo. Mi admiración. Mi cariño de poeta”///.

Portada del libro            Desde siempre, Manuel Fernández Mota, ha llevado consigo el verso, el cultivo a la cultura. Es un hombre de verbo y pensamiento. Nació el 9 de agosto de 1924 en Sayalonga, Málaga, en el seno de una familia humilde y campesina. Siendo el menor de nueve hermanos y por circunstancias de la Guerra Civil, pronto se vio obligado al trabajo del campo. Amante de la lectura desde sus más tiernos años, mientras descansaba de las labores agrícolas o cuidaba el ganado, se llenaba con la lectura de los clásicos, desde Homero hasta los poetas modernistas, entre ellos Salvador Rueda, con cuyas primeras circunstancias vitales coincide casi punto por punto. Contrajo matrimonio en Benaoján, con Isabel Sánchez Melgar, de la que tiene siete hijos. Con treinta y cinco años, ya en Algeciras, empezó a estudiar el Bachillerato y terminó la carrera de Magisterio, que ejerció como maestro, hasta su jubilación. Fue director desde su fundación de la Revista «Bahía». Puso en marcha las colecciones de libros de poesía «Bahía», «Sur y Remo», «Cuadernos de la Almoraima», «Portus Albus» y «Mecenas». Creó el Premio Bahía y el Homenaje Bahía Poesía del Sur. La obra de Manuel Fernández Mota mereció ser glosada en la página 1504 de la "Gran Enciclopedia de Andalucía" (Sevilla, 1981), y en otras varias enciclopedias, libros de texto y antologías. Aunque ha publicado novelas y libros de historia y etnografía, como "La ruta blanca del Mudéjar" (Tierras de Bentomiz), (1996), son de destacar sus poemarios: "Destellos del barro" (1964), "Diálogo astral" (1971), "Las horas maduras" (1975), "La voz estremecida" (1975), "Los muñecos de Prometeo" (1977), "La noche de los profetas" (1980), "Poemas de la bahía" (1985), "Lunas del Guadalmesí" (1990), "Pétalos pluviales" (1997), "Poemas de la Isla Verde" (1998), "La antorcha en vuelo" (1999) y "Antología poética" (1960-2000). Entre sus muchas distinciones, citaremos algunas: Su pueblo (Sayalonga), le honra poniendo su nombre a una biblioteca. Medalla de la Palma de Algeciras (2000), del Excmo. Ayuntamiento de Algeciras. Primer Premio Ateneo de Algeciras (2002), por su trayectoria literaria. Medalla Ateneo de Málaga (1992). Insignia impuesta, Centro Cultural Generación del 27 (1998). Área de Cultura de la Diputación de Málaga. Es Consejero de Número del Instituto de Estudios Campogibraltareños...

 

            El poemario “Himnos de Leo”, se estructura en dos partes: Los elementos (el sol, el fuego, el día, la lluvia, la niebla, el mar, la cumbre) y el hombre (el amor, la historia, el pan, el vino...). Todo el libro es un canto a la humanidad y a la existencia. “El rito del amor. El principio del hombre. / Estallido de sangre. El poema perfecto//”. La poesía es un vaso de sensaciones que el poeta rotula y nos entrega. Llega a conmovernos y a reconciliarnos con la vida. Y el amor. Su poema, en recuerdo de su boda, es todo un testimonio, significado del amor auténtico, de aquel don de uno mismo y de la acogida del otro que se realizan de modo específico en la relación conyugal, pero que deben ser el alma de cualquier relación interpersonal.

 

            El poeta describe lo que ve y, lo vive, para luego revivirlo en poesía. Los poemas más que métrica, tienen corazón. Germinan como el manantial del alba o el brote de la fuente del cosmos. Todo es cósmico, luz o fuego verdadero, iluminaria en torno al hombre. Cada poesía presenta, con fidelidad y de modo ingenioso, la mirada tierna del eterno verbo que es la vida. La conjuga en todos los tiempos como un himno salvavidas. Vale la pena, pues, adentrarse en su aroma y responder a su llamada: “Abre tu puerta, hombre, sal a la luz del mundo, / al esplendor del tiempo. / Bebe el rocío purísimo, / recién florido sobre las piedras del camino. / Que todo el universo ha roto sus torrentes/ y sangra limpio, bellísimo y rotundo, / como la flor lavada en la cumbre bravía”.

 

 

Víctor Corcoba

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