PALABRA VIVA

EL ESPÍRITU DE LA LETRA
(Acercamiento creyente a la literatura)

Antonio Blanch

Editorial PPC, Madrid. 432 páginas, P.V.P. 24  Euros

 

            La prestigiosa editorial PPC ha publicado un libro sumamente cuidado, bajo el título “El espíritu de la letra. Acercamiento creyente a la literatura” , del que es autor el profesor emérito de Historia y Crítica Literaria en la Universidad Pontificia de Comillas (Madrid) y durante décadas redactor literario de las revistas “Reseña” y “Razón y Fe”, Antonio Blanch; persona, por otra parte, muy ligada a Andalucía. Hasta el año 2001 ha sido director del Instituto Fe y Secularidad  y desde este año es miembro del centro de estudios Cristianisme i Justicia (Barcelona).

            Su especialidad en Literatura Comparada le ha permitido conocer las mejores obras literarias desde los clásicos griegos hasta los más señalados autores modernos. Entre sus publicaciones figuran “La poesía pura española” (Gredos, 1976), “La trascendencia lírica” (Narcea, 1981) y “El hombre imaginario. Una antropología literaria” (PPC, 1995). De 1987 a 1991 ha sido presidente de la Asociación Española de Críticos Literarios.

 

ALCANCE HUMANIZADOR DE LA LITERATURA

 

Frecuentemente, las personas suelen acercarse a la literatura como a un entretenimiento o a una ocupación para el ocio, algo parecido a lo que ocurre con el cine o las exposiciones del arte. Por otra parte, se dan también unas minorías de expertos que estudian las obras literarias con especial dedicación mediante una serie de análisis lingüísticos o estilísticos, con lo que la literatura adquiere rango de disciplina científica. Según el autor, ninguna de estas dos actitudes, tan distintas entre sí, acierta a comprender la obra literaria y a estimarla en su auténtico valor humanista, en su sustancial función iluminadora de la mente e incitadora de la sensibilidad. Esto es precisamente lo que el libro ayuda a realizar, haciendo ver al menos dos aspectos de ese particular alcance humanizador y personalizante que posee la literatura: el de procurarnos un serio encuentro con nosotros mismos y con los demás y el de abrirnos simbólicamente a niveles muy elevados de realidad, verdaderamente estimulantes para el espíritu.

 

            El libro que comentamos, señala, pues, todo ese otro ámbito de significaciones y sugerencias que se origina a partir del signo material de la palabra escrita (littera); es decir, todo lo que nos lleva más allá de la simple y directa intelección de los signos, al referirse éstos a significados muy elusivos a veces, al sugerir realidades imaginarias o al suscitar en el espíritu  de los lectores vibraciones que los conceptos claros y distintos nos suelen producir.  Todo este conjunto de referentes, a los que alude virtual o indirectamente el arte literario, constituiría el horizonte de significados, no materialmente objetivados en el mero signo, su potencial espiritual o de trascendencia, el alma del texto, podría decirse, o, de forma equivalente “el espíritu de la letra”.

 

            A lo largo de los siglos va dejando el hombre las huellas de su paso por el mundo, gracias principalmente a la escritura, en esa serie tan variada de signos (letras o ideogramas), cuya interpretación no debe nunca limitarse a su forma física, por más caligráfica  que resulte, sin llegar a alcanzar el alma, le sentido profundamente humano, que tales huellas nos están transmitiendo. Esto es también lo que intenta, con mayor o menor acierto, todo buen intérprete literario, al querer explicar lo mejor posible las obras por él elegidas, de las que no dejará nunca de atender, ciertamente y en primer lugar, al cuerpo lingüístico (la textualidad), para pasar a estudiar, con mayor interés sin cabe, el espíritu que a través del texto se transparenta.

 

ALCANCE TRASCENDENTE DE

 ALGUNAS OBRAS LITERARIAS

 

            En los estudios que se recogen en el libro comentado, se descubre el horizonte más trascendente de algunas obras literarias, que le ha parecido al autor especialmente interesantes, precisamente porque a veces desvelan niveles de significación muy elevados; obras abiertas, en no pocos casos, a zonas que pueden entenderse como sagradas y hasta religiosas. Su objetivo interpretativo será, pues, averiguar cómo y en qué medida una obra literaria dada está señalando, con sus múltiples virtualidades estéticas e intencionales, hacia diversos niveles de trascendencia, que para simplificar engloba en dos grandes categorías. Por una parte, lo que podríamos llamar de superación del sujeto, en su propia condición personal y en su crecimiento como ser libre y consciente, así como en su empeño de mejor la condición humana de los demás. A esa primera trascendencia literaria, por ser prevalentemente personalizadora, la llama humanista o humanizadora. Y, por otra parte, sobre este primer nivel de trascendencia, va precisando aquel otro nivel de significación, desvelador de los misterios latentes en el fondo del espíritu humano, y en la raíz de todo lo real, que es lo que aquí entiende por el ámbito de lo sagrado.          

 

Diremos, en cuanto a su desarrollo, que “El espíritu de la letra” consta de una introducción sobre el alcance trascendente de la obra literaria, y luego de dos partes confluentes y reflexivas: claves para la lectura de algunos autores y fe e increencia en la literatura moderna. El objetivo unitario de todo el libro ha sido indagar sobre la naturaleza o el grado de trascendencia que en cada caso expresan, directa o implícitamente, los autores estudiados.

 

FEDERICO GARCÍA LORCA:

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO

 

            Nos fijaremos en uno de los capítulos del libro por la cercanía, la de Federico García Lorca, donde el autor profundiza en la impresión que debió recibir el poeta durante su breve estancia en la caótica ciudad de Nueva York. Impresiones las suyas que, por su analogía de contenido exacerbado y de estilo surrealista con un conocido libro de Rimbaud, bien hubieran podido agruparse bajo el título de “una temporada en el infierno”, tal como rotula el capítulo el autor del libro.

 

            El infierno de esta “ciudad-mundo” se convertía así para García Lorca –como también lo fueron Florencia y Roma para el Dante en su “infierno” – en una gran imagen mítica, que le permitía denunciar el mal histórico que ya entonces estaba amenazando nuestra civilización. Mal histórico que, para nuestro poeta, se cifraba sobre todo en dos grandes poderes negativos: el que destruye la Naturaleza y a los seres naturales, por la invasión de las máquinas, y el que reprime la vida espontánea de la gente sencilla y marginada, como resultado de la omnipotencia del capital monetario. En consecuencia, la elaboración literaria de ese gran mito infernal, estará dominada por un permanente proceso de antítesis catastróficas, que acentúan, de manera casi siempre muy intensa y fantástica, la lucha cósmica entre el Bien y el Mal, cuyo campo de batalla mítico ya no será el cosmos donde luchas divinidades antagónicas, ni ángeles y demonios, sino las amplias aglomeraciones materiales de la megápolis moderna.

 

            En suma, “El Espíritu de la letra”, es un libro para tenerlo muy cerca, y reflexionar sobre su contenido. Sin duda, su lectura, que la recomendamos vivamente, no nos va dejar indiferentes. Una buena obra de estudio.

 

Víctor Corcoba

CORCOBA@telefonica.net