Del caviar de verbos a los versos para cavilar

 

 

I

 

Estoy mejor que ayer

y peor que mañana.

¿Cuándo el mundo dejará

de convivir

con la piedra al cuello?

 

II

 

Entrando la Semana Santa

me quedo sin palabras

porque los penitentes

se tragan las sílabas,

los salmos y las salves.

¿Quién me evoca

una saeta

para entregarme

al silencio?.

Silencio al paso,

pasa Cristo, ¡Cristo vive!.

 

III

 

Demasiada soledad

haciendo diarios

en el diario de la vida:

La soledad de dos en una cena.

La soledad de dos en una cama.

La soledad de uno más uno,

porque cada uno practica

el amor así mismo,

para regozarse en sí mismo,

sin el amor de dos en uno.

 

IV

 

No basta defender a los niños,

niño hay que hacerse,

hacerse para entrar

en el corazón del cielo,

y del cielo ser un verso del beso.

 

V

 

Los cuernos no son cosa de tres,

es cosa de dos,

que no han sabido ser uno

para el otro y el otro para el uno.

 

VI

 

Cuando termino el poema,

me acuesto

y me doy la penitencia

por si algún lector

me mata

porque no miento.

 

VII

 

Hace tiempo que el gozo

no me viene de la calle,

a la que no puedo callar

ni sembrando poesía,

ni labrando, ni arando,

ni gerundiando…

Probaré cerrando ventanas.

Me declaro poeta

de clausura y clausuro

morirme de risa

antes que amortajado

de tristeza.

 

VIII

 

Sean felices,

y coman amapolas,

y duerman como niños,

que de ellos es el sueño

de lo que será la vida.

 

 

Víctor Corcoba

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