ALGO MÁS QUE
PALABRAS

     
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LA CONFIRMACIÓN COMO PLENITUD

DE LA GRACIA BAUTISMAL

 

 “CIENTOS DE JÓVENES GRANADINOS
DECIDEN ENRAIZARSE MÁS PROFUNDAMENTE
EN LA FILIACIÓN DIVINA,
UNIRSE FIRMEMENTE A CRISTO,
HACER MÁS SÓLIDO EL VÍNCULO CON LA IGLESIA,
ASOCIARSE TODAVÍA MÁS A SU MISIÓN,
COMPROMETIÉNDOSE A DAR TESTIMONIO DE LA FE CRISTIANA,  TANTO DE PALABRA COMO DE OBRA”

  

            En un deseo de transmitir entusiasmo a los lectores de esta página, me incliné por la alegría de vivir que tiene la juventud. Quise experimentar, para luego mejor participarlo, el inmenso potencial de bien y de posibilidades creativas que tienen nuestros jóvenes granadinos. Para ello, opté por llamar a los corazones de los confirmandos, a esa juventud dispuesta a llevar una vida cristiana más perfecta y activa, aunque caminen a contracorriente, ansiosos de vivir la savia de la fe en Cristo, a pesar de los claroscuros, sombras y altibajos del momento presente.

 
Los diez confirmandos acompañados por otros y sus catequistas

También deseaba convivir con ellos, en un lugar distinto al templo, horas antes de recibir el sacramento del “Pentecostés personal” (descenso del Espíritu Santo de cada cristiano). Logrado el propósito, estuve con diez jóvenes pertenecientes a la parroquia de San Emilio, acompañados por otros y sus catequistas, que me hablaron profundo, sobre su deseo de ser ellos mismos, de crecer como hijos de Dios, de ser fuertes y valientes, lúcidos y perseverantes, para retornar a un mundo más humano, más fraterno, más según Dios.

 

SENTIDO DE LA CONFIRMACIÓN EN SUS VIDAS

            La confirmación es uno de los tres sacramentos de iniciación cristiana. La misma palabra, que significa afirmar o consolidar, nos dice mucho, en la medida que se fortalece con el don del Espíritu Santo y se completa la obra del bautismo. Una de las catequistas, Nuria Moreno –maestra-, nos participaba de la voluntad de los confirmandos de convertirse en cristianos maduros: “Aunque el número de los que hoy se confirman sea sensiblemente menor, los que acuden a recibir el sacramento, que son centenares, lo hacen más por su propia voluntad”.

 

Contrario a lo que pudiera parecer, los jóvenes buscan a Dios, rebuscan el sentido de la vida, demandan respuestas definitivas. Lo he visto en sus gestos, leído en sus ojos, escuchado en sus palabras. En esa búsqueda, –como me apuntaba otro de los catequistas: Raúl Rica (estudiante de Físicas)-, se encuentra el Evangelio; difícil de mostrarlo en los ambientes universitarios, pero sumamente apasionante cuando percibes que un compañero lo descubre por tu comportamiento. Ciertamente, no es una promesa de éxitos fáciles, no promete a nadie una vida cómoda. Es exigente, aunque conlleva una gran ofrenda esperanzadora, la de la vida eterna. “Para encontrar la vida, hay que perder la vida. Para nacer, hay que morir. Para salvarse hay que cargar con la Cruz”. Esta es la verdad esencial del Evangelio, que siempre y en todas partes, chocará contra la protesta del hombre.

 

UNA MARCA ESPIRITUAL INDELEBLE

La confirmación, en efecto, imprime en el alma “una marca espiritual indeleble”, el “carácter”, que es el signo de que Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu revistiéndolo de la fuerza de lo alto para que sea su testigo. El testimonio de todos los confirmandos: Víctor, Miguel, Oscar, Miguel María, Ana, Alejandro, Miguel Ángel, Mercedes, Nuria y Paula; nos anuncian el cambio en sus vidas. Lo han sentido en el tiempo formativo, al madurar en el camino hacia la inserción plena en el misterio de Cristo. Quieren proseguir viviendo en comunidad la fe. Si es posible, con una ascendente entrega: “en defender y difundir nuestra fe con mayor fuerza, con mayor compromiso  y ser verdaderos testigos de Cristo”.

 

Para su confirmación, los diez confirmandos, con los que tuve la dicha de reunirme y cobijarme, han buscado la ayuda espiritual de un padrino o de una madrina, coherentes con sus vidas cristianas. Alejandro lo ha encontrado en un compañero de la Facultad. Miguel Ángel en una tía suya que ha tenido mucho que ver en su decisión. Oscar en una persona comprometida con la Cruz. Otros coinciden con el del bautismo, a fin de subrayar la unidad entre los dos sacramentos. Todos ellos, en definitiva, llevarán consigo a la persona idónea, con la que compartir su gozo, la de hallarse en estado de gracia, para continuar el camino, bajo el deseo de estar más cerca de Dios, el conocimiento de la promesa de Jesús, el compromiso de todos aquellos pasos y acciones que son la expresión de la caridad verdadera, la práctica de aquello que la Iglesia nos trasmite y enseña, la imagen del Hijo de Dios, encarnado para nuestra salvación.

 

 

Víctor Corcoba Herrero

 

 

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