ENTREVISTA

     
ARTÍCULOS DEL AÑO 2001 2002 2003 2004
         

 

JUANA RAMÓN FORONDA:

HERMANA MERCEDARIA DE LA CARIDAD
 

 

 

“LOS NIÑOS EN LA CÁRCEL APENAS RIEN”

 

            Juana Ramón Foronda nació en Cazorla (Jaén), trasladándose al pueblo granadino de Cájar, cuando ingresa, en el año 1966, como Hermana Mercedaria de la Caridad. De talante sencillo y jovial, amable y generosa, lleva cuatro años en el voluntariado de la capellanía de prisiones. Actualmente, dentro de la pastoral penitenciaria, coordina la salida de los niños de la cárcel. Su lema es bien claro: todo para bien de la humanidad en Dios, por Dios y para Dios. También su carisma, el servicio omnímodo de caridad en orden a la plena liberación de los hombres. Toda una ejemplar misión que pone en práctica, tanto dentro de las rejas como fuera, la de curar todas las llagas, remediar todos los males, calmar todos los pesares, desterrar todas las necesidades, enjugar todas las lágrimas, sobre todo las de los más pobres.

            - Me imagino la alegría de los niños, aunque sólo sean cinco días de salida, sobre todo los que pasan la vida en la cárcel ¿Cuántos irán de vacaciones a Tarifa y quién patrocina el viaje?

            - Saldrán dieciséis niños y nueve reclusas que son madres, de un total de veintiún niños, hijos todos de reclusas, con edades comprendidas entre el año y medio y los seis años. Este es el cuarto año que vamos a Tarifa, donde se convive además, con otras reclusas de otras prisiones, en un albergue juvenil. En cuanto al patrocinio del viaje, es de Horizontes Abiertos, una organización fundada hace más de veinte años por el P. Garralda que intentando seguir el Evangelio, se encontró con una chabola junto al Pozo del Tío Raimundo. Un día una vecina cayó presa y le pidieron que fuera a visitarla, así nació un grupo que fue creciendo ante lo inesperado, ante la captación de los problemas y visita a la cárcel.

 

            - Sin rejas, con el aire de la libertad, sin guardias, ¿con cuántos voluntarios de la pastoral penitenciaria?

            - Acudirán unos veintisiete voluntarios, en su mayoría jóvenes que atenderán a los niños y fomentarán diversas actividades. Los voluntarios mayores llevan a su cargo tres reclusas cada uno. En cualquier caso, todos juntos, voluntarios, niños y madres, compartiremos la alegría bulliciosa, el corretear feliz de los niños, el cariño de sus madres y la luz de la vida.

 

            - ¿Cuál es el objetivo de estas salidas vacacionales?

            - Que se olviden un poco de la situación en la que viven. Dentro de la prisión, las madres no tienen ganas de mucho juego, y está visto que los niños que crecen sin jugar no se desarrollan bien. Son muchas horas y muchos días, entre patios y rejas. Por eso, los voluntarios, les sacamos los fines de semana a jugar, y ver otros ambientes. Ahora vamos al mar,  para que los niños se relacionen con otros niños, puesto que en general están muy ligados a la madre, con la que conviven a todas horas. La experiencia, sin duda, para todos ellos será inolvidable.

           

            - ¿Como será un día en Tarifa?

            - Hay unas actividades programadas que hemos de  realizar según el objetivo de ese día. Por la mañana hacemos labores de aseo y limpieza, posteriormente se lleva a cabo la tarea encomendada, que puede ser salida a la playa, piscina, o lugares cercanos. Durante la tarde y noche, se realizan diversos juegos para fomentar el encuentro, la convivencia, la relación madre-hijo, que a veces dentro de la cárcel es demasiado tensa. En ocasiones, algo tan natural como la risa de los niños, nos eleva el ánimo a todos,  haciéndonos olvidar nuestras preocupaciones y las de sus madres. También tenemos nuestros momentos de meditación-oración, bajo un clima de recogimiento y tranquilidad interior. Todo el “festín” organizado, entorno a este tiempo de vacaciones, nos aleja de la cruda realidad de la prisión.

 

            - Dice uno de los lemas del P. Garralda: “Ni un niño en la cárcel, ni un preso sin esperanza”. ¿Es tan dura la cárcel?         

            - Los niños en la cárcel sufren injusta e irreversiblemente. Solo hay que mirarles a los ojos, apenas se ríen. Es una peligrosa señal de alarma, que debe hacernos reflexionar y buscar otras alternativas para estas madres y sus hijos. Luego está la amargura mas profunda de las “madres”, la de sentirse marginadas por la sociedad.

 

            - ¿Qué mensaje último quisiera trasladarle a los lectores?

            - Que pongamos nuestra mirada esperanzada en estos niños que nos necesitan, y que desde nuestra fe profunda en el Dios libertador de todas las cautividades y de nuestra firme confianza en las ingentes posibilidades de todos los seres humanos sin excepción, contribuyamos a un mundo mejor. Hagamos realidad el sueño de ser personas en camino de solidaridad con todos los cautivos del mundo para comunicarles la liberación de Dios.

 

Víctor Corcoba Herrero

 

 

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