- Yo creo que hoy en día la juventud, salvo excepciones, pasa de muchas cosas, no solamente del hecho religioso, también de ciertos fundamentos que nos han dado sentido a nuestras vidas. A veces, los cristianos, no estamos siendo consecuentes con nuestro compromiso. Hace falta un mayor y auténtico testimonio por parte de los cristianos, y que la Iglesia, toda ella, se vuelque mucho más en la problemática de la juventud. En ciertas parroquias ya el mundo juvenil es fuerte; sin embargo, en otras, apenas existe. Jesucristo tiene un mensaje de liberación, de esperanza para los jóvenes, que hemos de saber transmitírselo.

- ¿Educar sin un sistema de valores basado en la verdad significa abandonar a la juventud a la confusión moral, a la inseguridad personal y a la manipulación fácil?

            - La verdad hoy en día es más necesaria que nunca. Ella ha de ser el fundamento de nuestra  propia vida, de nuestro trabajo, de nuestras relaciones humanas. Se precisa la humanidad del que se ha encontrado a sí mismo como hombre, la profunda dignidad que tiene el ser humano, y que dignifica por ello también a los demás; y por las mismas razones, siente en sus propias carnes la indignidad que otro ser humano pueda padecer por razones económicas, culturales, sociales o de género.

            -¿Qué le parece la opción por la enseñanza religiosa católica en los Centros educativos?

- Yo creo que en los centros educativos, en estos momentos, se está impartiendo una clase optativa de religión, la cual me parece interesante, permite que la sigan aquellos realmente atraídos. Pienso que esta docencia debe tratar, fundamentalmente, que el alumno conozca y comprenda lo que es el mensaje evangélico, o sea, racionalizar el mensaje. Concibo que la vivencia sea algo que pertenece más bien al ámbito familiar y parroquial, y es ahí, donde realmente debe de fructificar el Evangelio. El conocimiento adquirido en los centros, entiendo que debe complementarse con la propia experiencia, cultivada en la familia y en la parroquia.

- Uno de sus últimos libros lleva por título: Ideología, humanidades y valores en la educación española, desde los Reyes Católicos a la Ley de Calidad. ¿Se precisa rearmar en valores a la sociedad y al sistema educativo?

- Sobre eso versan mis últimos libros publicados, sobre la crisis actual del humanismo y de las humanidades. Hemos de apostar por una enseñanza de calidad, es decir, crítica, formadora y humanista. Necesariamente la calidad educativa tiene que ir unida a la educación en valores. Una enseñanza que sea meramente informadora, que no eduque y forme al alumno, es una educación incompleta.

- Si existe una nueva modernidad, ¿en qué ha de fundamentarse?

- Se ha de fundamentar en la ética y en los valores, lo cual significa el desarrollo de una cultura nueva que no está sedimentada en lo absurdo, en la superficialidad, en el jolgorio y en el folklore intrascendente; sino que es una cultura que redime, que eleva el nivel de pensamiento y de vivencia del hombre, y que ha de tener una visión universal. Cada día más hemos de tener nuestra mirada puesta en el universo y menos en las fronteras que los hombres creamos y nos creemos.