“EL DOLOR SI SE PUEDE
 SE QUITA
 Y SI NO
SE OFRECE”

     
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D. FRANCISCO CARMONA LIZANA

PASTORAL DE LA SALUD

  

            Con anterioridad a ser nombrado delegado diocesano de la Salud, en septiembre de 1998, D. Francisco Carmona Lizana, ha desarrollado su misión pastoral en distintos pueblos granadinos, como la Zubia, Valderrubio, Dúrcal o Alhama. En este último, estuvo de párroco durante dieciséis años, imponiéndosele una medalla de reconocimiento por su gran labor cerca de los hombres y de sus problemas, y de defensa del patrimonio monumental.  En la actualidad, pertenece también al Equipo Nacional de Pastoral de la Salud.

            - La atención a los enfermos estuvo siempre presente en la vida de la Iglesia; sin embargo, como pastoral  organizada es más reciente. ¿Cómo se desarrolla en la diócesis de Granada?

            -  Procuramos alentar la acción evangelizadora de la Iglesia diocesana en el mundo de la salud. No consiste solamente en llevarle la comunión al enfermo, también en evangelizar a ese enfermo. No se trata solamente de servir al enfermo, hemos de hacerle ver que sirve, participando como miembro activo de la pastoral. Desde su enfermedad tiene que santificarse y tiene que santificar a la Iglesia.

 

            - ¿Se incorporan muchos laicos a la pastoral de la Salud?

            - No demasiados. En el equipo somos unos ocho o diez. A los hospitales acudimos varios capellanes y personas consagradas en su mayoría. Sería bueno sensibilizar a los profesionales cristianos, promover su formación, impulsar y apoyar su presencia activa en el mundo sanitario y crear cauces que faciliten su encuentro y comunión.

 

            - ¿Qué hemos de hacer para pertenecer a la pastoral de la salud?

            - Primero que se acerquen a sus parroquias. Las comunidades cristianas están recuperando su sensibilidad hacia el campo de los enfermos y están asumiendo su papel en la atención a los mismos. Probablemente sea en el campo de las parroquias donde la pastoral de la salud ha arraigado con una mayor fuerza en los últimos años. Y en todo caso, sí quiere más información, puede pasarse por la Curia, los martes y jueves por la mañana. A nivel diocesano tenemos una oración comunitaria y otra de formación, totalmente abiertas a todas las personas que quieran acudir.

 

            - ¿Qué mensaje quisiera transmitirle al enfermo?

            -  Que Dios lo quiere, que Dios lo ama, a pesar de los pesares. Precisamente, la historia de la Pastoral de la Salud ha sido un camino de vida. Un camino fiel al mundo de la salud y al evangelio. Hemos de vivir unidos los momentos buenos y los malos, celebrar los éxitos y asumir los fracasos, ayudarnos y apoyarnos mutuamente los unos a los otros. El dolor si se puede se quita y sino se ofrece. Yo le digo a la gente el refrán: “A Dios rogando y con el mazo dando”. Hay que pedírselo a Dios, poner los medios y confiar en Él. Y entonces, es cuando seremos felices incluso en ese sufrimiento.

 

            - El lema de este año, en la campaña del enfermo, es: “más cerca de los que están lejos”. ¿Realmente son tantos los alejados?

            - El mundo de la salud y de la enfermedad es un reflejo de la sociedad en que vivimos. Necesita la colaboración activa y solidaria de muchos, creyentes y no creyentes. La búsqueda de la salud une, crea una plataforma de entendimiento mutuo y de solidaridad, donde podemos reconocer la experiencia del Evangelio y enseñar a vivir sanamente el sufrimiento, que propone modelos saludables de vida, que se acerca a los que están lejos, que ofrece a todos la misma salud de Cristo.

 

- La misión de Jesús se realiza no sólo con palabras, sino también con obras. Jesús anuncia una palabra que se cumple, una palabra acompañada de señales y signos: enseña y cura, dice y hace. ¿Los enfermos son importantes para la Iglesia de hoy?

            - Como siempre lo han sido, también lo es hoy, pues igual que Jesucristo nos salvó muriendo, y porque era Dios resucitó, los enfermos si saben morir por Cristo, resucitarán precisamente porque llevan a Dios dentro de él, y entonces su dolor y sufrimiento, se convertirá en alegría, gozo y gloria. Unido al sufrimiento de Cristo, el sufrimiento humano se transforma en medio de salvación, nos recuerda el mensaje del Papa. El dolor, si es acogido con fe, se convierte en puerta para entrar en el misterio del sufrimiento redentor del Señor. Un sufrimiento que no puede quitar la paz y la felicidad, porque está iluminado por el fulgor de la resurrección.           

 

 

Víctor Corcoba Herrero

 

 

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