ENTREVISTA

     
ARTÍCULOS DEL AÑO 2001 2002 2003 2004
         

 

EDUARDO TEÓFILO GIL DE MURO:

CARMELITA, PERIODISTA Y  ESCRITOR

 

“HACER UN MENÚ TELEVISIVO A DIARIO

PORQUE NO TODOS LOS PROGRAMAS SON IGUALES”

 

            La Vocalía de Familia y la Dirección del Colegio “El Carmelo” han programado una charla-coloquio para padres y profesores con la finalidad de orientar y educar a sus hijos en los medios de comunicación. El ponente fue Eduardo Teófilo Gil de Muro, carmelita descalzo, periodista y escritor, maestro en las artes televisivas, que revolucionó la emisión de la misa, sacándola de los estudios de TVE para retransmitirla desde las comunidades vivas de pueblos y ciudades. Ha sido director de los tres grandes programas religiosos de TVE: Día del Señor (misa), Últimas Preguntas y Pueblo de Dios. Como escritor, ha publicado decenas de libros, sobre todo biografías de santos, con un lenguaje que nos acerca a lo divino, desde la sencillez y amenidad. Además sabe mucho de cine y mucho de escribir bien, para llegar mejor. Fruto de su desvelo, se le ha ocurrido hacer una reseña sobre las que, a su entender y buen gusto, son las cien mejores películas del cine religioso de todos los tiempos y latitudes.

 

            - ¿Podemos los cristianos estar ausentes de los medios de comunicación?

            - Creo honestamente que en esta trascendencia de la comunicación social –la del cine, la de la tele, la de la radio, prensa, internet...- es donde se encuentra la nuez y razón del compromiso cristiano. No podemos estar ausentes de esa convocatoria de la humanidad. Tampoco podemos desconocer la imagen del hombre que en estos medios se nos revela de manera permanente. Ni podemos sentirnos ajenos a cualquiera de las controversias que esta situación del hombre social plantea a la misma convivencia de unos con otros.


Eduardo T. Gil de Muro, periodista, escritor, crítico de cine, persona de hondura

            - ¿Quizás por ello, todos los años, cuando van a llegar los días primaverales del Pentecostés, al Santo Padre se le ocurre redactar un documento sobre lo que se llama, desde hace mucho tiempo en la Iglesia, la Jornada de los Medios?

            - La primavera de la Pascua nos convoca a una reflexión profunda y muy al día sobre lo que es la comunicación humana más o menos globalizada. La frase que consagró el Papa Pablo VI, de que los púlpitos se han trasladado hoy a las plazas y a los escenarios del teatro, a los estudios de una emisora de radio y a las páginas de la prensa, a los libros y a las pantallas del cine o de la televisión, es una realidad que está ahí.

 

            - ¿Un contexto que debemos analizar o cerrar los ojos?

            - Hay que ponerse a distinguir la piedra y la lenteja, o entre el grano menudo de arena y el garbanzo, por ejemplo. Hay que saber que con el pez, cuando tiramos el anzuelo al fondo del río, puede venir enganchada la pecina. En el cine, en la televisión, en la prensa de cada día, en el libro que cazamos al vuelo o en el programa de radio que escuchamos casi a medias, porque ya nos estamos cayendo de sueño, lo que importa es el hombre. El hombre que lo hace. El hombre que nos lo oferta. El hombre que tiene que venir encerrado en la técnica como un mensaje siempre vivo.


Eduardo T. Gil de Muro con la directora del colegio El Carmelo,
durante la conferencia

            - ¿Pero hay algo decente que podamos ver, por ejemplo, en televisión?

            - Yo le digo a usted que sí: que a diario hay en la televisión (en las muchas televisiones que tenemos), bastantes programas apetecibles. Inevitables, incluso. Hay que buscarlos, claro está. Y hay que hacer, de entre ellos, el menú de cada jornada. Hecha la selección, nos sentamos a desmenuzar el menú que hemos preparado. Y bien: se va a dar cuenta de que cada programa tiene su exigencia: de tema, de realización, de compromiso. Reexamine usted la calidad de estos elementos. Comprométase con ellos. Retire la paja que pueda encontrar. Quédese con el grano, con la almendra. Es decir: conviértase de espectador pasivo en espectador inteligente. Además, el destinatario verdadero de la televisión no es el individuo, sino el grupo familiar.

 

            - ¿Deben los padres, pues, reglamentar el uso de los medios de comunicación en el hogar?

            - Están obligados, como primeros y principales educadores de los hijos. Hemos de rechazar la violencia, hablar de lo que se ha visto en familia, llegando a conclusiones estéticas o morales. O a las dos a la vez. Las familias deberían manifestar claramente a los productores, a los que hacen publicidad, a todas las personas implicadas, incluso a las autoridades públicas, lo que les agrada y lo que les desagrada. Precisamente, el tema elegido para la Jornada mundial de las comunicaciones sociales de 2004, es muy oportuno: “Los medios en la familia: un riesgo y una riqueza”, puesto que invita a una sobria reflexión sobre el uso que hacen las familias de los medios de comunicación, incluido Internet, y también sobre el modo en que los medios de comunicación tratan a la familia y las cuestiones que afectan a la familia.           

 

Víctor Corcoba Herrero

 

 

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