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EL QUE DUDA, DELIBERA

 

            Pudiera sugerir una contradicción, pero el que duda, piensa y cuando menos se libera de ataduras. Tenemos el derecho a equivocarnos. Nadie puede respirar por nosotros. Ya lo expresó Ortega y Gasset: siempre que enseñes, enseña a dudar de lo que enseñes. Siempre se dijo que el que más sabe, más cavila. Sin embargo, en los tiempos actuales parece como si todo el mundo lo tuviese todo muy claro, muy seguro y muy asegurado. Realmente cuesta entender tanta convicción, si ya la vida es por sí misma un aluvión de dudas. Antes, no dudar de nada, era sinónimo de no saber nada. Ahora tenemos un experto en cada ciencia y un especialista para cada cuestión que solventa cualquier problema. ¡Qué felicidad! Es palabra de sabio, al que no se le puede contradecir. Son los nuevos dioses: piensan por nosotros, hablan por nosotros y por nosotros deciden. Adiós a la incertidumbre.

 

            Personalmente, yo me niego a que alguien firme (y se reafirme), en mi nombre, ante el examen de la duda. Donde hay olas también existe la mar, ¿dejaré de amar las olas porque producen bravuras que matan? ¿Verdad que no?, pues lo mismo digo. Dejad  agitarme en el titubeo antes que se duerma el pensamiento o se aletargue de no usarlo. Lo prefiero así, aunque me invadan las vacilaciones. Es saludable interrogarse antes que arrodillarse, para ello no hace falta ser hombre de ciencia, sino de conciencia, sabiduría grabada en el corazón humano. Frente a tanto sabiondo (sabe-lo-todo), prefiero que me dejen meditar como el río Guadalquivir del poema de  Alberti: “entre Cazorla y Doñana /y no sé cómo elegir”. Se olvida que el dilema lleva a la reflexión y la reflexión a la verdad ansiada.

 

Precisamente, uno de los últimos recelos que me asalta es el de la clonación embrionaria, todavía tengo mis temores sobre si se consideran menaje de andar por la vida, como repuesto de vida, o si en realidad son una apuesta a la vida humana que vamos a dejar al capricho de la autoridad especialista. La aprensión aumenta cuando servidor percibe mayoría de especialistas que insisten en decir que toda clonación humana es intrínsecamente mala y debería prohibirse; resultando especialmente repugnante la creación de embriones humanos clonados que serán destinados a la experimentación y a su subsiguiente destrucción. Por ello, cuidado con legislar deprisa. Casi siempre nuestros políticos llevan el paso cambiado, nos ponen a un paso ligero cuando hay que ir a cámara lenta o viceversa. Sus urgencias son para temerles. ¡Cuántas garantías jurisdiccionales atropelladas por la locura de los apresuramientos! A veces es mejor que el tiempo esclarezca dudas.

 

Podemos hablar y no decir nada o querer decir mucho y no acertar a decirlo, pues aún más complicado es, testificar algo. Cicerón lo decía: Hablo pero no puedo afirmar nada; buscaré siempre, dudaré con frecuencia y desconfiaré de mi mismo. Esto debieran tenerlo en cuenta todos los patios de vecindad del mundo mundial que forman y conforman el sufridor planeta, manejado por las multinacionales más que nunca, esas poderosas redes que tan dulcemente degradan al ser humano como al ecosistema. En una tierra cada vez más interrelacionada, la responsabilidad de las decisiones debe ser compartida más allá de doquier frontera. Es cuestión de democratizar todo el sistema internacional, también el europeo, con sus dimes y dudas, clima propicio para el diálogo, la escucha y el análisis.

 

En cualquier caso, siempre será bueno el intercambio de ideas en un mundo más infeliz que feliz, aunque un informe último del Fondo Monetario Internacional nos diga que la economía española sigue creciendo con fuerza y que continuará haciéndolo por encima de la media de la zona euro. Esto hay que ponerlo en cuarentena o que me expliquen cuál es el motivo de que una multitud creciente de personas tengan que acudir a diario a los albergues en busca de un plato que llevarse a la boca. Yo no veo tal avance, y si lo es, es más desigual que igual. Que se lo digan a esas familias que se gastan todo el dinero en hipotecas para poder dormir bajo techo.

 

Tal vez, por esa perplejidad de hechos y realidades, los ciudadanos votantes han pensado en propinarle a la clase política la mayor abstención de la historia de la democracia en el referéndum europeo, que reduce hasta un tercio del electorado su apoyo. No hay más ciego que el no quiere ver. Este minúsculo respaldo no debiera darle satisfacción a partido alguno. Ha sucedido todo lo contrario en esas primeras valoraciones. El resultado ha sido para todos ellos magnífico y esperanzador. Mezquino análisis el que no piensa en aquellos que le han pegado un corte de mangas a las urnas, puede que  movidos por el euroescepticismo y la apatía del cansancio. Siempre se está a tiempo de rectificar, lo nefasto es obstinarse en victorias absurdas. O en ver luz donde todavía hay muchas sombras. Ya se sabe que los grandes conocimientos engendran las grandes dudas. Tenemos que seguir conociéndonos, sin prisas, pero sin pausas, haciendo una Europa para todos, y si acaso, más para los últimos. Un espacio más realizable para la vida, que pasa porque sea más habitable, más justo, más libre, más humano. Séneca nos dio los elementos de la dicha: una buena conciencia, la honradez en los proyectos y rectitud en las acciones. Atmósferas que aún escasean entre nosotros para desgracia de nosotros. Dejad que el pueblo dude, delibere y se libere.

 

 

Víctor Corcoba Herrero

-Escritor-