Santa Sede

 

7 de octubre: El Papa presidirá el Rosario Mundial

Comunidades de todo el mundo se unirán al pontífice en la oración mariana

CIUDAD DEL VATICANO, 28 sep (ZENIT.org).- El próximo 7 de octubre Juan Pablo II presidirá por primera vez desde la plaza de San Pedro del Vaticano el Rosario Mundial.

Se trata de una iniciativa, celebrada precisamente en el día de la Virgen del Rosario, que surgió en México, en 1996. Otras ciudades de los cinco continentes se sumaron hasta el punto de que en años anteriores se había llevado a cabo en estadios, plazas, parques, iglesias, oficinas o en familia de más de 100 países.

En la Ciudad de México, por ejemplo, la oración mariana será presidida en la Basílica de Guadalupe por el cardenal Norberto Rivera Carrera, arzobispo de la capital mexicana. Los fieles podrán seguir, además, por televisión, el Rosario dirigido por el Papa en Roma.

Los organizadores de la iniciativa, un grupo de laicos mexicanos, animan a diócesis, parroquias, movimientos a unirse a esta oración, recordando las palabras del Papa: «Dios no dejará de bendecir a la familia que rece unida en el nombre de su hijo, nuestro Señor Jesucristo».

A los grupos que se unirán a la iniciativa rezando en comunidad el Rosario, los organizadores les ofrecen consejos útiles y prácticos: «consagrar el evento al Inmaculado Corazón de María»; «que el Santísimo Sacramento sea expuesto durante el rosario»; «que se tomen providencias para que se administre el sacramento de la reconciliación»; «que se haga saber que se puede recibir la indulgencia plenaria por rezar el rosario en comunidad»; «que en esa fecha se guarde un día de ayuno y meditación»; «acompañar el evento con el rezo del rosario en un novenario comunitario, familiar o individual».

El Papa dirigirá el Rosario a las 20:00 horas de Roma, pero se puede rezar a cualquier hora del día, pues durante las 24 horas en algún lugar del mundo se estará llevando a cabo un rosario.

Para más información puede visitar http://www.churchforum.org/rosario

Puede también enviar un correo a rosario@churchforum.org ZS00092805


Veintidós años de la muerte de Pablo VI y Juan Pablo I

El Papa recuerda en una misa a sus dos predecesores

CIUDAD DEL VATICANO, 28 sep (ZENIT.org).- «La muerte, privada del veneno del pecado, deja de dar miedo». Juan Pablo II hizo una meditación sobre la muerte en la misa de sufragio por Pablo VI y Juan Pablo I, sus más inmediatos predecesores en la cátedra de San Pedro.

De este modo, el Santo Padre celebró, en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, el vigesimosegundo aniversario de su muerte: el 6 de agosto, el Papa Giovanni Battista Montini y el 28 de septiembre de 1978 el Papa Albino Luciani.

Pablo VI, elegido Papa en 1963, recibió la misión histórica de guiar la conclusión y aplicación del Concilio Vaticano II, que había sido convocado e inaugurado por su predecesor, Juan XXIII.

«Para quien cree --explicó el obispo de Roma-- la muerte se ha convertido en un sueño, que precede el descanso eterno, en la tierra prometida».

Refiriéndose al pontífice que estuvo tan sólo 33 días en la cátedra de Pedro, Juan Pablo I, ex patriarca de Venecia, afirmó: «en el Papa Luciani se verificó literalmente la bienaventuranza de aquellos que el dueño encuentra despiertos cuando llega en medio de la noche. El hecho de que fuera vigilante, en su solicitud por toda la Iglesia, lo atestigua la impresión profunda que dejó en el corazón de los fieles, a pesar de los breves días de su pontificado.

Juan Pablo II recordó al final la reciente beatificación de Pío IX y de Juan XXIII a cuya intercesión confió a Pablo VI y a Juan Pablo I.


Ana Wang, una santa mártir para China

Será declarada santa el próximo domingo en San Pedro

ROMA, 28 sep (ZENIT.org).- Los 120 mártires asesinados en China que serán proclamados santos por Juan Pablo II el próximo 1 de octubre fallecieron entre los siglos XVII y XX. Son historias que ponen la piel de gallina.

Entre los testimonios más significativos y documentados, la agencia «Fides» ha destacado el caso de Ana Wang (1886-1900), adolescente asesinada en Hebei durante la revolución de los Boxers.

Ana Wang nació en 1886 en Majiazhuang, en la zona del Weixian, al sur de la provincia del Hebei, en una familia cristiana. Perdió a su madre a la edad de 5 años. Muy pronto mostró su fuerte carácter: a 11 años es prometida como esposa, pero se opone vigorosamente a este proyecto.

El 21 de julio de 1900 una banda de Boxers penetra en Majiazhuang. Hacen una redada de cristianos y les advierten: «El gobernador ha prohibido practicar la religión occidental. En caso de apostasía, seréis liberados. En caso contrario, os mataremos».

La suegra de Ana se decide por la apostasía y quiere que Ana tome la misma decisión. Pero Ana se opone a seguirla gritando: «Creo en Dios, soy cristiana, no quiero renegar de Dios. Jesús, ¡sálvame!». Ana y sus compañeras se quedan rezando toda la noche. A la mañana siguiente, los boxers conducen a los cristianos que no quisieron renegar de su fe al campo de ejecución.

Ana asiste a la terrible escena de la ejecución del pequeño Andrés Wang Tianquing, de 9 años. Los no cristianos lo quieren salvar, pero su madre afirma: «Yo soy cristiana, mi hijo es cristiano. Tendréis que matarnos a los dos». Los jefes de la banda se hacen una mueca con la cabeza. El pequeño Andrés se arrodilla y dobla su pequeño cuerpo. Mira a su madre y su rostro se ilumina con una sonrisa. Después, el hacha del verdugo cae sobre su cabeza. En esa ocasión los Boxers asesinaron a mujeres y a sus hijos, uno de ellos de 10 meses. Uno de los torturadores tomó al niño por los pies, lo parte en dos y lo arroja a los pies de su madre, ya muerta.

Ana tiene la mirada fija en la iglesia de Weixian. Arrodillada, reza en voz alta con los ojos fijos en el cielo. Un militar se acerca y le dice: «Renuncia a tu fe y te salvarás». Pero Ana no responde e, insistiendo el militar, le dice: «No me toques. Soy cristiana. Antes que la apostasía, prefiero morir». El bandido entonces le corta el brazo derecho y repite su petición: «¿Reniegas ahora?». Nada que hacer. Le da otro golpe. Ana dice: «La puerta del cielo está abierta» y susurra por tres veces el nombre de Jesús, bajando la cabeza. El bandido le da el golpe final y, con un tajo, arranca su cabeza.


Cardenal Shan: «¡Por fin tenemos santos chinos!»

Entrevista con el obispo de Kaohsiung (Taiwán)

KAOHSIUNG, 28 sep (ZENIT.org-FIDES).- «¡Todos tiene su santos! ¡Por fin también China los tiene!». Los ojos del cardenal Pablo Shan Kuo-hsi, obispo de Kaohsiung (Taiwán), brillan de alegría en la víspera de la celebración del 1 de octubre, cuando en la Plaza de San Pedro serán canonizados 120 mártires de China (87 chinos y los restantes extranjeros).

«Este evento es un gran honor para los chinos y de gran aliento para la Iglesia en China», confiesa en esta entrevista concedida a la agencia de la Santa Sede, «Fides», el cardenal Shan, 77 años, nacido en Puyang, diócesis de Taming, en la China continental.

El cardenal asistirá a la canonización y, al día siguiente, 2 de octubre, presidirá una solemne Eucaristía de acción de gracias en la Basílica de San Pedro. La canonización ha sido ardientemente deseada por los católicos chinos y por él mismo que, «desde niño, rezaba por ella».

--Eminencia, usted ha insistido mucho en esta canonización. ¿Por qué?

--Los santos son muy importantes en la Iglesia. En Europa, todas las Iglesias particulares, en las diferentes naciones, tienen sus propios santos y mártires. En el continente asiático, Japón, Corea, Vietnam, Filipinas tienen sus propios santos y mártires canonizados. La Iglesia llegó a China mucho antes que a todos los demás países de Asia: hace más de 700 años, el misionero franciscano Giovanni de Montecorvino llegó a nuestra tierra y fue el primer obispo de Pekín. Hasta ahora, sin embargo, teníamos sólo algunos beatos, pero ningún santo. Por eso, todos los cristianos de China, Hong Kong, Taiwan y la diáspora deseaban ardientemente tener santos que fueran para ellos modelos de vida cristiana y pudieran estimularlos en el camino de la fe.

--¿Qué piensa de las duras reacciones del gobierno chino contra este evento?

--Habría que preguntárselo al gobierno. Creo que el error está en dar a este evento un significado político. Los canonizados, sin embargo, fueron asesinados hace mucho tiempo y no tienen ninguna relación con el régimen actual. En otros casos, los gobiernos de Japón, Filipinas, Vietnam, no tuvieron tales reacciones: consideraron las canonizaciones de sus mártires un gran honor para el país.

--¿Qué valor tiene la canonización para la Iglesia en China?

--Es un gran estímulo para los cristianos que sufren persecuciones. Los cristianos han rezado y esperado durante mucho tiempo. Recuerdo que hace muchos años, cuando era niño y vivía en China, rezábamos ya por la canonización de los mártires, por ser un gran honor para los cristianos y una fuerte invitación a ser testigos de la fe. En todo caso, nuestra motivación es religiosa, no política.

--¿Cómo se ha preparado la Iglesia de Taiwan a nivel de Conferencia Episcopal y de diócesis?

--Hemos preparado una novena que se ha celebrado en cada diócesis y parroquia: nueve días de oración intensa para mostrar respeto y devoción a los nuevos santos. La preparación es sobre todo de carácter espiritual. Miles de católicos taiwaneses irán a Roma para este evento. El 28 de octubre celebraremos en Taipei una solemne misa, a nivel nacional, para agradecer a Dios la canonización.

--¿Qué le ha dicho el Papa sobre la canonización?

--Estuve en Roma para la Jornada Mundial de la Juventud, pero no tuve audiencia privada con el Santo Padre. El Papa me dice siempre que encomienda a China en sus oraciones, que ama mucho a China y que se preocupa por la Iglesia china.


Catherine Drexel, pionera de los derechos de las minorías éticas en EE. UU.

La nueva beata norteamericana fundó una Universidad para los afroamericanos

ROMA, 28 sep (ZENIT.org).- «Casi un siglo antes de que en los años setenta tuvieran lugar en Estados Unidos las protestas de los norteamericanos de color, Catherine Drexel se había preocupado por la penosa y degradante situación en la que vivían los afroamericanos y los indios». Así describe en una entrevista a Zenit el padre Paolo Molinari, postulador de su causa de canonización, a Catherine Marie Drexel, la religiosa estadounidense que será beatificada el próximo 1 de octubre.

Para combatir los efectos perniciosos del racismo, fundó la Xavier University en Nueva Orleans (Luisiana), la primera universidad destinada preferentemente a los afroamericanos. Al mismo tiempo creó otras 65 escuelas de todo tipo y nivel para la población india y de color.

Catherine, nacida en Philadelphia, en 1958, hija de padre católico y de madre protestante, fundó, además, la Congregación de las Hermanas del Santísimo Sacramento, dedicada a la defensa y promoción de los pieles rojas y de la gente de color en Estados Unidos. Falleció el 3 de marzo de 1955 en Conwells Heights.

«Quien sabe leer con serenidad el desarrollo del cristianismo conoce un dato que a menudo ha sido minusvalorado e incluso voluntariamente callado. Una de las características peculiares de los santos es la de ser especialmente dóciles a la acción del Espíritu Santo y sensibles a las necesidades humanas. Impulsados por el amor cristiano han encontrado el modo y los caminos para ayudar a quien está en situación de necesidad. Pero lo que a menudo no se considera es que estos hombres y mujeres de Dios, con su vida y actividad, con sus iniciativas, que hay que atribuir a la acción de Dios en ellos, han sido precursores en muchas actividades e iniciativas que la sociedad civil y los mismos gobiernos hubieran debido ofrecer y por las que se han in teresado justamente en virtud del estímulo que les ha llegado de quien desde tiempo estaba actuando impulsado por el espíritu cristiano. Esto se aplica particularmente en el caso de Catherine Drexel, que alimentándose de la Eucaristía se dedicó totalmente a quienes estaban obligados a vivir en un estado abyecto y degradante: los afroamericanos y los indios de Norteamérica».

¿Dónde encontraba la fuerza para combatir el racismo, un sentimiento que, a finales de 1800 y a comienzos de 1900, era tan fuerte y extendido? «Mujer de intensa oración --responde Molinari-- Catherine encontró en la Eucaristía la fuente de su amor por los pobres y los oprimidos y el anhelo de combatir los efectos del racismo. Es de hecho en el Santísimo Sacramento donde Cristo Jesús se da todo a sí mismo para ser alimento de todos, sin distinción de raza o color. Nacida y crecida en una familia donde "la oración era como la respiración", Catherine vivió su misión intensamente unida a Dios. Se lee en sus escritos: "Jesucristo ha dado su vida por mí. Es justo que yo dé la mía por Él". Decía a las hermanas: "Levántate tras haber recibido la S anta Comunión para encontrarlo en la gente... Todo lo que hayáis hecho a ellos, lo haréis a Él"».

«Consciente de que los afroamericanos estaban muy lejos de ser libres, consciente de que se les negaban la instrucción y los derechos constitucionales --añade el postulador de la causa de beatificación de la santa estadounidense--, no dudó en alzar la voz contra tal injusticia. Su misión no fue fácil. Se realizaron acciones legales contra ella para impedir que adquiriese propiedades donde irían a vivir hombres de color e indios. La prensa la atacó a menudo. Se realizaron amenazas y actos de violencia contra las escuelas que fundó para negros e indios. En el Sur de los Estados Unidos, existía una fuerte oposición a la educación de quienes habían sido esclavos. Con su vida y espíritu, Catherine Drexel da a todos un ejemplo del modo en que el cristianismo debe ser auténticamente vivido. Al mismo tiempo, nos hace comprender que las capacidades y las fuerzas necesarias para resolver los problemas que afligen a la humanidad se obtienen de Jesucristo».


El Papa profundiza en el milagro más grande de la historia

Comienza un ciclo de meditaciones sobre el misterio de la Eucaristía

CIUDAD DEL VATICANO, 27 sep (ZENIT.org).- El Jubileo celebra los dos mil años de la presencia de Jesús entre nosotros: una presencia que se hace real en el misterio escondido detrás de un trozo de pan y de un poco de vino, la Eucaristía. Por este motivo, Juan Pablo II comenzó hoy una serie de meditaciones, que continuará en su encuentro con los peregrinos de los próximos miércoles, sobre el milagro más grande de todos los tiempos.

Un año «intensamente eucarístico» 
En audiencia general de este miércoles, en el que participaron más de 35 mil personas (en buena parte italianas y polacas), el pontífice recordó en la plaza de San Pedro del Vaticano las palabras de la carta programática con la que trazó el camino de preparación de los cristianos para este año santo hace ya casi seis años, la «Tertio millennio adveniente». En ella afirmaba que el año 2000 debe ser «intensamente eucarístico». De hecho, prácticamente todos los países del mundo han celebrado ya o están a punto de celebrar un Congreso Eucarístico, un momento en el que los católicos dan culto público a la Eucaristía y encuentran en ella el sentido a su existencia como creyentes.

Un misterio inmenso y pequeño 
La Eucaristía es un misterio de grandeza y pequeñez. Es un misterio inmenso, pues ese sacramento es «la expresión principal de la presencia de Cristo entre nosotros "todos los días hasta el fin del mundo"», recordó el Papa citando las últimas palabras de Jesús en el evangelio de Mateo. En definitiva, la Eucaristía se convierte en el culmen de la presencia de Dios en el mundo.

Pero al mismo tiempo, la Eucaristía está hecha de humildad, «pues se entrega con los signos sencillos y cotidianos del pan y del vino, la comida y la bebida ordinarias en la tierra de Jesús y en muchas otras regiones». En esta grandeza y humildad de la Eucaristía se revela, según explicó el obispo de Roma, la gloria de Dios.

Divinización del hombre 
«Con el mandamiento "Haced esto en conmemoración mía", Jesús asegura la presencia de la gloria de la Pascua a través de todas las celebraciones eucarísticas que salpicarán el fluir de la historia humana», aclaró. Con la Eucaristía, el hombre se diviniza. Lo que parecería una blasfemia, se hace realidad por el amor sorprendente de Dios. «Con la comunión en el cuerpo y en la sangre de Cristo, los fieles crecen en la misteriosa divinización que, gracias al Espíritu Santo, les hace habitar en el Hijo como hijos del Padre», afirmó Juan Pablo II.

Misteriosamente, «el mundo creado, tan a menudo desfigurado por el egoísmo y la avidez, tiene en sí la potencialidad eucarística --concluyó el Papa--: está destinado a ser asumido en la Eucaristía del Señor». Pero aquí ya estamos adentrándonos en un tema que continuará explicando en las próximas semanas.


El Papa a Uruguay: Defender la dignidad del hombre en foros internacionales

Recibe las credenciales del nuevo embajador de Montevideo ante el Vaticano

CIUDAD DEL VATICANO, 25 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo II propuso esta mañana al nuevo embajador de Uruguay ante el Vaticano «un buen acuerdo entre ese país y la Santa Sede», «en los foros internacionales», «para defender con rigor y promover con constancia aquellos valores que dignifican la existencia humana».

Presentó esta mañana su propuesta al recibir las cartas credenciales de Julio César Lupinacci, nuevo representante oficial de Montevideo ante la Sede Apostólica, que en el último año había sido embajador en Buenos Aires.

«Deber ético» 
Refiriéndose a las conferencias internacionales de la ONU y a los demás lugares de encuentro de la comunidad internacional, el obispo de Roma afirmó: «Trabajar con denuedo en favor de los derechos humanos fundamentales, la solidaridad entre los diversos sectores de la sociedad y entre los pueblos de la tierra, el fomento de una cultura de la vida y de armonía con la naturaleza, es un deber ético ineludible, tanto de las personas como de las instituciones».

El desafío de la globalización 
Se trata de un compromiso aún más importantes en estos momentos de globalización. De hecho, el pontífice reconoció que este compromiso a favor de la dignidad del hombre «es también un desafío histórico para la generación actual, testigo de complejos procesos que a veces corren el riesgo de aturdir a las mujeres y hombres de hoy, disgregando su identidad y privándoles de un verdadero sentido de la vida y de un motivo de esperanza».

Secularización Uruguay, que tiene 3.290.000 habitantes, constituye uno de los países más secularizados de América Latina. El Estado uruguayo, declarado aconfesional en 1917, se consideraba tradicionalmente como uno de los países de raíces más liberales y anticlericales con uno de los cuerpos legales más laicistas del continente americano. Todavía la Navidad se llama oficialmente el «Día de la Familia», la Semana Santa es la «Semana del Turismo» y la Epifanía el «Día de los Niños». Según el «Anuario Estadístico de la Iglesia» (1998), los bautizados católicos son 2.517.000 personas. Ahora bien, sólo un 7 por ciento de los católicos frecuentan los sacramentos. Según algunos estudios de opinión, los católicos uruguayos son el 56,2% de la población, mientras que los «no religiosos» alcanzarían el 38,3%. El resto de los creyentes son protestantes (2%), judíos (1,7%), otros (1,1%).

Contribución de la Iglesia 
En este contexto, Juan Pablo II reivindicó la contribución histórica que ha ofrecido la Iglesia a este país con su obra de evangelización, «no solamente por el bien mismo del anuncio cristiano o las numerosas actividades asistenciales y de promoción humana, sino también por su esfuerzo en fortalecer las instituciones sobre las que se asienta la fortaleza de toda sociedad humana, como son la familia y la educación».

«Estos son ámbitos --añadió el Santo Padre-- que afectan a la esencia del bien común y en los que convergen tanto la responsabilidad de los poderes públicos como la preocupación pastoral de la Iglesia. Por ello, son también campos privilegiados en los que el buen entendimiento y la colaboración han de ser más estrechas, en el respeto exquisito de las respectivas competencias y en la firme convicción de que cualquier iniciativa en estas materias ha de estar supeditada al derecho fundamental y primario de la familia, que ha de ser reconocida y apoyada con medidas efectivas, tanto para mantener su configuración natural como para ejercer su derecho a educar a los hijos».

En este Jubileo, Uruguay está experimentando el impulso de renovación espiritual que está imprimiendo el Jubileo del año 2000. El momento culminante, como recordó complacido el Papa en su encuentro con el embajador, tendrá lugar el próximo mes octubre, cuando el país celebrará el IV Congreso Eucarístico Nacional en Colonia del Sacramento.

La Iglesia al servicio de la paz 
Y es que la fe cristiana en Uruguay, aunque en ocasiones ha experimentado dificultades para poder ser expresada en vida pública, ha ofrecido una contribución histórica. El Papa confirmó la disponibilidad de la Iglesia para ser «signo e instrumento de reconciliación y de paz, con el deseo de servir al bien común, por todos los medios posibles».

«Tras algunas experiencias dolorosas que han lacerado su país en un pasado reciente --recordó el pontífice--, las instituciones eclesiales del Uruguay están siempre dispuestas a poner cuanto esté de su parte para serenar los ánimos y lograr una concordia social justa».

Una muestra concreta de este compromiso eclesial es la Comisión para la Paz, establecida por el gobierno con el objetivo de aclarar la suerte de los «desaparecidos», víctimas del régimen militar (1973-1984). La Comisión es presidida por monseñor Nicolás Cotugno, arzobispo de Montevideo.

Uruguay, con un pasado fuertemente influido por la Ilustración francesa, fue testigo de un acontecimiento histórico a finales del año pasado. El entonces recién elegido presidente Jorge Batlle, perteneciente al Partido Colorado, prometió que su Gobierno favorecerá una relación de cooperación con la Iglesia católica e incluso abrió la posibilidad de que se puedan realizar acciones conjuntas Estado-Iglesia en el área social.


Una historiadora lleva a tribunales el libro «El Papa de Hitler»

Los expertos denuncian errores garrafales al ser publicado en italiano

ROMA, 25 sep (ZENIT.org).- Apenas llegada a las librerías la edición italiana del libro de John Cornwell «El Papa de Hitler», Emma Fattorini, profesora de Historia Contemporánea en la Universidad La Sapienza de Roma, ha anunciado que presentará una querella ante los tribunales italianos contra el autor británico.

El asunto había sido ya denunciado por el «Osservatore Romano» del 13 de octubre de 1999. Cornwell ha afirmado en su libro que los documentos por él encontrados habían sido mantenidos estrictamente en silencio hasta la publicación de su volumen. En este sentido, sostiene que ha encontrado un documento exclusivo e inédito de 1919 que probaría el antisemistimo de Pacelli. Cornwell habla de esta carta como de «una bomba de tiempo» que habría sido mantenida en secreto en el Archivo Vaticano.

En realidad, el «Osservatore Romano» hizo notar que tal carta, de la que Cornwell cita sólo algunas frases separadas del contexto, había sido ya publicada por entero en Italia, hace ocho años, en el volumen escrito por Emma Fattorini «Alemania y la Santa Sede-La nunciatura de Pacelli entre la Gran Guerra y la República Weimar» («Germania e Santa Sede-La nunziatura di Pacelli fra la Grande Guerra e la Repubblica di Weimar», Editorial «Il Mulino», 1992).

La profesora Emma Fattorini ha relatado que cuando escribió su libro «se acababan de abrir dos años antes los archivos de la Congregación vaticana para los Asuntos Eclesiásticos extraordinarios relativos a los años 1917-1922, que conservaban la correspondencia del nuncio Pacelli. Fui de las primeras que la consultó y pude reproducirla en mi volumen».

La carta, de 18 de abril de 1919, se refiere a un encuentro del auditor de la Nunciatura con un cierto Levin que era entonces «jefe de la República de los Consejos de Munich». El auditor lo describe como «ruso y judío, pálido, sucio, con los ojos inexpresivos» para acceder al cual se debe obtener un pase de su amante que es «una joven rusa, judía, divorciada, que manda como si fuera el ama». Era jefe un líder comunista en Alemania. Esta carta ha sido utilizada por Cornwell para acusar a Pacelli de alimentar «un desprecio racista estereotipado» respecto a los judíos.

En realidad --ha explicado Fattorini-- no es Pacelli quien traza aquella descripción, sino un auditor de la Nunciatura. Además la postura de Pacelli en aquellos años no esta reflejada en aquella carta».

Sobre el asunto, el padre Peter Gumpel, relator de la causa de beatificación del Papa Pacelli, ha añadido que «el encuentro con los jefes de la revolución comunista tuvo lugar y monseñor Scchioppa, el enviado de Pacelli, redactó un informe, que Pacelli firmó y envió a la Secretaría de Estado. Se trata de la carta del 18 de abril de 1919. En este documento viene descrita detalladamente la suciedad y el comportamiento de los jefes comunistas, y lo que allí esta escrito se confirma ampliamente en fuentes contemporáneas, incluida la de uno de los comandantes comunistas el cual ha admitido los hechos después espontáneamente. Es verdad que en este documento se hace referencia a algunos jefes judíos, pero lo que se dice en modo negativo al respecto se refiere a personas individuales y nunca a los judíos en general. He enseñado este documento a varios amigos míos judíos, algunos de los cuales son profesores universitarios como yo. Su respuesta ha sido que se avergonzaban de tal comportamiento por parte de algunos judíos, definidos por ellos como "terroristas y gangsters"; negaban que dicho documento contuviera afirmaciones genéricas sobre los judíos y mantenían absurda la afirmación de que Pacelli, entonces o en otras ocasiones, hubiera hecho la ecuación judío=comunista».

La denuncia de Fattorini asesta otro duro golpe a la credibilidad de Corwell, que ya había sido puesta en tela de juicio por otros pasajes de su libro. El volumen sostiene, por ejemplo, que un grupo de conservadores en el Vaticano tiene congelada la causa de beatificación de Juan XXIII mientras que acelera la del Papa Pío XII. Los hechos lo han desmentido clamorosamente porque Juan XXIII fue beatificado el pasado 3 de septiembre.


Hungría celebra los mil años de su fundación con Juan Pablo II

El presidente Màdl agradece al Papa su apoyo para alcanzar la libertad

CIUDAD DEL VATICANO, 25 sep (ZENIT.org).- Hungría ha celebrado en este fin de semana el milenio de su fundación en Roma. Los actos celebrativos comenzaron el viernes por la mañana, cuando Juan Pablo II recibió en audiencia privada, en el Vaticano, al presidente de la República de Hungría, Ferenc Màdl.

Junto al presidente Màdl y su esposa, vino a la Ciudad Eterna una delegación gubernamental en la que participaba el primer ministro, Viktor Orbàn, y varios miembros del gobierno magiar. Elegido por el Parlamento de Budapest el 6 de junio pasado y en el cargo desde el 4 de agosto, Màdl realizó así su segunda visita al extranjero, después de haber participado en días pasados en Nueva York en la Cumbre del Milenio organizada por la ONU.

Precisamente en este Jubileo del año 2000, 15 millones de húngaros en su patria y en el mundo festejan el primer milenio del nacimiento del Estado húngaro. «Hungría recuerda solemnemente la fundación del Estado a través de una serie de eventos organizados en el extranjero para dar a conocer mejor los valores de la civilización húngara que han contribuido a enriquecer la cultura europea», explica un comunicado oficial emitido por la embajada húngara en Roma.

En este contexto, el pasado 20 de agosto, el cardenal secretario de Estado, Angelo Sodano, presidió en Budapest una concelebración eucarística con motivo del milenio de la coronación de San Esteban, primer rey de Hungría, quien recibió la corona que le envió el Papa Silvestre II.

En la audiencia general del 5 de julio pasado, Juan Pablo II bendijo una copia de la corona de San Esteban, traída por un grupo de jóvenes húngaros que peregrinaron a continuación a pie más de 1.200 kilómetros, hasta llegar a la ciudad de Esztergom, en donde san Esteban tenía su sede real.

Los jóvenes peregrinos entregaron la corona al cardenal primado, Làszlò Paskai, durante una misa en la que había participado el jefe de Estado húngaro. El presidente Màdl, en el discurso de toma de poderes dirigido al Parlamento, anunció la decisión del patriarcado ecuménico de Constantinopla de reconocer también como santo de la Iglesia ortodoxa a San Esteban de Hungría.

A la Basílica de Esztergom, donde fue coronado el rey, está dedicada la «Missa solemnis» de Ferenc Liszt, que fue interpretada el sábado por la tarde en el aula de las audiencias generales del Vaticano en honor de Juan Pablo II. El concierto, para cuatro voces solistas, coro y orquesta, estuvo dirigido por el joven maestro Héja Domokos, y fue ofrecido por la República de Hungría como agradecimiento a lo que han hecho los Papas y la Santa Sede a favor de la nación y de la Iglesia magiar. En particular, el presidente Màdl, quien también asistió al concierto, quiso agradecer de este modo los dos viajes pastorales que realizó Juan Pablo II a Hungría, en 1991, tras la caída de la dictadura comunista, y en 1996, cuando la joven democracia magiar había comenzado a dar sus primeros pasos.

El domingo por la mañana, el presidente Màdl asistió con la delegación húngara a la misa de Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro, con la que concluyó el Congreso Internacional dedicado a María. En la tarde de ese día regresó a su país.


El día de Suiza en el Jubileo

Agradece el servicio que ofrecen los guardias suizos

CIUDAD DEL VATICANO, 25 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo II recibió esta mañana, en la basílica de San Pedro del Vaticano, a 3.550 fieles suizos que vinieron en peregrinación jubilar junto al cardenal retirado Henry Schwery, al presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Amédée Grab, y otros obispos de la Confederación Helvética.

Este es el «Día de los Suizos», exclamó el Papa en su saludo en alemán. El encuentro se convirtió en una ocasión propicia para que el pontífice expresara su aprecio por el Cuerpo de la Guardia Suiza Pontificia, comprometido en un «servicio fiel y escrupuloso» que precisamente en el año del gran Jubileo exige un esfuerzo extraordinario.

La Guardia Suiza se convirtió en el foco de atención de los medios de comunicación de todo el mundo en la noche del 4 de mayo de 1998, cuando un vicecabo, en un arrebato de locura, asesinó al recién nombrado comandante del Cuerpo militar más antiguo del mundo, Alois Etermann, y a su mujer, la venezolana Gladys Meza. Instantes después, el joven se suicidó. Desde los primeros instantes, Juan Pablo II se mostró muy cercano al drama que vivieron todos los guardias suizos. Dos días después de lo sucedido, expresó públicamente palabras de cercanía a la familia del vicecabo que provocó los hechos y pidió oraciones por él.

«La Guardia Suiza es la tarjeta de visita viviente del Vaticano», dijo Juan Pablo II, y los suizos «pueden estar orgullosos de estos dignos representantes de su querida tierra en la casa del sucesor de Pedro».

La Puerta Santa 
El Papa subrayó a continuación el significado de la Puerta Santa del Jubileo, que representa al mismo Cristo, y que está abierta de par en par a todos los hombres. Al atravesarla, en signo de conversión, el peregrino cumple un acto de «profunda profesión de fe». Ahora bien, añadió, en el mundo de hoy hay muchas otras puertas que invitan a entrar y que, sin embargo, no traen satisfacción y felicidad, pues pueden hundir a los hombres en el vacío y en la dependencia. El peregrino que regresa de Roma puede, por tanto, ofrecer una indicación a quienes se encuentran en búsqueda de una vida llena de significado.

En sus saludos en francés e italiano, Juan Pablo II invitó a los peregrinos suizos a participar de manera cada vez más activa en la vida de sus comunidades espirituales, y alentó en particular la formación espiritual y moral de los jóvenes.


Pekín acusa a la Santa Sede y a los mártires chinos de «crímenes enormes»

El Vaticano aclara que la canonización no es una provocación

CIUDAD DEL VATICANO /PEKIN, 26 sep (ZENIT.org).- Voces autorizadas de la República Popular China han lanzado hoy acusaciones durísimas contra la Santa Sede, a quien acusan de herir al pueblo chino con las próximas canonizaciones de 120 mártires asesinados en territorio chino y de haber cometido «crímenes enormes».

La protestas de Pekín 
Los mártires que canonizará el Vaticano, ha afirmado un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Sun Yuxi, han cometido «crímenes enormes» y fueron asesinados en la lucha del pueblo chino contra el imperialismo y el colonialismo. Su canonización «distorsiona y pisotea la historia, quiere embellecer el imperialismo, es una calumnia contra el pueblo chino amante de la paz, hiere los sentimientos de los chinos e insulta su dignidad. El gobierno y el pueblo chino no lo pueden tolerar», afirmó el portavoz en el mismo día en que se hizo pública en China, con bastantes meses de retraso, la decisión del Papa.

Reacción de la Santa Sede 
El portavoz de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, consideró esta mañana que esta virulenta acusación «no puede dejar de causar profundo dolor a quien ve en la inminente canonización de 120 mártires en China, la exaltación de hombres y mujeres, en su mayoría ciudadanos chinos (87 de 120) que supieron vivir el propio compromiso de fe con coherencia, hasta dar la propia vida».

«La ceremonia del próximo domingo no tiene ningún motivo político y no está dirigida contra nadie --continúa diciendo el portavoz--, ni mucho menos contra el gran pueblo chino, cuyas tradiciones de civilización han sido siempre reconocidas y apreciadas por la Santa Sede, en particular por el papa Juan Pablo II».

Por eso, «acusar de "crímenes enormes" a este grupo de testigos (entre los que se encuentran hombres y mujeres inermes y de todas las edades) es fruto de una lectura unilateral de la historia y una mistificación, si no se presentan pruebas concretas».

«Obviamente, son muy distintas las fechorías que a veces cometieron las potencias coloniales --aclara Joaquín Navarro-Valls--. Pero los que leen desapasionadamente y con objetividad las biografías de los beneméritos misioneros y misioneras que serán canonizados el próximo domingo, no puede por menos que sentirse impresionado y admirado por su abnegación y su deseo de servir al pueblo chino».

El portavoz recuerda que «la Santa Sede procede a una beatificación o a una canonización solamente después de un examen serio y profundo no solamente de las fuentes y de los testimonios históricos sino también de las virtudes heroicas de las personas a quienes rinde homenaje». Por eso, se pregunta: «¿Cómo es posible imaginar que la Santa Sede canonice a personas que han cometido ’crímenes enormes’? Si fuera verdad que se ha distorsionado la realidad histórica, ¿por qué la comunidad china --civil y religiosa-- no reaccionó contra los procesos de beatificación de los 120 mártires, celebrados ya a partir de 1893, bajo el pontificado de León XIII?».

«Con la canonización no se pretende formular un juicio sobre períodos históricos muy complejos, durante los cuales la mayor parte de los 120 mártires fue llamada a dar el propio testimonio supremo --concluye la nota de prensa del portavoz vaticano--. La solemne ceremonia apunta en cambio a hacer que brille, ante la Iglesia y a los ojos de las personas de buena voluntad del mundo entero, la luz de su fe en Cristo, salvador de todos los hombres».

Buena parte de los 120 mártires chinos que serán proclamados santos por Juan Pablo II el próximo domingo, murieron durante la rebelión de los Boxers, en 1900, considerada por el gobierno chino como un movimiento patriótico contra el imperialismo. Algunos historiadores consideran, sin embargo, que estuvo también caracterizada por sentimientos xenófobos.

Protesta de la Iglesia patriótica 
A la protesta del gobierno de Pekín, se ha añadido también la Asociación Patriótica Católica. En su primera declaración pública, transmitida por radio y televisión, la Asociación y la Conferencia Episcopal controladas por el partido comunista han denunciado que con estas canonizaciones el Vaticano está tratando de reconquistar el control sobre los católicos y alentar a los creyentes a oponerse al gobierno y al sistema socialista.

Los patrióticos católicos acusan también a los mártires de haber cometido «gravísimos crímenes» y consideran que la elección del 1 de octubre, fiesta nacional de la China Popular, quiere «humillar públicamente» al pueblo chino. La Santa Sede escogió esta fecha pues en ella se celebra a santa Teresita del Niño Jesús, patrona mundial de las misiones.

La declaración de los católicos patrióticos, que anuncia a los chinos la canonización mantenida hasta ahora en secreto, concluye pidiendo al Vaticano que cambie su «política hostil» contra China y que «se arrepienta de sus errores».

En 1951, el recién creado Estado comunista expulsó al nuncio apostólico, rompiendo así sus relaciones con el Vaticano, que mantuvo sus contactos con el gobierno nacionalista huido a Taiwán. Muchos sacerdotes chinos extranjeros fueron encarcelados y acusados de ser expías al servicio del imperialismo occidental.

Desde entonces, el número de los católicos en China ha aumentado significativamente hasta superar en estos momentos los diez millones. Más de la mitad se han negado a pasar a la Asociación Patriótica, a pesar de que esto implique automáticamente la marginación y persecución.


La Santa Sede publicará un manual sobre la droga

Principios y orientaciones para ayudar a los toxicómanos

CIUDAD DEL VATICANO, 26 sep (ZENIT.org).- La Santa Sede se dispone a publicar un manual sobre la droga, en el que ofrece consejos a sacerdotes, religiosos y agentes sociales para ofrecer una mejor asistencia a todos los niveles a las personas que viven amarradas por las cadenas de toxicomanía.

Este es el anuncio que hizo el arzobispo mexicano Javier Lozano Barragán, presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud, al intervenir esta mañana en la Conferencia mundial sobre la prevención de las drogas, en la localidad siciliana de Terrasini.

El documento, que será publicado por el organismo vaticano que preside monseñor Lozano, ya ha pasado su segundo borrador. Su redactor principal es el sacerdote y psiquiatra francés Tony Anatrela, quien ha estado asistido en la tarea por un comité vaticano. «El Vaticano ha seguido con atención esta redacción, revisando los dos borradores precedentes, pues considera que este manual tiene una gran importancia», afirmó el presidente del Consejo Pontificio para la Pastoral de la Salud.

El manual, que será distribuido en todo el mundo, «está destinado a los sacerdotes y agentes sanitarios y sociales --añadió-- y traza las líneas de orientación para afrontar la toxicomanía y en general el fenómeno de la droga».

En los próximos días, monseñor Lozano se encontrará con el padre Anatrela para ver en qué punto se encuentra la última redacción del texto y decidir la fecha de su publicación.

Según ha revelado el mismo Lozano Barragán, el documento considera peligrosas también las así llamadas «drogas ligeras». «Las "drogas ligeras" --aclaró-- son una escuela de iniciación para las "drogas duras"».

En este sentido, añadió: «El auténtico problema es la persona que asume estas sustancias, pues manifiesta síntomas de un grave malestar. Es una persona a la que tenemos que ayudar, pues vive en un mundo vacío de valores y carente de amor».

El arzobispo recordó que el Papa, para afrontar el problema de la droga, ha dado tres indicaciones precisas: prevención, represión del narcotráfico, recuperación.

«La droga --concluyó monseñor Lozano-- es una emergencia pastoral planetaria que involucra a todas las naciones y grupos sociales y que necesita una respuesta fuerte y decidida para detener la gran degeneración ética que está provocando».


Falta todavía mucho por comprender y aplicar del Vaticano II

Presentadas las actas del Congreso sobre la Aplicación del Concilio

CIUDAD DEL VATICANO, 26 sep (ZENIT.org).- Del 25 al 27 de febrero, 20 cardenales, 40 obispos, teólogos, historiadores, sacerdotes, religiosas y laicos dieron vida a un Congreso sobre la Aplicación del Concilio Vaticano II. Pocos meses después, las relaciones pronunciadas durante el encuentro se han convertido en un libro, preparado por el Comité Central del Jubileo del Año 2000, que hoy fue presentado a la prensa.

Examen de conciencia El Congreso era uno de los grandes encuentros jubilares académicos que Juan Pablo II había convocado para preparar el gran Jubileo del año 2000. Los otros dos, celebrados en años anteriores, fueron sobre «Las posibles raíces antijudías del cristianismo» y sobre la Inquisición.

El volumen conclusivo lleva por título «El Concilio Vaticano II. Recepción y actualidad a la luz del Jubileo» («Il Concilio Vaticano II. Recezione e attualità alla luce del Giubileo», Edizioni San Paolo, 766 páginas, Roma). Según explicó a los periodistas el cardenal Roger Etchegaray, presidente del Comité para el Jubileo, «esta obra es una guía única en el camino jubilar de la Iglesia, que al atravesar la montaña que separa a un milenio de otro, ha sido invitada por Juan Pablo II a realizar un amplio examen de conciencia y uno de sus puntos principales afecta a la recepción del Concilio Vaticano II».

Puerta al tercer milenio El obispo auxiliar de Roma, Rino Fisichella, teólogo y coordinador de aquel Congreso, añadió en la rueda de prensa: «El Concilio Vaticano II, al igual que todos los concilios de la historia, ha marcado una época. Lo que la Iglesia es hoy ante los creyentes y ante el mundo es también fruto del Concilio. Lo que podrá ser mañana depende de la comprensión coherente y de la aplicación de las enseñanzas del Vaticano II. No es casualidad el que el Papa Juan Pablo II haya repetido en varias ocasiones que el Concilio es la puerta que la Iglesia debe atravesar para entrar en el tercer milenio de su historia».

Lecturas parciales Tras la presentación del volumen, la rueda de prensa entró en una caliente e interesante discusión. Ante una pregunta sobre las interpretaciones críticas del Concilio, monseñor Fisichella respondió: «Las interpretaciones teológicas del Concilio Vaticano II, especialmente las que tuvieron lugar inmediatamente después, se vieron afectadas por aquel período histórico. Nos encontrábamos en el alba de 1968 con todo lo que implicó aquel año. De este modo, se dio una lectura parcial del Concilio, que seguramente no era coherente con su globalidad».

«En el Congreso --añadió Fisichella-- hemos evaluado 35 años de desarrollo de la discusión. No se dio un compromiso teológico: el debate fue abierto y franco. Tratamos de evaluar todo lo que es el Concilio en su totalidad».

¿Concilio Vaticano III? Un periodista preguntó también por la posibilidad de que se tenga en cuenta la propuesta lanzada por el arzobispo de Milán, el cardenal Carlo María Martini, quien en el último Sínodo de los Obispos de Europa propuso la convocación de un nuevo Concilio. Fisichella explicó que «desde el punto de vista histórico, 35 años son pocos para la aplicación de un Concilio tan importante como el Vaticano II. Falta todavía mucho por comprender y aplicar. La clave de lectura de los sucesos y las urgencias de los medios de comunicación son muy diferentes a las de la Iglesia».

Un periodista también preguntó si el Sínodo de los obispos, que hoy día es un órgano consultivo, podría convertirse en un órgano con capacidad de decisión. El cardenal Etchegaray respondió: «Todo depende del Papa; sólo él puede decidir». Y subrayó que «el pontífice actual es muy sensible al problema de la colegialidad».


Fallece el cardenal Gouyon, ex metropolitano de Bretaña (Francia)

Pablo VI le entrego la púrpura cardenalicia por sus labor evangelizadora

CIUDAD DEL VATICANO, 26 sep (ZENIT.org).- En la mañana de hoy ha fallecido el anciano cardenal francés, Paul Gouyon, arzobispo emérito de Rennes, capital de Bretaña, tradicionalmente considerada como la región gala más católica, cuna de muchos misioneros.

En un telegrama dirigida a los fieles de toda la Bretaña, de la que el cardenal Gouyon era metropolitano, el Santo Padre define al anciano purpurado, fallecido a la edad de 90n años, como «un pastor celoso que dio lo mejor de sí mismo para anunciar el Evangelio a todos, particularmente a través de su compromiso generoso al servicio de la unidad de los cristianos y de la paz entre los hombres».

Nacido en la arquidiócesis de Burdeos, donde había sido vicario general, Pío XII le nombró obispo de Bayonne. Como pastor de esa diócesis participó en el Concilio Vaticano II. Pablo VI lo promovió, en 1963, a arzobispo coadjutor de Rennes, sede de la que se convirtió en titular al año siguiente.

Por sus méritos en el campo de la evangelización, del ecumenismo y de la reconciliación entre los pueblos, el mismo Papa Montini le creó cardenal en 1969. El cardenal Gouyon fue también consultor de varios organismos de la Curia Romana.

Con su muerte, el Colegio cardenalicio cuenta ahora con 144 purpurados, de los cuales 99 son electores, pues todavía no han alcanzado la edad de 80 años. Los cardenales franceses son ahora 4, todos ellos electores.


El Papa: El Jubileo, una ocasión para redescubrir el auténtico amor a María

Clausura el Congreso Internacional dedicado a la Madre de Cristo

CIUDAD DEL VATICANO, 24 sep (ZENIT.org).- El «Jubileo del Hijo» es también el «Jubileo de la Madre». En esta frase, que contiene la lógica de una ecuación matemática, Juan Pablo II condensó esta mañana el sentido de los dos acontecimientos que celebraba en este domingo: el final del Congreso Internacional dedicado a María y el Jubileo de los santuarios dedicados a la Virgen en todo el mundo.

En una celebración eucarística, en la que participaron unos 50 mil fieles en la plaza de San Pedro del Vaticano, Juan Pablo II profundizó en un interrogante sentido no sólo por los católicos, sino también por cristianos de otras confesiones: ¿cómo debe ser el amor de los seguidores de Cristo por María?

Criatura sin poder 
El Santo Padre quiso hablar de María basándose en el pasaje del Evangelio de Marcos en el que Cristo abraza con cariño a un niño y le presenta como ejemplo para los discípulos: criatura sin poder o valor, al menos según los parámetros de la época. Una imagen que habla de ternura y sensibilidad, pero que se convierte también en una lección ofrecida por aquel que, estando por encima de todos, no dudó en hacerse «el último de todos».

Así, explicó el pontífice, se comprende mejor la grandeza de María, cuya primacía «está arraigada en la humildad» y cuya relación privilegiada con el Espíritu Santo «no la libró, en su vida terrena, de las fatigas de la condición humana».

«María vivió totalmente la realidad cotidiana de tantas familias de su tiempo, conoció la pobreza, el dolor, la fuga, el exilio, la incomprensión. Su grandeza espiritual no la "aleja" de nosotros: recorrió nuestro camino y ha sido solidaria con nosotros en la "peregrinación de la fe"».

María y el Jubileo 
La celebración de los dos mil años del cristianismo, por tanto, está también dedicada a la Virgen. El Jubileo constituye así no sólo una invitación a vivir «un amor más fuerte» por Jesús, sino también a experimentar una «renovada piedad mariana».

El secreto para amar a María 
Ahora bien, el mismo obispo de Roma especificó cuáles deben ser los principios fundamentales que deben orientar esta devoción por la Virgen que, en alguna ocasión ha quedado contaminada por aspectos supersticiosos. Por eso indicó que, ante todo, «tiene que estar bien fundada en la Escritura y en la Tradición». Para ello, recomendó encontrar en la liturgia «una orientación segura para las manifestaciones más espontáneas de la religiosidad popular».

En segundo lugar, aclaró, no debe ser pura palabrería, sino que debe «expresarse en un esfuerzo por imitar a Santa María en un camino de perfección personal».

Para superar «toda forma de superstición y de credulidad vana», el Santo Padre aconsejó, a continuación, «acoger en su justa medida, en sintonía con el discernimiento eclesial, las extraordinarias manifestaciones con las que la Virgen Santa quiere ofrecerse para el bien del pueblo de Dios». Un llamado, por tanto, a la sana prudencia ante las numerosas apariciones marianas que hoy día son reivindicadas en muchas partes del globo terráqueo y, al mismo tiempo, el reconocimiento de que María sigue comunicando su mensaje de amor al hombre, a veces de manera sorprendente.

Por último, si el cariño a la Virgen es verdadero, «tiene que ser capaz de remontarse siempre al manantial de la grandeza de María, convirtiéndose en un incesante "Magnificat" de alabanza al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo».

Jubileo de los santuarios 
Al final de la eucaristía, antes de rezar la oración mariana del Angelus con los peregrinos, el Papa quiso recordar a los lugares de culto a María que en este día celebraron su Jubileo. Junto a nombres famosos en el mundo entero, como Lourdes (Francia), Fátima (Portugal), Guadalupe (México), Luján (Argentina), Jasna Góra (Polonia), citó otros quizá menos conocidos como los santuarios de Lavang (Vietnam), Walsingham (Inglaterra), Knock (Irlanda), la Inmaculada Concepción (Washington, Estados Unidos), Nuestra Señora de la Buena Travesía (Filipinas), Velankanni (India), Ostra Brama (Lituania), la Merced (Ecuador), Monserrate (Puerto Rico), Nuestra Señora de los Ángeles (Costa Rica), etc.

Juan Pablo II aprovechó la ocasión para anunciar que la diócesis francesa de Le Puy-en-Velay acogerá el próximo Congreso internacional dedicado a la Madre de Cristo que reunirá a los máximos expertos mundiales en mariología.


El Papa hace sus propuestas para la Carta Europea de Derechos Humanos
«Persona» y «libertad», dos conceptos cristianos surgidos en Europa

CIUDAD DEL VATICANO, 24 sep (ZENIT.org).- En estos momentos en los que la Unión Europea está redactando la Carta Europea de Derechos Fundamentales, que debería ser sometida a la aprobación del Consejo de Europa a finales de año, Juan Pablo II quiso ofrecer el punto de vista de la Iglesia sobre esta iniciativa ante los presidentes de los parlamentos de la Unión Europea e hizo un balance sobre el avance de la integración en el viejo continente.

Los presidentes de las Cámaras legislativas europeas se encontraron con el Papa el sábado pasado en Roma, pues participaban, junto a la presidenta del Parlamento europeo, Nicole Fontaine, en una conferencia para debatir su papel en el proceso de reforma comunitario.

Juan Pablo II reconoció que la iniciativa de redactar esta Carta, que en cierto sentido pretende ser la piedra angular de la construcción europea, constituye una «dura tarea», que se realiza en «un espíritu de apertura y atención a las sugerencias de las asociaciones y de los ciudadanos».

La contribución del cristianismo Al adoptar esta nueva Carta, aclaró el Papa, «la Unión Europea no tendrá que olvidar que es la cuna de las ideas de persona y de libertad, y que estas ideas le han venido por el hecho de haber estado impregnada durante mucho tiempo por el cristianismo. Según el pensamiento de la Iglesia, la persona es inseparable de la sociedad humana, en la que se desarrolla».

Por eso, el pontífice dejó claro que «los derechos del hombre no pueden ser reivindicaciones contra la naturaleza misma del hombre».

Al servicio de la persona «Las declaraciones de derechos delimitan en cierto sentido el dominio intocable que, según la conciencia de la sociedad, no debe ser sometido a los juegos de los poderes humano --continuó diciendo el Santo Padre a los representantes legislativos europeos--. Es más, el poder reconoce que está constituido para salvaguardar este dominio, que tiene por centro de gravedad la persona humana. De este modo, la sociedad reconoce que está al servicio de la persona en sus aspiraciones naturales para que pueda realizarse como ser personal y social al mismo tiempo. Estas aspiraciones, inscritas en su naturaleza, constituyen al mismo tiempo derechos inherentes a la persona, como el derecho a la vida, a la integridad física y psíquica, a la libertad de conciencia, de pensamiento y de religión».

El pasado 18 de septiembre, el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Camillo Ruini había expresado la preocupación por la manera en que se está redactando este texto fundamental (Cf. Zenit, 19 de septiembre, ZS00091911). El cardenal italiano constató una grave contradicción: por una parte la Carta quiere servir de base sobre los valores comunes que sostienen la Unión Europea; por otra, el documento no los define. El Preámbulo llama a los pueblos europeos a «compartir un porvenir pacífico» fundado sencillamente «en los valores comunes». Pero no dice cuáles son.

El texto, como constató Ruini, no menciona la raíces histórico-culturales que han dado vida a Europa (y mucho menos las cristianas). Estas raíces han constituido su «alma» y «pueden inspirar también hoy su identidad y misión», añadió.

Apoyo papal a la integración europea En su discurso, Juan Pablo II alabó también el proceso de unión europea y se congratuló por la decisión europea de abrirse a la incorporación de nuevos Estados del continente que desean colaborar con ella, de modo que llegue a ser lo más amplia posible. Se trata de una senda que va en armonía con la visión del Papa del viejo continente que como ha repetido en muchas ocasiones deber respirar con sus dos pulmones, el oriental y el occidental.

Por lo que se refiere a la reforma de las estructuras de decisión europeas, afirmó: «Ha llegado probablemente la hora --añadió-- de hacer un balance de lo conseguido en una estructura conjunta simplificada y más vigorosa, capaz de encontrar la fórmula justa para satisfacer las aspiraciones de sus ciudadanos y asegurar el servicio al bien común».

Un «nuevo empuje de humanismo» para Europa El Santo Padre no quiso despedirse de los representantes de los parlamentos europeos sin pedir un «nuevo empuje de humanidad» para Europa. «¡Que sepa alcanzar el consenso necesario para inscribir entre sus ideales más elevados la protección de la vida, el respeto del otro, el servicio mutuo y una fraternidad sin exclusión! --deseó--. Cada vez que Europa encuentra en sus raíces cristianas los grandes principios de su visión del mundo, sabe que puede afrontar su futuro con serenidad»


Fallece el cardenal Vicenzo Fagiolo, gran jurista de la Iglesia
Ex presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos

CIUDAD DEL VATICANO, 24 sep (ZENIT.org).- Pastor lleno de celo e ilustre jurista. Con estas dos pinceladas ha recordado Juan Pablo II al cardenal Vincenzo Fagiolo, ex presidente del Consejo Pontificio para los Textos Legislativos, quien falleció el viernes pasado en su casa de Roma a los 82 años de edad, después de padecer una breve enfermedad hepática.

En el telegrama de pésame enviado a los familiares, el Santo Padre expresa su profunda tristeza por su fallecimiento, y confiesa su estima por el trabajo que desempeñó este hombre de la Iglesia de Italia en los diferentes ministerios que desempeñó.

Nacido en Segni, provincia de Roma, en 1918. Juan Pablo II le elevó a la púrpura cardenalicia, en 1994, en reconocimiento a su generoso servicio como presidente del Tribunal de primera instancia del vaticano, perito del Concilio Vaticano II, prelado auditor de la Rota Romana y secretario de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica (1984-1990). Su último encargo, fue precisamente el de dirigir el Consejo Pontificio para la Interpretación de Textos Legislativos, del que dimitió al cumplir los ochenta años. Había sido también vicepresidente de la Conferencia Episcopal Italiana y arzobispo de Chieti.

Los funerales del cardenal Fagiolo serán presididos por el Papa el martes próximo a las 10 de la mañana en la Basílica de San Pedro en el Vaticano.

Con la muerte del cardenal Fagiolo, el Colegio cardenalicio cuenta ahora con 145 purpurados, de los cuales 99 son electores y 46 ya han cumplido los ochenta años. Los cardenales italianos son ahora 36, de los cuales 17 son electores.