Santa Sede

Roma a Pekín: canonización de mártires chinos sólo por motivos religiosos

El régimen comunista había protestado formalmente ante la Santa Sede

CIUDAD DEL VATICANO, 22 sep (ZENIT.org).- La Sala de Prensa de la Santa Sede salió hoy al paso de las críticas que han presentado las autoridades comunistas chinas contras la canonización de 120 mártires chinos, que tendrá lugar el 1 de octubre.

En un encuentro con la prensa, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, explicó que estos nuevos santos pertenecen a épocas diferentes, desde 1648 hasta 1930. Son un pequeño grupo representativo de los miles de mártires católicos que, en los últimos tres siglos, han dado la vida en fidelidad al Evangelio, difundido en China a partir del siglo V.

Los motivos de la canonización, por tanto, son únicamente religiosos, subrayó el portavoz. «Cualquier otra interpretación de esta fecha es equivocada. No hay ninguna interpretación política o diplomática detrás».

Las relaciones entre la Santa Sede y Pekín, como es sabido, son sumamente complicadas. Por una parte, China afirma que quiere entablar relaciones con el Vaticano y por otra parte exige el control de la Iglesia e incluso el nombramiento de los obispos, pues considera al obispo de Roma como una autoridad extranjera. La mayoría de los más de ocho millones de católicos chinos fieles al Papa viven su religión en la clandestinidad, pues el régimen ha emprendido una oleada de persecuciones que buscan obligarles a pasar a formar parte de la Asociación Patriótica Católica, una especie de Iglesia controlada por el Partido.

Entre los nuevos santos chinos, se encuentran 86 víctimas de la revolución de los Boxers (1900). A pesar de que el cristianismo en China hizo extraordinarios esfuerzos de inculturación, esto no impidió que muchos chinos lo asociaran con occidente y que fuera amado y odiado al igual que los países occidentales. Siguiendo este estereotipo (cristianismo igual occidente), este movimiento que en parte tenía connotaciones xenófobas, combatió contra los misioneros y las Iglesias cristianas. Según cálculos de algunos historiadores, la insurrección de los Boxers acabó con la vida de unos 30.000 católicos.

El régimen comunista ha exaltado la revolución de los Boxers y éste es uno de los motivos por los que ha protestado formalmente ante la Santa Sede contra la canonización de estos mártires.

Las causas de canonización comenzaron hace noventa años. Las primeras cinco se abrieron en 1893, bajo León XIII. Ya en 1984 se comenzó a pensar en una canonización única de 120 mártires chinos. De este modo, China superará a buena parte de los países del mundo en número de canonizaciones, pues contará ahora con 87 santos. El resto de estos mártires eran misioneros provenientes de España, Francia, Italia, Bélgica, Países Bajos. Otro dato interesante es que la gran mayoría son laicos (83), los demás son 6 obispos, 19 sacerdotes diocesanos y religiosos, 1 religioso y 7 religiosas.

El problema de la fecha 
La segunda protesta china tiene lugar a causa de la fecha en que se celebrará la ceremonia de canonización: el 1 de octubre. En ese día, por casualidad, China celebra el 51 aniversario de la fundación de la República Popular. Navarro-Valls aclaró, sin embargo, que la fecha no se ha escogido por «ninguna consideración de carácter político o diplomático». El único motivo que ha llevado a escoger el 1 de octubre, añadió, es de carácter espiritual y litúrgico. Octubre es el mes misionero por excelencia y la evangelización de China se desarrolló en buena parte gracias a los misioneros. Por otra parte, ese día es la fiesta de santa Teresa de Lisieux, patrona de las misiones, quien en su «Historia de un alma» dejó constancia de las oraciones que elevó a favor de la difusión del Evangelio en las tierras chinas.

Por último, el portavoz de la Santa Sede, refiriéndose a declaraciones de un portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores de la República Popular China del miércoles pasado, quiso tomar constancia ante los periodistas de la voluntad expresada por China de querer entablar relaciones diplomáticas con la Santa Sede.


Canonización de mártires: un hito para la historia del cristianismo en China

Habla el padre Giovanni Qiu, capellán de la comunidad china de Roma

ROMA, 22 sep (ZENIT.org-FIDES) – La canonización de 120 mártires chinos, que tendrá lugar el próximo 1 de octubre, constituye uno de los momentos más importantes para la historia del cristianismo en ese país. En estos momentos en que los católicos son perseguidos brutalmente por su fidelidad a Roma, Juan Pablo II les ofrece el ejemplo de otros hombres y mujeres, en su mayoría laicos (83) que fueron capaces de dar la vida por amor a Cristo.

Incluso obispos clandestinos de China continental desean recibir biografías de los futuros santos, el programa de las iniciativas previstas para la canonización de los mártires chinos, el texto de la misa que celebrará el Santo Padre en San Pedro del Vaticano, para celebrar una eucaristía contemporáneamente.

Estas son las revelaciones que hace a la agencia «Fides» el padre Giovanni Qiu, capellán taiwanés de la comunidad china en Roma: 60.000 personas, de las que tan sólo 250 son católicas.

El padre Qiu es el responsable del Centro «Agustín Chao», que ofrece asistencia lingüística y administrativa a los chinos de Roma. El padre Qiu ha sido rector del Seminario Menor de Kaoshiung (Taiwan) y párroco de Taipei.

--¿Cómo se prepara la comunidad china para la canonización del 1º de octubre?

--Desde el anuncio de la canonización hemos tratado de comprender más en profundidad el significado del evento y su significado para la Iglesia en China. En la lista de los mártires hay tres siglos de martirio, algo que da mucha valentía a la Iglesia en China, todavía perseguida.

En la eucaristía que celebramos cada domingo en la iglesia de San Lorenzo in Panisperna, en Roma, recordamos a los mártires chinos durante la oración de los fieles. Después de la misa tenemos un encuentro de catequesis, en el que hablamos de los mártires chinos y europeos (33 de 120). Estos mártires son los únicos conocidos, pero hay otros muchos nunca registrados.

Transmitir este clima a la comunidad china no católica es más difícil, pero también han recibido el eco de este evento. Algunos me han pedido participar en la celebración de San Pedro a pesar de que no creen. La canonización es una ocasión para testimoniarles nuestra fe. Cada domingo veo dos o tres rostros nuevos en la Misa.

--¿Llegarán fieles chinos del extranjero?

--Tengo ya 2.000 pedidos de reserva de un puesto. Según previsiones, globalmente deberían llegar a Roma al menos 3.500 católicos de China continental, Hong Kong, Taiwan, y también de Europa y Estados Unidos. He recibido una carta de algunos obispos de China continental, de la Iglesia no oficial.

«No podemos participar en esta canonización --dicen-- , pero tenemos la mirada puesta en la ciudad santa: en este momento nuestros sentimientos están unidos a los vuestros, sentimos una gran alegría en nuestros corazones. Podemos confirmar que la sangre de los mártires es semilla de la fe. La Iglesia católica en China ha pasado tres siglos de persecuciones, que continúan aún. Les rogamos que nos envíen materiales sobre la canonización: biografías de los santos, el programa, el texto de la Santa Misa que celebrará el Papa». Los obispos se proponen celebrar una misa, contemporáneamente con la liturgia que se vivirá en San Pedro, para estar unidos al Santo Padre y a la Iglesia universal.

--¿Qué iniciativas habéis programado?

--El 30 de septiembre comenzaremos con una vigilia de oración en la Basílica de los Santos Apóstoles, en Roma, con todos los grupos que lleguen. El 1 de octubre participaremos en la celebración de San Pedro y el 2 de octubre, a las 9 de la mañana, en la Basílica de San Pedro, habrá una misa de acción de gracias presidida por el cardenal Paul Shan, presidente de la Conferencia Episcopal de Taiwán. Seguirá la audiencia con el Santo Padre en la plaza de San Pedro del Vaticano. De Taiwán llegará una decena de obispos y, de Hong Kong, monseñor Juan Tong.

--¿Piensa la canonización tendrá efectos positivos?

--El evento tendrá una importancia decisiva. Para los católicos es una especie de confirmación de la fe; para los no católicos es un gran signo, una ocasión para conocer algo más sobre la Iglesia.

Podrá servir para vencer el temor que todavía existe ante la Iglesia católica, especialmente para aquellas personas que viven en zonas donde no hay católicos o de donde la historia ha dejado huellas dolorosas. Esperamos que, con el Jubileo, reflorezca la evangelización y la difusión de la fe en la comunidad china.

Por nuestra parte, yo me propongo formar un equipo, una verdadera y propia comunidad, para el apostolado entre los 60 mil chinos de Roma. Muchas personas que trabajan en restaurantes y tiendas no tienen la posibilidad de asistir a la catequesis o de participar en actividades, por lo que me han pedido que instituya cursos nocturnos.


Una institución en Washington para restablecer la armonía entre fe y cultura

El Papa recibe a los promotores del Centro Cultural Juan Pablo II

CIUDAD DEL VATICANO, 22 sep (ZENIT.org).- Utilizar los medios que ofrecen las tecnologías modernas para dar a conocer el mensaje de la Iglesia: este es el objetivo del Centro Cultural Juan Pablo II («John Paul II Cultural Center»), cuya construcción comenzada hace tres años en Washington está a punto de ser terminada, con la inauguración que tendrá lugar el próximo año.

Al recibir esta mañana en el Vaticano a los promotores del proyecto, el Santo Padre expresó su gratitud con palabras de aliento.

«La importancia del Centro está en el hecho de ser un instrumento de evangelización», reconoció el pontífice quien dejó claro que «su objetivo no consiste en honrar a una persona particular, sino en contribuir, utilizando los medios ofrecidos por la tecnología moderna, en hacer que la Iglesia y su mensaje sean mejor conocidos y comprendidos».

«La celebración del Jubileo --constató el obispo de Roma-- ha mostrado que en todo lugar la gente no sólo desea profesar la verdad de la fe, sino que también quiere construir y reforzar el sentido de la comunidad católica a través de actividades religiosas y culturales».

En este sentido, consideró que uno de los grandes desafíos en estos momentos para la Iglesia consiste precisamente en restablecer «la relación entre fe y cultura». Por ello, alentó los esfuerzos de los promotores del Centro cultural a él dedicado en la capital estadounidense para que esta institución pueda ofrecer oportunidades de estudio sobre los temas más importantes de la vida cristiana en el actual clima cultural del país.


Juan Pablo II: No se puede cambiar la sociedad sin cambiar los corazones

Encuentro del pontífice con los hermanos de Damián de Molokai

CIUDAD DEL VATICANO, 21 sep (ZENIT.org).- Para transformar la sociedad hay dos elementos claves: la oración y el testimonio evangélico. Esta fue la propuesta que hizo esta mañana Juan Pablo II a 130 religiosos de la Congregación de los Sagrados Corazones de Jesús y de María a quienes recibió esta mañana con motivo de su capítulo general.

Como recordó el pontífice en su discurso, esta Congregación fue fundada en Francia hace dos siglos, en 1800, por el padre Pierre Coudrin y la madre Henriette Aymer de la Chevalerie, en medio de las complicadas circunstancias desencadenadas por la Revolución Francesa. Tras los primeros años de expansión en Europa, las dos ramas --la masculina y la femenina-- de la Congregación están presentes hoy en más de cuarenta países de todos los continentes: un crecimiento que Juan Pablo II ha indicado como un signo de la fuerza divina, pero también como un fruto del testimonio ofrecido por misioneros, como el Beato Damián, apóstol de los leprosos de Molokai, que han dado la vida por los demás.

Damián de Veuster (1840-1889) vivió 16 años en medio de los leprosos de la isla de Molokai, en Hawaii, y él mismo fue un leproso durante los últimos años de su vida. El Papa Juan Pablo II lo declaró beato en 1995, en Bruselas, país de origen del «Padre Damián», como se le conoce habitualmente.

«¡Cuántos santos y mártires habéis dado a la Iglesia!», reconoció el obispo de Roma.

Testimonio 

«Hoy como siempre, lo que la Iglesia está llamada a proclamar ante el mundo es el poder de la Cruz --continuó diciendo el Santo Padre--. Es un poder que no necesita "palabras sabias", ni "la vana falacia de una filosofía", ni, menos aún, ideologías ilusorias. Lo que exige de vosotros es que, como Cristo mismo, dejéis que vuestro corazón se abra para convertirse en un reflejo de la fuente de agua viva, la única que puede saciar la sed del corazón humano».

Contemplación 

«Para ello debéis seguir continuamente el camino de la contemplación --dijo el Papa--, pues vuestra misión exige una íntima unión con el Señor. Antes de enviaros, Cristo os llama hacia sí; y si, día a día, no lo buscáis en la oración, os faltará la fuerza para seguir adelante como misioneros llenos del poder del Espíritu Santo. Sólo en las profundidades de la contemplación puede el Espíritu Santo transformar vuestros corazones; y sólo si el propio corazón es transformado se puede cumplir con la gran tarea de ayudar a los demás para que el Espíritu les guíe "hasta la verdad completa", que es la esencia de la misión cristiana».

No hay cambio de la sociedad sin cambio de corazones 

A continuación, el Papa Wojtyla profundizó en las repercusiones del testimonio cristiano. «Las estructuras sociales nunca podrán perfeccionarse y elevarse sin una auténtica conversión de los corazones --aclaró--. Ambos aspectos deben ir juntos, pues si se modifican las estructuras sin convertir los corazones, los cambios estructurales podrán camuflar el mal, pero no vencerlo. Esta es la razón por la que la misión sin la contemplación del Crucificado está condenada a la frustración, como ya advirtieron muy oportunamente los fundadores. Este es también el motivo por el que ellos insistieron de manera especial en el compromiso de la adoración del misterio eucarístico, puesto que es en el Sacramento del Altar donde la Iglesia contempla de mane ra inigualable el misterio del Calvario, el sacrificio del que fluye toda gracia de la evangelización. En la contemplación del misterio eucarístico aprendéis a imitar al Único que se hace pan partido y sangre derramada para la salvación del mundo».

Al final del discurso, articulado en tres idiomas, Juan Pablo II recomendó a las dos ramas de la Congregación el testimonio de unión fraterna entre sí y el de la entrega al prójimo, «especialmente a los más pequeños y pobres».


El Vaticano interviene a favor de diez judíos iraníes acusados de espionaje

El Tribunal de segunda instancia de Teherán mitiga el castigo

CIUDAD DEL VATICANO, 21 sep (ZENIT.org).- El Vaticano ha intervenido en varias ocasiones ante Irán a favor de los diez judíos condenados por espionaje al servicio de Israel.

El director de la Sala de Prensa de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, confirmó hoy a los periodistas las informaciones según las cuales la Santa Sede se ha movilizado para que el Tribunal de segunda instancia de Teherán aliviara la condena contra diez detenidos iraníes de origen judío.

En concreto, el portavoz vaticano precisó que la Secretaría de Estado ha intervenido en varias ocasiones, «tanto directa como indirectamente» ante las autoridades iraníes para pedir clemencia para los prisioneros.

Navarro-Valls añadió a continuación que esta iniciativa vaticana está «en sintonía con la posición de la Iglesia católica en esta materia» que «siempre ha pedido el respeto de los derechos de los imputados con un proceso justo, así como el respeto de los derechos de los detenidos».

La declaración concluye mencionando pasajes del magisterio de Juan Pablo II que, «en el espíritu del gran Jubileo ha alentado a los responsables de las naciones a realizar actos de clemencia a favor de los detenidos».

Los diez judíos iraníes habían sido condenados en julio a penas carcelarias que van de los cuatro a los trece años por espionaje a favor de Israel. Hoy el Tribunal de segunda instancia de la capital redujo las penas de siete de los imputados, mientras que para otros tres el juicio ha quedado suspendido.


SANTO TOMAS MORO, ¿PATRONO DE LOS POLITICOS?

Juan Pablo II podría proponer su ejemplo el 5 de noviembre

CIUDAD DEL VATICANO, 19 sep (ZENIT.org).- Los políticos tendrán su propio patrono. Esta es la indiscreción que circula en esta semana en el Vaticano. El nombramiento debería tener lugar en Roma el próximo 5 de noviembre, con motivo del Jubileo de gobernantes y parlamentarios.

El primero en publicar la noticia ha sido Marco Tosatti, experto en asuntos vaticanos del diario italiano «La Stampa» en el suplemento ilustrado de ese periódico «Specchio» en circulación esta semana (16 de septiembre).

¿Quién será entonces el santo encargado de velar particularmente por la vida y obra de los políticos? Las propuestas que circulan en Roma coinciden en una misma persona: Thomas More, o Tomás Moro, como estamos acostumbrados a llamarle en español.

Tomás Moro nació el año 1477. Casado y con tres hijas, ocupó el cargo de Canciller del Reino de Inglaterra. Hombre de gran cultura (amigo de Erasmo) y agudo humor, era íntimo compañero y amigo personal del rey Enrique VIII.

Junto con Juan Fisher se opuso al rey Enrique VIII en la cuestión de su pretendida anulación de matrimonio. Cuando vio que era incompatible con su religión el «Oath of Supremacy», juramento de sumisión a Enrique como cabeza de la Iglesia en Inglaterra, presentó su dimisión, tratando de retirarse en una vida tranquila con su familia, sin más complicaciones. Pero fue apresado y encerrado en la Torre de Londres. A todos los esfuerzos de sus amigos para convencerle de que debía prestar su juramento contestó sencillamente que no podía reconciliarlo con su conciencia.

Cuando su propia mujer le insiste a hacerlo por lo que ella juzgaba que era el bien para su casa, le contestó: «¿Cuántos años crees que podría vivir en mi casa?» «Por lo menos veinte, porque no eres viejo», le dijo ella. «Muy mal negocio, puesto que quieres que cambie por veinte años toda la eternidad». Fue decapitado el 6 de julio de 1535, pocos días después de la ejecución de Juan Fisher.

Canonizado en 1935, según los rumores de los «expertos», Juan Pablo II podría proponer a Tomás Moro como modelo a los más de cinco mil hombres políticos de todo el mundo que participarán en su propio Jubileo en Roma entre el 4 y el 5 de noviembre.


EL PAPA BENDECIRÁ LA ESTATUA DE SAN MARCELINO CHAMPAGNAT

El próximo 20 de septiembre será colocada en la Basílica de San Pedro

CIUDAD DEL VATICANO, 19 sep (ZENIT.org).- Su Santidad Juan Pablo II, bendecirá mañana, miércoles 20 de septiembre, la estatua de san Marcelino Champagnat, fundador de los Hermanos Maristas, canonizado el 18 de abril de 1999.

La estatua, obra del escultor costarricense Jorge Jiménez Deredia, será colocada en el nicho central de la parte exterior del transepto izquierdo de la Basílica de San Pedro en el Vaticano, llamado brazo de San José. Dicha estatua es un regalo del pueblo de Costa Rica al Vaticano con motivo de la celebración de los 150 años de relaciones diplomáticas entre ambos países.

La invitación a los actos ha sido hecha por Javier Guerra Laspiur, embajador de la República de Costa Rica ente la Santa Sede, y del hermano Benito Arbués, Superior General de los Hermanos Maristas. Tras la bendición de la estatua de san Marcelino Champagnat por su Santidad Juan Pablo II, a las 11,30, en la plaza Santa Marta de la Ciudad del Vaticano, tendrá lugar, a las 17 horas, una celebración eucarística en la Basílica de San Pedro en el Vaticano, presidida por monseñor Román Arrieta Villalobos, arzobispo de San José de Costa Rica. Seguirá la inauguración de la estatua de San Marcelino Champagnat, presidida por el cardenal Virgilio Noé, prefecto de la Fábrica de San Pedro, y una recepción en la biblioteca de la Fábrica de San Pedro.

La estatua, de 460 cm de altura, está realizada en mármol blanco de Carrara. La obra recuerda la frase de San Marcelino Champagnat: «No puedo ver a un niño sin experimentar el deseo de decirle cuánto Dios lo ama».

Según el escultor costarricense Jorge Jiménez Deredia, «representar al santo con un niño sobre los hombros implica extraer del mármol el sentimiento de alegría, el sentido de responsabilidad unido al aspecto lúdico, percibir la infancia dentro del corazón y no sólo en la mente, comprender que se puede trabajar y soñar, consciente de que todo es posible para Dios. La niña que está a los pies de San Marcelino con un libro en la mano, en una actitud serena y tranquila, significa la aceptación de los valores educativos a través de una estrecha relación de confianza con el "padre"».

Marcelino Champagnat nació en 1789 en Marlhes (Francia), en el momento en que estalla la Revolución Francesa. Es el noveno hijo de una familia profundamente cristiana. Cuando tiene 14 años, un sacerdote de paso por su casa, le hace descubrir que Dios le llama al sacerdocio. En el seminario mayor de Lyón tiene por compañeros, entre otros, a Juan MarÌa Vianney, futuro Cura de Ars, y a Juan Claudio Colin, que más tarde será el fundador de los Padres Maristas. Forma con otros seminaristas un grupo cuyo proyecto es fundar una congregación que comprendiera sacerdotes, religiosas y una orden tercera, que llevaría el nombre de María, la Sociedad de María, cuya finalidad sería recristianizar la sociedad civil. Conmovido por la miseria cultural y espiritual de los niños de los pueblos, Marcelino siente la urgencia de crear dentro del grupo una congregación de Hermanos que se dedicaran a la educación cristiana de la juventud. Compagina su trabajo pastoral en una parroquia con la formación de los Hermanos para su misión de maestros cristianos.

En seguida empieza a abrir escuelas, y pronto la casita de La Valla, ampliada con el trabajo de sus propias manos, se queda pequeña. Las dificultades son enormes. Algunos sacerdotes no comprenden el proyecto de este humilde coadjutor sin experiencia y sin dinero. Sin embargo los ayuntamientos no dejan de pedir que les envíe Hermanos para que trabajen en la instrucción y educación cristianas de los niños de sus municipios. Marcelino y sus Hermanos participan en la construcción de una nueva casa capaz de acoger a más de cien personas, a la que da el nombre de Nuestra Señora del Hermitage. En 1825, liberado de su cargo de coadjutor de la parroquia, se dedica por completo a su congregación.

En 1836, la Iglesia reconoce la Sociedad de María y le confía la misión de Oceanía. Marcelino pronuncia los votos como miembro de la nueva Sociedad y envía a tres de su Hermanos con los primeros misioneros Padres Maristas a las islas del Pacífico. La enfermedad logra vencer su robusta constitución. Agotado por el trabajo, muere a la edad de 51 años el 6 de junio de 1840 


JUAN PABLO II RECUERDA LAS LECCIONES DE VICENTE, APÓSTOL DE LOS POBRES

Carta en el aniversario de ordenación del fundador de los Lazaristas

CIUDAD DEL VATICANO, 19 sep (ZENIT.org).- Habría preferido una vida «retirada», pero Cristo encendió su corazón de amor por los que no tenían nada ni espiritual ni materialmente hasta hacer de él un maestro de fe y caridad en la Francia de inicios del siglo XVII. Con esta carga plástica describe Juan Pablo II a san Vicente de Paúl en un mensaje enviado con motivo del cuarto centenario de su ordenación sacerdotal.

Vicente nació en el año 1581 en Aquitania (Francia). Ordenado sacerdote ejerció su ministerio en París. Se distinguió sobre todo por la organización y desarrollo de misiones populares, por la atención a las vocaciones sacerdotales y por el servicio a los pobres. El 23 de septiembre de 1600, fundó la Congregación de las Misiones, también conocida como los Lazaristas y, en 1663 fundó, junto con Santa Louise de Marillac, las Hijas de la Caridad.

En la carta, Juan Pablo II recuerda que «la preocupación más grande» de San Vicente, que «sigue siendo actual» era «el anuncio de la Buena Nueva a los más indefensos desde el punto de vista material y espiritual. Para él era evidente que la evangelización es una responsabilidad que concierne a todos los bautizados, a toda la Iglesia. Con laicos, hombres y mujeres, emprendió sus primeras grandes obras. Pero, rápidamente, se dio cuenta de que los beneficios de la misión no podían durar si la llama no era alimentada por sacerdotes entregados e instruidos».

«Vicente de Paúl --añade el obispo de Roma-- nos invita a mirar con ojos nuevos a la misión en el mundo de hoy. ¡Que sacerdotes y laicos salgan cada vez con más decisión al encuentro de los hombres y mujeres de nuestra época para anunciar el Evangelio y que lo hagan mediante una colaboración generosa y un apoyo mutuo constante, respetando la propia vocación! ¡Que los cristianos formen comunidades vivas, abiertas a todos, en particular a los más indefensos y marginados!».


UN CORO AUSTRALIANO CANTARÁ POR PRIMERA VEZ EN SAN PEDRO

En la ceremonia de canonización del 1 de octubre

ROMA, 19 sep (ZENIT.org).- La ciudad australiana de Sidney será el centro de gran parte de la atención mundial el próximo 1 de octubre cuando se clausure la XXVII Olimpiada de la era moderna. Pero en la Plaza de San Pedro del Vaticano, un pequeño grupo de australianos participarán en una ceremonia también muy significativa.

El Coro de la Catedral de Perth, Australia occidental, se unirá al Coro de la Capilla Sixtina y a un Coro estadounidense para cantar durante la Misa en la que Juan Pablo II canonizará a santos procedentes de China, España, Estados Unidos y Sudán.

El pequeño coro de 23 jóvenes (con edades comprendidas entre los 8 y los 18 años) y 7 adultos está realizando un largo viaje desde Australia a Europa como peregrinación del Año Santo. Será el primer coro australiano que cantará en una ceremonia pública vaticana. En Roma, el coro cantará en la Basílica de Santa María la Mayor (28 septiembre), las Catacumbas de San Calixto (29 septiembre) y la Parroquia Pontificia de Santa Ana en el Vaticano (30 septiembre).

El padre Timothy E. Deeter, estadounidense, director del coro ha declarado: «Quería llevar el Coro a Europa durante el Año Santo para ayudar a sus miembros a crecer en su fe, así como ofrecerles un desafío musical. Pedimos permiso para cantar durante una de las misas vespertinas que se celebran en la Basílica de San Pedro. Tras dar una fecha, se nos informó que la oficina había duplicado las reservas y no había otras fechas disponibles. Por eso apretamos un poco la cuerda y el secretario del cardenal australiano Edward Cassidy pudo convencer a la oficina para que encontrara el medio de que nuestros jóvenes cantaran. Recé mucho ese día y recibimos esa misma tarde un mensaje de la oficina ofreciéndonos la oportunidad de animar la misa de Canonización y si queríamos aceptar esta oportunidad en lugar de una misa vespertina. ¡Por supuesto aceptamos inmediatamente!».

Antes de llegar a Roma, el grupo australiano intervendrá en coros famosos en Inglaterra: los de la Catedral Católica de Westminster, la Abadía Anglicana de Westminster, San Pablo, King's College en Cambridge y Christ Church en Oxford. Tras dejar Roma, el Coro asistirá en Asís a la fiesta de San Francisco y visitará también el Coro de los Niños Cantores de Viena.


EL PAPA CANONIZARÁ EL 1 DE OCTUBRE A 6 ESPAÑOLES MÁRTIRES EN CHINA

Por su labor misionera en la China de los siglos XVII y XVIII

MADRID, 19 sep (ZENIT.org).- Entre los 119 mártires que realizaron una extraordinaria labor misionera en China entre los años 1648 y 1730 y que serán canonizados por Juan Pablo II en Roma el próximo 1 de octubre, figuran siete españoles. Seis de ellos son dominicos y una es religiosa, la fundadora de las Siervas de Jesús. Los mártires son de distintas naciones y de distintos estados eclesiales. Además de los religiosos dominicos, otro es jesuita, otro sacerdote diocesano, una joven laica y dos obispos más, uno de la Sociedad de Misiones Extranjeras de París y otro Franciscano. También junto a ellos serán canonizadas, además de la beata española, otras dos mujeres: Josefina Bakita, de Sudán y Catalina María Drexel, de EE.UU.

Los futuros santos dominicos son Francisco Fernández de Capillas; Pedro Mártir, obispo mauricastrense; Francisco Serrano, obispo electo Tipasitano; Joaquín Royo; Juan Alcover y Francisco Díaz. La religiosa fundadora del Instituto Siervas de Jesús de la Caridad es la beata Mª Josefa del Corazón de Jesús.

Francisco Fernández de Capillas nació en Baquerín de Campos (Palencia) el 15 de agosto de 1607. En 1631 se incorporó a la misión de Filipinas, y al año siguiente fue ordenado sacerdote. A petición suya, en 1641 se le destinó a la misión de China, donde trabajó en la misión de Fogán. En noviembre de 1642 fue hecho prisionero y recluido en un calabozo, donde sufrió numerosos tormentos.

El obispo Pedro Mártir Sans nació en Ascó (Tarragona), en 1680. Se incorporó a la misión de Filipinas en 1712, y en 1715 partió para la misión de China. En 1728 fue consagrado en Cantón como obispo titular mauricastrense. Como titular de la misión estuvo hasta 1747, año en el que fue martirizado, después de una gran persecución.

El granadino Francisco Serrano, obispo electo de Tipasitano (China), nació en 695, incorporándose a la misión de Filipinas y China en 1727, donde misionó hasta 1746, padeciendo grandes persecuciones. Fue hecho prisionero y martirizado en 1748, después de haber recibido en la cárcel su nombramiento de obispo coadjutor, aunque no llegó a ser consagrado.

Por su parte, Joaquín Royo nació en Hinojosa (Teruel) en 1661. Ingresó en la Orden en Valencia en 1709 y se incorporó a la misión de Filipinas en 1712. En 1715 fue destinado a China, donde misionó hasta 1746, cuando fue apresado y después de grandes torturas en prisión, murió martirizado en 1748. Por último, Juan Alcover, nacido en Granada en 1694 y Francisco Díaz, de Écija (Sevilla), en 1713, murieron sufriendo el martirio que sus compañeros en China, también en 1748, después de trabajar primero como misioneros en Filipinas.

Una santa vasca La otra española que será canonizada es María Josefa Guerra de Sancho. Nacida en Vitoria (España) en 1842, fundó el Instituto de Siervas de Jesús de la Caridad, obra que hoy continúa ofreciendo su servicio a los enfermos, ancianos y niños en 13 países, a través de sus 93 casas. María Josefa fue declarada Venerable el 7 de septiembre de 1989, en 1992 beatificada y ahora será canonizada por Juan Pablo II en la Plaza de San Pedro.


¿HA CAMBIADO DE OPINIÓN EL VATICANO SOBRE EL PRESERVATIVO?

La prensa de Estados Unidos se inventa una primicia

CIUDAD DEL VATICANO, 20 sep (ZENIT.org).- «El diario del Vaticano dice que debería tolerarse el preservativo para combatir el sida». Este es el titular que recorrió como un terremoto las redacciones de los periódicos de Estados Unidos y de Gran Bretaña el fin de semana pasado.

La gran revelación, publicada por el «Pittsburgh Post/Gazette» y retomada después por la agencia de noticias «UPI» (15 de septiembre), se basaba en noticias frescas: ¡un artículo de «L'Osservatore Romano» del «pasado mes de abril»! El despacho no especificaba ni siquiera el día de su publicación.

Manipulación de mano a mano ¿Qué es lo que pasó entonces? En la última edición de «America», revista editada en Estados Unidos, los jesuitas Jon Fuller y James Keenan afirman que en el Vaticano se ha dado un replanteamiento del argumento con la publicación de un artículo de monseñor Jacques Suaudeau del Consejo Pontificio para la Familia, aparecido el 5 de abril en la edición italiana cotidiana de «L'Osservatore Romano», diario oficioso (no oficial) de la Santa Sede.

El artículo de «America» explica que monseñor Suaudeau presenta la fidelidad en el amor y abstinencia sexual antes del matrimonio como el mejor medio para prevenir el sida. De todos modos, los padres Fuller y Keenan, afirman que el texto presenta una cierta tolerancia de cara a la distribución de preservativos en ciertas circunstancias, y desean que este artículo sirva para que los obispos en el mundo cambien de opinión y dejen de defender las enseñanzas de la Iglesia.

El «Pittsburgh Post/Gazette» publicó un artículo de «America» en el que se extrapolaban algunas de las afirmaciones. Tomando ese texto, de tercera mano, UPI escribió una nota plagada de inexactitudes, que alteraban claramente no sólo las afirmaciones de «L'Osservatore Romano», sino también las de «America». Uno o dos días después, importantes periódicos de habla inglesa, como el «New York Times», el «Telegraph» de Londres y el «Post-Dispatch» de Canadá, publicaron artículos que se basaban en UPI, es decir, en esta ocasión, una fuente de cuarta mano.

Por ejemplo, según «The Telegraph» (18 de septiembre), el artículo de monseñor Suaudeau decía: «Si la gente quiere prevenir el sida, que convencerse de que tiene que cambiar de comportamientos sexuales. Mientras se hacen esfuerzos en este sentido... el preservativos es uno de los mejores medios para contener la transmisión sexual del virus VIH y del sida».

Exactamente lo contrario La cita altera totalmente las afirmaciones del artículo gracias a esos mágicos puntos suspensivos. El artículo original en italiano decía lo siguiente: «Por lo que se refiere al sida, si se quiere aplicar una auténtica prevención, es necesario convencer a las personas a que modifiquen su comportamiento sexual, que es el principal responsable de la difusión de la infección. Mientras no se haga un auténtico esfuerzo en este sentido, no se realizará una auténtica prevención. El preservativo forma parte de los medios para "contener" la transmisión del virus VIH/sida, es decir para limitar su transmisión. Pero todos están reconocen que la "garantía" en este campo no existe y no puede existir. Sin hablar de la posibilidad de ruptura o de movimiento de los condones hechos con látex que siempre puede darse durante el acto sexual».

El artículo de «L'Osservatore Romano» distingue entre campañas de «prevención» del sida y campañas de «contención». Las campañas de promoción del preservativo no pueden ser consideradas como campañas de «prevención» por motivos demostrados por las más prestigiosas revistas científicas. La prevención, por tanto, sólo es garantizada por la fidelidad en el matrimonio. De hecho, los estudios estadísticos, recuerda, atribuyen un margen de error al preservativo den entre el 10 y el 15 por ciento.

La auténtica propuesta de la Iglesia Ahora bien, el artículo deja algo muy claro: el objetivo de la Iglesia no es combatir el preservativo, sino promover el auténtico amor y la fidelidad. En concreto, ofrece la experiencia de grupos de jóvenes de Uganda, Tanzania y Nigeria animados por religiosos y religiosas (que han adoptado nombres significativos como «Youth alive» o «Youth for Life»), de 16 y 18 años de edad. Se han comprometido a luchar contra el sida junto a sus compañeros y compañeras de escuela, asumiendo el compromiso de la abstinencia sexual hasta el matrimonio y de la fidelidad conyugal después del mismo.

«Estos grupos no son proyecciones teóricas --reconoce el artículo de «L'Osservatore Romano»--. Existen de verdad y, desde hace años, con discreción y eficacia. Hemos tenido la oportunidad de encontrarnos con estos chicos y chicas "normales", sonrientes, alegres, a quienes les gusta la música y el fútbol, amantes de la vida pero no del preservativo. Estos grupos no quieren dinero: piden amor, paciencia, tiempo, dedicación y fe por parte de quien les quiere ayudar».

«Con los millones de dólares gastados en la industria de los preservativos --concluye el artículo-- se hubiera podido hacer mucho más por estos jóvenes de África, por su educación, por su sustentamiento, y por la prevención eficaz contra el contagio del sida».

La respuesta: el auténtico amor El artículo constituye, en última instancia, un homenaje al amor y a la fidelidad entre dos jóvenes, un valor en el que siempre ha creído y creerá la Iglesia. «La Iglesia cree en el valor del hombre y de sus recursos», concluye. Por el contrario, algunas campañas tratan al hombre «como si se tratara de un animal, sometido a una visita veterinaria».


JUAN PABLO II: DIOS «PAPÁ», LA GRAN NOVEDAD DEL CRISTIANISMO

El cristianismo no puede reducirse a «un genérico "sentido de lo divino"»

CIUDAD DEL VATICANO, 20 sep (ZENIT.org).- «Papá», en estas cuatro letras se resume la gran novedad traída por el cristianismo. Lo explicó esta mañana Juan Pablo II al encontrarse con unos 40 mil peregrinos en la plaza de San Pedro durante la tradicional audiencia general del miércoles.

Lo que para otras religiones podría parecer una blasfemia, se convirtió con la venida de Cristo en la esencia misma de la vida cristiana. Las expresión preferida de Jesús, que no se atrevieron a traducir los evangelistas y apóstoles, era «Abbá», que en arameo significa precisamente «Papá». Al mismo tiempo explica el misterio de Cristo, que revela al hombre el rostro de Dios.

«Por este motivo, en la óptica cristiana, la experiencia de Dios no puede quedar reducida nunca en un genérico "sentido de lo divino"» --aclaró Juan Pablo II refiriéndose implícitamente a las nuevas espiritualidades de moda que se inspiran en la «Nueva Era» o en otras corrientes sincretistas--, ni puede considerarse la mediación de la humanidad de Cristo como algo superable». Para dar vida a sus palabras citó la experiencia de los grandes místicos de la historia del cristianismo: «san Bernardo, san Francisco de Asís, santa Catalina de Siena, santa Teresa de Ávila, y tantos enamorados de Cristo de nuestro tiempo, desde Charles de Foucauld hasta santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein)».

De este modo, «Quien hace verdaderamente la experiencia del amor de Dios --añadió el Santo Padre--, no puede dejar de repetir con una emoción nueva la exclamación de la primera carta de Juan: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!". (1 Juan 3, 1). Desde esta perspectiva podemos dirigirnos a Dios con la invocación tierna, espontánea, íntima, «Abbá», Padre. Sale constantemente de los labios del fiel que se siente hijo». «Cristo nos da la vida misma de Dios --aclaró--, una vida que supera el tiempo y nos introduce en el misterio del Padre, en su alegría y luz infinita».

Ahora bien, «esta participación en la vida de Cristo, que nos hace "hijos en el Hijo", se hace posible gracias al don del Espíritu». Un tremendo viento, húmedo y caliente azotaba precisamente en esos momentos la plaza de San Pedro del Vaticano. En ocasiones levantó los cabellos y la túnica del Papa, disturbando su voz que no era captada por el micrófono. El viento se convirtió así en una plástica imagen de la fuerza del Espíritu que al poner «en comunión de gracia con la Trinidad dilata el "área vital" del hombre, elevada a nivel sobrenatural por la vida divina. El hombre vive en Dios y de Dios: vive "según el Espíritu" y "desde lo espiritual"».

Ante esta perspectiva, surge la tentación de la desesperanza. Una unión tan íntima con Dios parece imposible para la vida cotidiana del hombre, caracterizada por el barro y la fragilidad. Ahora bien, la experiencia de ese amor de un Dios que es «Papá», da también la confianza al cristiano para dirigirse a él. Pocos los han explicado mejor que una muchacha francesa, Teresa de Lisieux (1873-1897), cuya experiencia fue mencionada por el Papa esta mañana. «El pajarillo quisiera volar hacia ese Sol radiante que encandila sus ojos; quisiera imitar a sus hermanas, las águilas, a las que ve elevarse hacia el foco divino de la Trinidad», escribía en sus «Manuscritos autobiográficos». Sin embargo, «lo más que puede hacer es alzar sus alitas, ¡pero eso de volar no está en su modesto poder!». ¿Qué hacer? ¿Desalentarse? Aquella chavala que murió a los 24 años no dudó en responder: «Con audaz abandono, [el pajarillo] quiere seguir con la mirada fija en su divino Sol. Nada podrá asustarlo, ni el viento ni la lluvia».


LA SANTA SEDE PUBLICARÁ EL DOCUMENTO «ÉTICA EN INTERNET»

Revelaciones del arzobispo John Foley en Torreciudad

MADRID, 20 sep (ZENIT.org).- El arzobispo John P. Foley, presidente del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, anunció en el santuario de Torreciudad (España), el domingo pasado, que la Santa Sede está preparando un documento sobre la «Etica en Internet», cuya elaboración espera que concluya en el año 2001.

De este modo, el Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales continuará con la serie de documentos que comenzó en 1997 con «Ética en la publicidad» y que continuó con la publicación, el 2 de junio de 2000 de «Ética en las comunicaciones sociales».

El «ministro» para las comunicaciones de Juan Pablo II acudió a ese centro mariano, que conmemora su 25 aniversario, para celebrar junto a unas quince mil personas la XII Jornada de la Familia.

«La Iglesia es partidaria de que Internet difunda contenidos moralmente aceptables --dijo--. Las nuevas tecnologías son un gran medio para llegar a los hogares con el mensaje del Evangelio, lo que supone un gran reto para la Iglesia desarrollar la labor pastoral a través de Internet».

Monseñor Foley confía en la posibilidad de navegar «sin que se violen los derechos humanos de las personas» y reconoció que «los navegantes tienen derecho a disfrutar de contenidos limpios que además puedan portar una gran riqueza moral».

De hecho, el acontecimiento pudo ser seguido en tiempo real por Internet a través de la página web del santuario: http://www.torreciudad.org.

Más tarde, en declaraciones concedidas al diario «La Razón» explicó que la Iglesia «tiene sus propios canales de comunicación y es necesario mantenerlos, incluso impulsar medios especializados. También queremos seguir penetrando con fuerza en los grandes medios generales seculares, partiendo de unas relaciones públicas auténticas, honestas, para hacer llegar a más gente el mensaje cristiano».

Al ser preguntado sobre la influencia de la Iglesia en los medios de comunicación, el arzobispo norteamericano apostilló que tras el documento publicado hace tres años sobre «Ética en la Publicidad», «he recibido numerosas invitaciones de foros y asociaciones profesionales no religiosas de todo el mundo para comentar este documento, lo que demuestra una sensibilidad y una necesidad de pautas orientadoras en los profesionales de la comunicación. Lo que más ha sorprendido es que la Iglesia comenzara hablando de las ventajas y aspectos positivos de la publicidad. Pero es que la Iglesia es experta en publicidad, que se traduce en la palabra evangelización: creemos en nuestro mensaje y podemos prometer además la garantía de que dura siempre».


EL VATICANO INTERVIENE EN LA SEMANA DEL MILENIO EN TIERRA SANTA

Aboga por un desarrollo turístico que promueva el diálogo y la paz

CIUDAD DEL VATICANO, 20 sep (ZENIT.org).- El turismo, vehículo de paz y de valores éticos. Esta es la convicción que ha llevado a organizar la Semana del Milenio en Tierra Santa («Millennium Week in the Holy Land»), una iniciativa de la Organización Mundial del Turismo que cuenta con el respaldo de la Santa Sede.

En el marco de esta iniciativa, está teniendo lugar entre el 20 y el 21 de septiembre, en Tel Aviv, un Seminario Internacional que, como dice un comunicado emanado hoy por la Sala de Prensa del Vaticano, «se transferirá después a otros países, como Palestina, Jordania y Egipto».

«El Seminario pondrá de relieve los elementos comunes que acercan a los pueblos creyentes en las tres religiones monoteístas de la tierra y desea que, en el nuevo milenio, el turismo pueda ser realmente un vehículo de conocimiento y de recíproca comprensión», continúa diciendo la nota de prensa vaticana.

El encuentro de Tel Aviv, en particular, pretende presentar estudios sobre las implicaciones éticas que giran en torno al turismo, una temática sumamente interesante para estos pueblos de Oriente Medio que ven en la actividad turística una estupenda promesa para su desarrollo económico.

La Santa Sede está representada en Tel Aviv por su observador permanente ante la Organización Mundial del Turismo, el arzobispo Piero Monni.

En su intervención en el simposio, monseñor Monni analiza algunos de los problemas actuales ligados al turismo. Entre ellos, subraya el debate que ha emergido en los últimos encuentros internacionales sobre la irrupción del la llamada «aldea global». En este contexto, según el representante pontificio, el turismo tiene un papel decisivo que desempeñar para promover el diálogo y el valor de la paz entre los pueblos.


EL PAPA: ANCIANOS, EL MUNDO OS NECESITA, ES MAS, EL MUNDO «NOS NECESITA»

40 mil peregrinos en el Jubileo de la tercera edad

CIUDAD DEL VATICANO, 18 sep (ZENIT.org).- «¡La Iglesia os necesita! ¡También la sociedad civil os necesita! Es lo que les dije a los jóvenes hace un mes y ahora os lo digo hoy a vosotros, ancianos, a nosotros ancianos: ¡la Iglesia nos necesita!». Esta es la exhortación que pronunció ayer Juan Pablo II al dirigirse a 40 mil peregrinos que llegaron a Roma para celebrar el Jubileo de la tercera edad.

La gran mayoría de los presentes en la plaza de San Pedro había superado los sesenta años, ahora bien, por el ruido que hacían y por el ritmo con que aplaudían al Papa muchos de ellos parecía que acababan de cumplir los 16 años. Quizá fue precisamente este entusiasmo el motivo por el que el Papa dejó a un lado los papeles y evocó las Jornadas Mundiales de la Juventud de agosto pasado.

«Nosotros los ancianos» A Juan Pablo II se le veía particularmente emocionado. Corrigiendo el texto que llevaba escrito durante la homilía de la misa conclusiva de este Jubileo por categoría, pronunció ese «nosotros los ancianos», que expresaba su solidaridad y cariño. No era la primera vez que lo hacía. Ya en la carta a los ancianos se presentó también él como un «anciano».

Horas antes de la celebración eucarística, el atrio de la Basílica de San Pedro se convirtió en el testigo mudo de testimonios de vida que escucharon los peregrinos para prepararse al encuentro con el Papa. Se trataba de vidas que contaban cómo el amor entre un marido y una mujer puede permanecer fresco a pesar de que las espaldas se curven con los años. Vidas normales, anónimas hasta ese día, pero que han experimentado cómo la fe puede hacer apasionante una existencia ordinaria.

El dolor tiene un sentido Juan Pablo II, por su parte, agradeció desde un primer momento la presencia de «quien ha tenido que afrontar las dificultades e inconveniencias para no perderse esta cita». Al mismo tiempo, saludó a «las personas ancianas, solas o enfermas», que se quedaron en casa en el cuerpo, pero no con el alma. El sufrimiento que con frecuencia toca a la puerta del anciano, recordó el pontífice, encuentra su explicación en una dimensión transcendente que no debe ser olvidada: «¡El sufrimiento no puede dejar de producir miedo! Pero precisamente en el sufrimiento redentor de Cristo está la verdadera respuesta al desafío del dolor, que tanto pesa en nuestra condición humana. Cristo, de hecho, tomó consigo nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, dándoles, gracias a su Cruz y Resurrección, una nueva luz de esperanza y de vida».

La fuerza del anciano está precisamente en su debilidad, que con frecuencia es despreciada. Ante la cultura de la superficialidad, exhortó Juan Pablo II, «vosotros tenéis la misión de testimoniar los valores que de verdad cuentan más allá de las apariencias».

Por una «cultura de la vida» «Precisamente en cuanto personas de la tercera edad vosotros tenéis una contribución específica que ofrecer para el desarrollo de una auténtica "cultura de la vida" --añadió--, testimoniando que cada momento de la existencia es un don de Dios y que toda estación de la vida humana tiene sus riquezas específicas que debe poner a disposición de todos».

La tarea del anciano Desde el punto de vista cristiano, por tanto, el anciano, sano o enfermo, tiene una «tarea preciosa». La Iglesia y la sociedad tienen necesidad de vosotros, exclamó el Papa arrancando los aplausos de los peregrinos.

«Sabed emplear generosamente el tiempo que tenéis a vuestra disposición y los talentos que Dios os ha concedido, ayudando y sosteniendo a los demás --les exhortó--. Contribuid al anuncio del Evangelio como catequistas, animadores de la liturgia, testigos de vida cristiana. Dedicad tiempo y energías a la oración, a la lectura y a la reflexión de la Palabra de Dios».

La fiesta del pontífice con sus coetáneos continuó con el rezo de la oración mariana del Angelus. Tras la liturgia animada por un estupendo coro de cien voces de personas ancianas de las parroquias romanas y de las «Scholae cantorum» de toda Italia, el Santo Padre no pudo contenerse y exteriorizó su apreció: «Vuestras voces armoniosas al elevarse desde esta plaza al cielo han dado a nuestra oración una singular intensidad, que ha encontrado sin duda eco en el corazón de Dios. Verdaderamente "quien canta reza dos veces"». 


GRANDES CAMBIOS EN LA CURIA ROMANA

El Papa nombra a monseñor Re prefecto de la Congregación para los Obispos

CIUDAD DEL VATICANO, 18 sep (ZENIT.org).- Juan Pablo II sorprendió a los «expertos» en asuntos vaticanos al hacer público el sábado pasado el nombramiento del nuevo prefecto de la Congregación de la Santa Sede para los obispos, el arzobispo italiano Giovanni Battista Re, quien sustituye en el cargo al cardenal brasileño Lucas Moreira Neves.

Ciertamente muchos imaginaban que el Papa colocaría a monseñor Re, de 66 años, al frente de este organismo vaticano desde el que le asistirá en el nombramiento de obispos de dos tercios de las diócesis del mundo (con excepción de las orientales y de las de países de misión). Ahora bien, nadie creía que el Santo Padre tomaría ya la decisión en este año jubilar.

Monseñor Re ha trabajado codo a codo con el Papa durante once años como sustituto de la Secretaría de Estado. Se trata de un cargo muy importante de la Curia Romana, pues le corresponde despachar prácticamente todos los días con el pontífice los asuntos ordinarios de la vida de la Santa Sede.

El nuevo prefecto de la Congregación para los Obispos asume también la presidencia de la Comisión Pontificia para América Latina. Se trata de un cargo que conlleva la dignidad cardenalicia, de manera que en el próximo cónclave monseñor Re debería ser creado cardenal (algunos observadores vaticanos consideran que es uno de los dos purpurados «in pectore» del último cónclave, es decir, aunque ya son cardenales, su nombre no ha sido revelado por el Papa). Proviene de Brescia, la misma región italiana de Pablo VI, y de hecho fue un cercano colaborador de ese Papa. El diario «La Stampa» lo definía ayer como «un hombre de oración» en la Curia.

Como sustituto de monseñor Re, regresa a Roma el arzobispo argentino Leonardo Sandri, de 57 años, quien hasta ahora era nuncio apostólico en México. En caso de fallecimiento del Papa, al sustituto de la Secretaría de Estado le corresponde despachar los asuntos ordinarios de la Secretaría de Estado hasta el nombramiento del nuevo obispo de Roma, pues el secretario de Estado cesa automáticamente en sus funciones. Sumamente cordial, paciente y trabajador incansable, monseñor Sandri está familiarizado ya con las responsabilidades que ahora le encomienda el Santo Padre, pues de 1992 a 1997 fue asesor para los Asuntos Generales de la Secretaría de Estado, cargo en el que trabajó de cerca junto a monseñor Re. Tras tres años como nuncio apostólico en Venezuela, Juan Pablo II le envió como su «embajador» a México el mes de mayo pasado.

El cardenal Moreira Neves, de 75 años, ha presentado su renuncia por motivos de salud. El anuncio oficial distribuido por la Santa Sede lo confirma: «El Santo Padre, acogiendo la reiterada petición que le ha presentado por motivos de salud el cardenal Lucas Moreira Neves ha aceptado sus dimisiones de los encargos de prefecto de la Congregación para los Obispos y de presidente de la Comisión Pontificia para América Latina». En la jerarquía de la curia romana, la Congregación de los Obispos es la segunda en orden de prestigio e importancia tras la Congregación para la Doctrina de la Fe.

El purpurado brasileño ha sido en los últimos años uno de los grandes protagonistas de la vida de la Iglesia. Elegido como obispo auxiliar de Sao Paulo, en 1967, participó en la III Conferencia general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) en Medellín (Colombia), en 1968. En 1974 Pablo VI lo llamó al Vaticano, donde pasó a ser vicepresidente del Consejo Pontificio para los Laicos. En 1979, Juan Pablo II le nombró secretario general de la Congregación para los Obispos. Regresó a Brasil, en 1987, fue nombrado arzobispo de São Salvador da Bahia. Un año después era creado cardenal. Era prefecto de la Congregación para los Obispos desde 1998.


NUEVO ESPALDARAZO DEL PAPA AL DIÁLOGO ENTRE JUDÍOS Y CRISTIANOS

Estimula el proceso de paz en Oriente Medio ante el nuevo embajador israelí

CIUDAD DEL VATICANO, 18 sep (ZENIT.org).- Promover el diálogo entre judíos y cristianos y lucha contra todo tipo de discriminación social o religiosa. Esta es la propuesta que hizo esta mañana Juan Pablo II al recibir al nuevo embajador de Israel ante la Santa Sede.

En su encuentro con el representante israelí, Yosef Neville Lamdan, de 62 años, nacido en Glasgow (Escocia) y diplomático de carrera al servicio del Foreign Office y del Ministerio de Exteriores de Tel Aviv, el pontífice aprovechó también para impulsar el proceso de paz en Oriente Medio que pasa necesariamente por la solución a través del diálogo (y no la imposición) de la cuestión de Jerusalén.

Diálogo judíos y cristianos El Papa insistió en la necesidad de promover y la colaboración entre judíos y cristianos: «Es necesario un nuevo esfuerzo mutuo a todos los niveles para ayudar a los cristianos y a los judíos a conocer, respetar y estimar más plenamente las creencias y tradiciones del otro. Es la manera más segura para superar los prejuicios del pasado y levantar una barrera contra las formas de antisemitismo, racismo y xenofobia que resurgen hoy en algunos lugares. Hoy, como siempre, no son la fe ni las prácticas religiosas genuinas las que dan lugar a la tragedia de la discriminación y de la persecución, sino la pérdida de la fe y el auge de actitudes egoístas y materialistas privadas de los valores verdaderos, una cultura del vacío».

Paz en Oriente Medio A continuación, subrayando «la difícil perspectiva de una paz definitiva en Oriente Medio», el Papa afirmó que «la continuación del diálogo y de las negociaciones constituye de por sí un desarrollo significativo». Y recalcó que «a veces los obstáculos para la paz parecen tan grandes y numerosos que hacerles frentes parece humanamente imposible. Pero lo que parecía impensable hasta hace pocos años ahora se ha transformado en realidad o por lo menos en materia de discusión abierta, y esto debe de convencer a todos los interesados de que es posible llegar a una solución».

La cuestión de Jerusalén Juan Pablo II hablando de la «delicada cuestión de Jerusalén» dijo al embajador que «la preocupación principal de la Santa Sede es que se mantenga el carácter religioso único de la Ciudad Santa mediante un estatuto especial garantizado internacionalmente. La historia y la realidad presente de las relaciones interreligiosas en Tierra Santa es tal que no es previsible una paz justa y duradera sin alguna forma de sostén por parte de la comunidad internacional» para poder «conservar el patrimonio religioso y cultural de la Ciudad Santa, un patrimonio que pertenece a judíos, cristianos y musulmanes».

«Está en juego --concluyó el Papa-- no sólo la conservación y el libre acceso a los santos lugares de las tres religiones, sino también el libre ejercicio de los derechos religiosos y civiles ligados a los miembros, lugares y actividades de las diversas comunidades». 


EL COMPROMISO EN EL DIÁLOGO ECUMÉNICO ES «IRREVOCABLE»

Juan Pablo II se encuentra con representantes de las Iglesias Reformadas

CIUDAD DEL VATICANO, 18 sep (ZENIT.org).- «En el ámbito del movimiento ecuménico, el diálogo teológico es el instrumento adaptado para afrontar juntos los temas en los que los cristianos se encuentran divididos para construir juntos la unidad a la que Cristo llama a sus discípulos». Con estas palabras acogió Juan Pablo II esta mañana en el Vaticano a unos 20 miembros de la Comisión mixta internacional de diálogo entre la Iglesia católica y la Alianza Mundial de las Iglesias Reformadas.

La Comisión se reunió en estos días, en Roma, en el ámbito de la tercera fase de un diálogo internacional, que comenzó poco después del Concilio Vaticano II, y que, como el mismo pontífice, ya ha traído resultados significativos. El Papa subrayó la importancia de este diálogo para aclarar las respectivas posiciones y explorar las razones de las diferencias.

«Nuestro diálogo --continuó diciendo Juan Pablo II-- se convierte en un examen de conciencia, un llamamiento a la conversión en la que cada parte se examina ante Dios su propia responsabilidad para hacer todo lo posible y dejar atrás los conflictos del pasado». Por este motivo, el Papa confirmó el compromiso «irrevocable» de la Iglesia católica en el diálogo ecuménico.

Después, al referirse al tema de esta tercera fase de diálogo que atraviesa la Comisión, «Iglesia y Reino de Dios», el pontífice recordó que la historia reciente ha sido testigo de los sufrimientos causados por las ideologías que se han queridos sustituir a Dios y a su Reino. Por eso, al inicio del nuevo milenio, es decisivo que los cristianos, «separados unos de otros desde hace mucho tiempo, se sientan interpelados por la exhortación del Señor: "El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva"».