M U N D O
EUROPA NECESITA UNA CONCERTACION GLOBAL EN MATERIA DE INMIGRACION
Propuesta del experto de la Conferencia Episcopal Italiana
ROMA, 4 abr (ZENIT.org).- Se necesita «una concertación a nivel europeo» para atender a los numerosos inmigrantes que tocan a las puertas del viejo continente en busca de un futuro mejor. Así piensa el responsable de la pastoral de migraciones de la Conferencia Episcopal Italiana, el padre Bruno Mioli, en relación a los debates políticos que se producen en estos días particularmente en Italia, ante las próximas elecciones regionales del 16 de abril. Los partidos nacionalistas del norte abogan por controlar la inmigración drásticamente. Posiciones restrictivas también han sido presentadas por el «Polo de las Libertades», que lidera el empresario Silvio Berlusconi. El centroizquierda gubernamental defiende la política realizada hasta ahora que tiende a la fijación de cupos que puedan integrarse en el mercado laboral y aumenten una población en retroceso y envejecida.
El sacerdote considera que una concertación europea es la solución al problema de los ilegales, en especial si se toma en serio «una programación de los flujos migratorios». Reconoce que «Esto no tendrá efectos de un mes para otro». Ahora bien, «los inmigrantes clandestinos arriesgan la piel y mucho dinero» de modo que si se les ofrece «una perspectiva seria de un ingreso regular o mejor a través de patrocinio, es decir protegido, muchos esperarán quizá otros seis meses o un año» para poder llegar a Europa.
El responsable de la Conferencia Episcopal Italiana pide continuar con la experiencia que se ha aplicado este año en su país. «Por primera vez, desde enero, sabíamos el número de inmigrantes que debíamos acoger en el año 2000». Esta programación, añade, facilita la integración en el mercado laboral, en especial a través de los patrocinios.
Explica que, según los sondeos, «el 61% de los italianos querría mandar fuera a los inmigrantes, pero a la pregunta de si se debe regularizar al extranjero que tiene un trabajo fijo, tres cuartas partes de los italianos responden afirmativamente». Es la prueba de que la integración, si se organiza bien, es posible. «A menudo se dice que los italianos son racistas --añade--, pero cuando voy a una escuela, descubro el espectáculo de las espléndidas relaciones entre niños italianos y extranjeros, así como entre los padres de unos y otros». Son signos que permiten confiar en la posibilidad de ofrecer una buena acogida.
BRASIL: ADOPTAR UNA CISTERNA, CAMPAÑA DE CARITAS
Cómo ayudar a los habitantes de Ceará a conservar el agua necesaria para vivir
FORTALEZA, 4 abr (ZENIT.org).- «Adopte una cisterna». Esta es la sugerente y creativa campaña que han lanzado conjuntamente Caritas de Brasil y el Foro Cearense por la vida del semiárido, según informa el servicio de noticias eclesial de Ceará. Se trata de dotar de cisternas para recoger el agua de lluvia a los habitantes del estado de Ceará, una región de terreno semiárido en la que suelo no permite la filtración del agua hacia las capas freáticas para evitar su pérdida o evaporación. La campaña está ya comenzando a dar sus frutos.
El «sertão», el terreno semiárido, constituye el 90% del estado de Ceará, al noreste de Brasil. El elemento vital, el agua, es el mayor problema para buena parte de los seis millones de habitantes de esta región. Aunque el agua es un bien público, las cosas cambian si se vive cerca o lejos de una corriente de agua. A menudo surgen disputas por el líquido elemento y quien no tiene posibilidad de conducirla a su terreno debe excavar un pozo muy profundo o conservar el agua de lluvia. La mayor reserva hídrica del estado es la región de Jaguaribe, en la que dos millones de personas se disputan unos dos billones de metros cúbicos de agua (datos de julio de 1999). Según el Banco Mundial, este índice --mil metros cúbicos al año por persona-- es una amenaza para la salud, un obstáculo al desarrollo y un riesgo para el progreso humano.
Pero la escasez de agua no está ligada sólo a la falta de lluvia. Hay otros dos factores que influyen en la pérdida de agua: suelo raso y alta evaporación. Para complicar las cosas, hay sol fuerte todo el año. Se calcula que la evaporación se lleva tres veces lo que se recoge en Ceará. La solución es hacer artificialmente lo que la naturaleza no puede hacer: conservar el agua.
La falta de agua esta condicionando el desarrollo de toda la región. Por esto Caritas y el Foro Cearense por la Vida del Semiáridoha realizado una invitación a los brasileños a adoptar una cisterna. Las dos instancias han lanzado una campaña titulada «Ninguna familia sin agua de calidad: Adopte una cisterna», que prevé la construcción de una cisterna en cada casa del «sertão» cearense.
Una cisterna de uralita es un artilugio sencillo y barato que cuesta poco y almacena el agua de lluvia para épocas de escasez. Sólo en los últimos meses del año pasado, la campaña logró realizar seis cursos de capacitación para maestros de obras; apoyó la construcción de 119 cisternas, beneficiando a 595 personas, produjo un video educativo y dossieres explicativos. Uno de los objetivos de las actividades del Foro es sensibilizar y movilizar a la sociedad civil para discutir la situación de las aguas en Ceará, destacando los aspectos relacionados con la capitalización, el almacenamiento, el uso, tratamiento, preservación, gestión y control del agua, principalmente del agua de lluvia. Otro objetivo es el de difundir las experiencias alternativas de convivencia con el terreno semiárido e incentivar el apoyo de todos .
CHECHENIA: ROBINSON, PREOCUPADA POR LAS VIOLACIONES A LOS DERECHOS HUMANOS
ONGs denuncian el uso de bombas aerosol, prohibidas por la Convención de Ginebra
MOSCU, 4 abr (ZENIT.org).- La alta comisionada para los derechos humanos de Naciones Unidas, Mary Robinson, en una visita a Rusia y la región chechena, para comprobar sobre el terreno las denuncias recibidas, se ha mostrado preocupada por la situación. Robinson, mientras visitaba el sábado pasado el campo de prófugos «Sputnik», en Ingushetia , se declaró «muy preocupada por el nivel de las violaciones» de los derechos humanos, atribuidas a militares rusos en Chechenia. La representante de la ONU pudo hablar con algunos prófugos y afirmó que había recogido «acusaciones concretas». «Me ha impresionado mucho el grado de sufrimiento, resentimiento y frustración que hay entre ellos», indicó.
El domingo visitó la capital chechena pero declinó la invitación del Gobierno ruso a visitar el campo de detención de Chernokozov, reformado recientemente, y en cambio solicitó visitar otros centros de detención en los que, según denuncias recibidas de diversas organizaciones de derechos humanos, se habrían producido actos de brutalidad por parte de los militares rusos.
Es difícil conocer cuántas vidas está costando la guerra en Chechenia. Las cifras oficiales hablan de 1.628 muertos y 4.308 heridos en el Ejército federal ruso, desde el 1 de octubre al 15 de marzo. «Todo son mentiras. Nuestras cifras dicen que los muertos son al menos 4.000, mientras que los heridos serían más del doble», afirma indignada al enviado del diario católico «Avvenire», Valentina Melnikova, presidenta del Comité de las madres de los soldados, una de las pocas organizaciones rusas que actúa contra la guerra.
Todos vimos las imágenes del primer conflicto en Chechenia, 1994-1996, en que estas «madres-coraje» viajaban hasta los campos de batalla para llevarse a sus hijos de vuelta a casa, bajo la mirada estupefacta de los oficiales.
Ahora, con Putin, no pueden hacer lo mismo. El único sitio al que les está permitido ir es a los tanatorios, donde sólo pueden llorar sobre los cuerpos de sus hijos muertos. Y por eso sus datos tienen la misma consistencia de estos cadáveres de jóvenes sacrificados a la guerra. «Las pérdidas son más altas de las registradas en los primeros seis meses de la guerra anterior», explican.
«Aventurarse en el territorio de la república rebelde es muy arriesgado para un ciudadano ruso --explica por su parte Aleksandr Cerkassov, responsable de una organización humanitaria que encabeza la asociación «Memorial»--. Hace falta pasar los controles de los militares y gozar de la confianza de los jefes de clan». Acaba de regresar a Moscú de la zona occidental de Chechenia, donde ha visitado numerosas aldeas recogiendo testimonios directos sobre las masacres realizadas por el Ejército ruso. «No hay datos precisos pero creo que en conjunto los muertos entre la población civil sean millares --relata--. La mayor parte se debe a los bombardeos indiscriminados de la aviación federal, mientras que las operaciones de limpieza étnica, violencias, estupros y masacres por parte de los militares han sido limitadas. Pero esto no disminuye la gravedad de estos crímenes».
Cerkassov ha estado en la aldea de Katyr-Yurt, donde más de 200 personas han muerto por los bombardeos. «Eran bombas de tipo aerosol, que explosionan consumiendo rápidamente el oxígeno a su alrededor. Incluso quien no muere por las llamas, muere de todos modos por asfixia. El uso de estos artilugios está prohibido por la Convención Internacional de Ginebra».
El responsable humanitario no ha podido sin embargo entrar en Grozny, la capital chechena, donde queda sólo un habitante de cada diez; 38.000 personas de un total de 400.000 habitantes que había antes de la guerra. «Hace seis meses, yendo por las aldeas, notaba que había mucha intolerancia respecto a los "wahabitas", los guerrilleros islámicos que pretenden imponer la sharia a la población. Luego, con la entrada en acción de las tropas federales, se ha difundido el odio contra los militares. Ahora se ha llegado a odiar al ruso en cuanto tal».
HARRY GRIFFIN: «ASI CLONARE AL HOMBRE»
Expertos católicos: se trata de un experimento «intrínsecamente ilícito»»
ROMA, 5 abr (ZENIT.org).- Harri Griffin, el científico británico que quiere clonar embriones humanos ha ofrecido una entrevista al diario italiano «La Repubblica» en la que ofrece elementos interesantes sobre su proyecto.
La primera pregunta del entrevistador refleja lo que muchas personas piensan sobre el tema. «Clonar un embrión humano, ¿no es jugar a imitar a Dios?». El científico inglés, que sólo espera la luz verde del gobierno británico para iniciar sus experimentos en humanos, responde así: «No lo es. Antes que nada porque nosotros los científicos no jugamos, tratamos de responder a una exigencia de nuestra sociedad, curar sus males, miserias y sufrimientos. Segundo: porque imitar a Dios es lo que la humanidad está haciendo desde hace cuatro o cinco mil años. Cuando Chris Barnard cogió el corazón de un hombre y lo colocó en el pecho de otro, ¿no estaba quizá imitando a Dios? Y cuando, hace veinte años, un doctor inglés hizo nacer a la primera niña probeta, ¿qué otra cosa estaba haciendo? Todas las curas de todas las enfermedades son el fruto de la ambición humana de imitar a Dios».
El científico asegura que, en cuanto tenga el permiso, comenzará su proyecto. ¿Cómo? «Le puedo decir cómo se podría hacer, pues ni siquiera lo hemos intentado. Se coge el óvulo de una mujer...». Un momento, ¿Dónde lo coge, en el supermercado? «Bien --responde el científico-- hay óvulos sobrantes que se producen cuando las mujeres se someten a tratamientos de fecundación artificial. No son muchísimos, algunos miles en Gran Bretaña, pero, para la experimentación son suficientes».
Griffin sigue explicando el procedimiento: «Se coge el óvulo, se le vacía del DNA materno, se quita del núcleo el patrimonio genético de la madre biológica. En su lugar, se mete una célula adulta de un ser humano. Se cultiva "in vitro" como se hace con la fecundación asistida. Si todo va bien, se desarrolla un embrión. Se espera a que maduren las células estaminales, que se pueden desarrollar como cualquier tejido u órgano. Las extirpamos y probamos a cultivarlas para que se conviertan en una especie de reprogramador automático del organismo, un reparador de enfermedades degenerativas o incluso, en base para transplantes de tejidos como piel artificial, cartílagos o una vejiga. Y además compatible con el sistema inmunitario del enfermo».
Al final, el científico explica que, una vez usadas estas células, se mata al embrión, como se hace ahora con los de animales. ¿Y no es esto matar una vida? «No --responde-- matamos a un embrión. El embrión tiene su propio estatuto jurídico especial en la ley inglesa, pero no el de un ser humano. Sé que muchos no piensan igual. Pero esta es una materia sobre la que decide la ley, no los obispos o los científicos. Y la ley de nuestro país es clara».
Según informaba ayer el diario inglés «Daily Telegraph», la comisión de expertos creada por el gobierno para analizar este argumento se ha declarado a favor de la clonación de embriones para crear tejidos y órganos para trasplantes. El periódico explica que en virtud del informe de la comisión, la aprobación de los ministros está prácticamente asegurada. De todos modos, un portavoz del Ministerio de la Salud ha explicado que los expertos todavía no han acabado el informe y que, por consiguiente, todavía no ha sido presentado al gobierno.
Un
experimento ilícito y peligroso
El Centro de Bioética de la Universidad del Sagrado Corazón de Roma,
dirigido por el arzobispo Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia
Pontificia para la Vida, ha explicado en un comunicado que «la clonación
hace del individuo un simple medio». Sin embargo, «el individuo humano
tiene que ser respetado como persona desde la fecundación». La
clonación, propuesta con finalidades terapéuticas, «con el objetivo de
evitar la transmisión de enfermedades» genéticas «representaría una
generación asexual con objetivos eugenésicos».
Los expertos católicos reconocen que sería mucho más grave el que el proyecto acabara generando personas humanas clonadas, «privadas de su unicidad biológica». En este sentido, aclaran que estos individuos nunca serían idénticos, «desde un punto de vista ontológico y psicológico, pues la cultura y el ambiente forjan personalidades diferentes», como sucede con los gemelos monocigóticos. Ahora bien, la «unicidad biológica es fundamento de la dignidad y de los derechos de la persona, entre los que está el de heredar una constitución genética que no esté alterada».
En definitiva, según la moral cristiana, «la propuesta de la clonación humana es intrínsecamente ilícita, prescindiendo de sus finalidades».
Clonación
animal
En el caso de los animales el caso es diferente y la clonación podría
admitirse. Según explica el Centro de Bioética de la Universidad
católica de Roma, «la clonación animal y vegetal debe estar orientada
al bienestar del hombre y del ambiente en el que vive; las
experimentaciones no tienen que provocar a los animales sufrimientos
injustificados o desproporcionados al bien que se pretende realizar; los
procedimientos deben ser sometidos al juicio y eventual aprobación de los
comités de ética específicos, para garantizar el respeto de las normas
de seguridad sanitaria y de protección animal». Por último, antes de
realizar estas experiencias, es necesario estar seguros de que no se
creará «un desequilibrio del ecosistema, anulando la biodiversidad y
abatiendo las barreras entre las especies, con el riesgo de transmisión
de enfermedades del animal al hombre».
En nuestra sección de documentación ofrecemos hoy el documento de la Academia Pontificia para la Vida sobre la clonación.
LUSTIGER: «QUERIDOS JUDIOS, NO OS ENCERREIS EN EL "GHETTO"»
El cardenal de París, hebreo, pide más apertura al «pueblo elegido»
PARIS, 5 abr (ZENIT.org).- «Si el pueblo judío olvida la perspectiva universal de su vocación, cae en la trampa de la interpretación que da a su situación especial; se "ghettiza" por sí solo, como dice Max Weber, a diferencia de lo que Dios quería, quien lo "apartaba" para darle una misión universal... La cuestión del judaísmo ya no consiste sólo en sobrevivir, sino también proclamar de nuevo su vocación». Así se expresa el cardenal de París, Jean Marie Lustiger, converso él mismo al catolicismo desde el judaísmo, la fe de sus padres.
El cardenal Lustiger sabe por tanto de lo que habla y no usa un lenguaje acomodaticio para enfrentarse a Jean Daniel, intelectual y periodista que dirige en Francia el semanario «Le Nouvel Observateur». Se trata de un número especial de esta publicación en el que los dos intelectuales hablan de temas como antijudaísmo católico y la continuidad que existe entre judaísmo y cristianismo; sentido universal de la salvación y promesa a un único pueblo; elección (divina) y condena (histórica) de los hijos de David, perseguidos durante siglos.
También Daniel es de origen judío pero no es creyente. Piensa que hoy «los monoteístas son intolerantes, al menos tanto como los paganos», pero reconoce que es imposible el no sentirse «asediado y fascinado por la historia y la leyenda de Moisés y Cristo». Sus preguntas al cardenal son directas: «¿Cómo puede hoy el catolicismo subrayar al mismo tiempo la continuidad y también la ruptura con sus raíces judías? ¿Qué espacio puede dar la Iglesia a los judíos?». El cardenal Lustiger aclara, en primer lugar, que hoy «judíos y cristianos se esfuerzan por valorar en términos nuevos su recíproca situación... El problema actual del cristianismo consiste en iluminar su misión gracias al reconocimiento del pueblo judío y de su propia vocación. Esto, para los cristianos, puede implicar una comprensión más exacta del Evangelio; si quieren comprender las Bienaventuranzas, no es inútil que consideren la suerte de los judíos en estos dos milenios».
Pero la división inicial entre las dos religiones no se puede atribuir sólo a los cristianos: «la predicación de Jesús y la cuestión de su identidad, al inicio, provocaron no una ruptura con el judaísmo sino un conflicto interno dentro del mismo... La toma de distancia y la mutua exclusión fueron teorizadas tanto por parte judía como por parte cristiana». En resumen, si el cristianismo comenzó hace poco, en el Concilio, a reconocer que no puede ser entendido sin el judaísmo, también, dice Lustiger, «el judaísmo ha comenzado a reconocer apenas ahora en el cristianismo una filiación, quizá como en un espejo, un cara a cara, que le permite identificar lo que lleva en sí mismo».
Hoy «que hemos llegado a un momento apasionante en la historia de las relaciones entre el pueblo judío y los paganos, o entre el judaísmo y el cristianismo», concluye Lustiger, «la continuidad reencontrada les debería permitir situar la ruptura y la diversidad en su justo lugar: en el diseño de Dios para la salvación de los hombres, para el destino espiritual de la humanidad».
MUERE IRINA ALBERTI, INTELECTUAL RUSA CONVERTIDA AL CATOLICISMO
Fue asistente de Solzhenitsin y amiga personal de Juan Pablo II
ROMA, 5 abr (ZENIT.org).- Un ataque cardíaco ha quitado la vida a Irina Ilovaskaja Alberti, gran mujer de fe y cultura, cercana colaboradora del escritor Alexandr I. Solzhenitsin, premio Nobel de Literatura. Había dirigido desde París la prestigiosa revista «La Pensée Russe» («El pensamiento ruso») y una emisora radiofónica en Moscú. Durante los años de la represión soviética fue una de las voces rusas más originales e independientes en Europa.
Falleció en Francfort, donde se encontraba en casa de unos amigos para participar en una reunión de la organización internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada.
Nacida y criada en la Iglesia ortodoxa, se convirtió ya en la edad madura al catolicismo. Desde entonces, dedicó su vida a la promoción del diálogo ecuménico entre las dos Iglesias hermanas. Tenía 75 años.
La noticia, como constata hoy el informativo internacional de «Radio Vaticano» ha causado conmoción en la Santa Sede. Irina Alberti, como todos la conocían en Roma, era una buena amiga de Juan Pablo II. Mantenía también una colaboración asidua con el Consejo Pontificio para la Cultura.
El cardenal Paul Poupard, la recuerda como una mujer de una gran fe y esperanza, no sólo en Dios, sino también en el hombre ruso. «Esta mujer sentía profundamente algo en lo que siempre insistía: la fraternidad entre cristianos de Occidente y los hermanos del Este. Decía: de Rusia nos viene una lección preciosa y terrible sobre lo que sucede a la humanidad cuando proclama la muerte de Dios. Y, sin embargo, de aquellas tierras devastadas por esta proclama nos viene una gran esperanza»|.
Irina Alberti participó en el Sínodo de Europa que se celebró el mes de octubre pasado en Roma. Su intervención ante la asamblea fue dura. Constató que «La evangelización de Rusia representa un compromiso de una dificultad que supera lo imaginable. Tal vez es suficiente mencionar el hecho de que el número de creyentes que practican su fe (comprendidas todas las confesiones cristianas) oscila entre el 2 y el 3 % de la población aproximadamente. La Iglesia ortodoxa rusa no esperaba la caída del comunismo y no estaba preparada para responder a las preguntas y a las exigencias que la estaban esperando; aún no lo está y sobre todo se encuentra presa de una terrible tentación --especialmente en lo que concierne a sus vértices jerárquicos--: dejarse usar para convertirse en una especie de ideología que sustituya al marxismo-leninismo, y esto la lleva a aislarse del mundo cristiano occidental y sobre todo a mostrarse hostil a él, abiertamente o con coartadas. Una de estas coartadas es la acusación de proselitismo. Yo puedo testimoniar que este proselitismo no existe».
«Este rechazo de la unidad depende de la política y no de la religión, del rechazo a abrir las puertas a los hermanos cristianos de Occidente y, en primer lugar, al Santo Padre», explicó Irina Alberti. Y con voz emocionada concluyó dirigiéndose al Papa: «Muchos en Rusia me han encargado que os pida perdón por esto. Muchos en Rusia, entre los que han encontrado a Cristo o lo están buscando sinceramente, me han suplicado que os diga que no hay que aceptar los juegos políticos de los vértices jerárquicos como la verdadera expresión de sus sentimientos. Sobre todo os suplican que perdonéis, que no los abandonéis y que no los olvidéis: que no caigáis en las trampas que frecuentemente se os tienden para hacer que os alejéis de ellos. Si esto ocurriera, sería verdaderamente el fin para Rusia. Si el final no ha llegado es, y yo lo repito una vez más, en gran parte gracias a Su Santidad, y en nombre de aquellos que lo saben, yo fui encomendada para decirle, Santo Padre: que Dios os lo devuelva con creces».
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